Ejemplos con haragán

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Un día, el pobre granjero murió, y su hijo, un irresponsable, haragán y deshonesto, se la pasó bebiendo y jugando, y cuando problemas de dinero, vendió la granja de su padre, con lo que su alma no pudo descansar.
Y si se recuerda que el ingenio de un poblador haragán llega a enseñar a sus cachorros esta maniobra para aprovecharse ambos de la presa, se comprenderá que Cooper perdiera la paciencia, descargando irremisiblemente su escopeta sobre todo ladrón nocturno.
Lo que no impidió que una vez que estaban todos juntos: Sandalio el bandido, con Vicente el borracho y Nicolás el atrevido, Pascual el haragán y él, Hipólito el cuatrero, contó que se había llevado de aquel campo una gran punta de hacienda muy buena y que en estancia tan mal atendida se podían hacer muy provechosos negocios.
-Quien no trabaja no come, el haragán, ¡que se embrome!.
Y poco a poco, gracias al Progreso y a su compañera la Ciencia, la Pampa se volvió una llanura cualquiera, muy cultivada, muy poblada, donde, como en todas partes, vive opíparamente el rico haragán, y miserablemente el pobre trabajador.
Su mayor placer era, siendo él muy haragán, observar el trabajo de las hormigas afanosas.
Por otra parte, no era este más que un signo de la perversión moral reinante, porque el juego, con cualquier barniz que se le disfrace, es y será siempre un gran robo y una práctica inmoral, que relaja las buenas costumbres, y a cuya atracción el artesano seducido empieza por olvidar la práctica del ahorro, que significa el capital futuro: la lotería, si es cierto que enriquece a unos pocos, aunque la más de las veces favorece a los que no necesitan, arruina a muchos en cambio y lleva el desaliento al último del trabajador cuando brinda sus favores al haragán.
Bastante haragán, pocas veces concurría a la Comisión de negocios constitucionales, de que era miembro.
No era Gedeón un hombre combatido por las dudas, ni fatigado por el examen: era simplemente un haragán de la fe, no había perdido sus creencias, se había olvidado de ellas por desuso.
Únicamente Pascual, un haragán y comilón sin igual, que también había oído lo que contara Nicolás, pensó que para él no dejaría de ser ganga una colocación tan buena: buen sueldo, buena comida y casi nada que hacer, esto pocas veces se encuentra, y con las indicaciones que riéndose entre sí, le dio Nicolás, rumbeó para el rancho.
Cuentan que uno de sus sucesores, un haragán que heredó la piedra, pero no la supo utilizar para nada, la perdió en el campo y nunca la pudo hallar.
Celedonio no era lo que se puede llamar, en la pampa, un haragán, ni tampoco lo que, en otras partes, se llamaría un gran trabajador, por esto mismo, doña Sinforosa trató, por un lado, de hacerle ver lo provechoso que les podrían salir ciertos trabajos con semejante ayuda y, por otro, de asustarle con la posible pérdida de la prenda, si la dejaba inútil.
¡Es un flojo, un cobarde, un haragán, un vanidoso, un desobediente, un sin palabra.
-Es un haragán presumido, incapaz de trabajar, saquea a las flores, pero no sabe hacer miel.
El caballo también comía a su gusto, pero sólo cuando no lo tenían ensillado, y aunque se hubiese apurado entonces, de día y de noche, no hubiera alcanzado a comer ni la mitad de lo que el buey en unas pocas horas alzaba, y comparando los servicios prestados por ambos, no podía menos de pensar que poca cuenta tenía que hacer al amo el mantener a aquel haragán comilón.
Justamente se encontraba sin escribiente el abogado, acababa de echar el suyo en esos días, un sinvergüenza que lo tenía cansado, un haragán, cachafaz, que lo estaba robando en el vuelto de los vicios, en los cigarrillos, en la yerba y el azúcar para el mate de entre el día:.

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