Ejemplos con harapos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Posteriormente interpreta a Don Jesus Quijano Quijanito en Tivoli, cinta dirigida por Alberto Isaac, que relata la demolición de un Teatro en la Ciudad de México, la vida nocturna en los años cuarentas y cincuentas, actuando al lado de Alfonso Arau, Carmen Salinas, Mario García Harapos, Dámaso Pérez Prado, Héctor OrtegaGerardo Cépeda etc.
Durante el día mendigaba y pedía en casas de caridad, conventos y parroquias, vistiendo harapos y llevando en ocasiones niños de la mano que los hacía pasar por sus hijos.
Ocasionalmente, los perros fueron más bravos, los osos más feroces, las hormigas y ratas más grandes, los Ghouls que terminaban perdiendo la razón se convertían en Feral Ghouls, desnutridos, vestidos con harapos pero bravos luchadores, la gente que quedó expuesta excesivamente a la radiación mutó en seres de piel amarilla, llamados Super Mutantes.
De aspecto desaliñado y descuidado, cuenta Felix Martín Acemel, en su cuaderno: viéndolo con prendas tan raídas que parecían harapos y zapatos con agujeros por todos lados, le regalé un traje que ya no usaba por haber engordado y a él le viniese bien así como un par de zapatos bien lustrados por el limpiabotas asiduo del Casino del Centro.
Aquellos que lograron huir de los guetos y de los campos de concentración no tenían nada más que la ropa sobre sus espaldas y sus posesiones a menudo fueron reducidas a harapos por el desgaste constante.
De esta manera, envueltos en harapos, nos hicieron correr por todo el campamento hacia la enfermería.
Vinicio y Petronio esperaron en la casa del segundo, hasta que recibieron la visita del filósofo, quien tenía un aspecto repugnante: no era viejo pero lo parecía, era feo, con harapos horribles, y faltándole dos dedos en la mano, al verlo por primera vez se pensaría que es jorobado, era un ser repulsivo.
Se había puesto unos harapos alrededor de los hombros para protegerse del frío primaveral y revolvía en la basura mientras su perro, un terrier blanco y negro, jugueteaba a sus pies.
El prólogo de las sirvientas nos da un retrato de la heroína, y describe cómo Elektra ha vivido en las afueras del palacio desde la muerte de Agamenón, vistiendo harapos y conviviendo con los perros, despreciando a todo aquel que sea desleal a la memoria de su padre.
Su fachada cuenta con un bello mural del artista mexicano Diego Rivera, compuesta por pequeños mosaicos que muestran escenas de la realidad de México, tales como la figura de Cantinflas, ataviado con su traje de harapos, sirviendo como puente que toma dinero de los ricos para darlo a los pobres.
Después de caminar infructuosamente durante más de cuatro años y sufrir enormes penalidades, volvían a Coro hambrientos, decepcionados, cubiertos de harapos y con menos de la mitad de los hombres.
Su característica principal es ser una pintura abstracta que se realiza con materias diversas a las tradicionales, incluyendo en el cuadro arena, arpillera, chatarra, harapos, madera, serrín, vidrio o yeso.
Las personas de las pinturas de Magnasco eran a menufo pordioseros licuados vestidos con harapos, pintados a brochazos nerviosos.
Una mujer sola, vestida de harapos que tuvieron un estilo, tumbada en el suelo de un cajero.
Retrata también la sórdida burocracia que aún hoy prevalece, palpable en la escena donde a Pancho Córdova, Mario García Harapos, Carmen Salinas y otros actores, los hacen caminar por una interminable serie de pasillos y corredores, para finalmente, al traspasar la última de las puertas, ir a dar a la calle, sin que nadie haya escuchado sus peticiones, eso si, previamente a que el Ingeniero Reginaldo Ernesto Gómez Cruz haya decidido separar para si, a la entonces escultural Lyn May, en su papel de Eva Candela.
Los muebles hechos astillas en los rincones, harapos de floreado papel colgando de las paredes.
Vió surgir de un edificio en llamas dos hombres que parecían dos montones de harapos, llevados a rastras por varios alemanes.
En torno del gallo de hierro volteaban harapos sutiles, semejantes a telarañas negras elevadas por el viento.
Las cuatro tablas sólo guardaban harapos rojizos, carnes agujereadas, huesos rotos.
Colgaban de su esqueleto flácidas adiposidades, como harapos de un pasado esplendor.
De la blancura incierta de algunas camisas, rígidas y acartonadas por el líquido seco, emergían ubres como harapos, adaptando su arrugada flacidez a las bocas lloronas de los pequeños.
Junto a la borda, otros hombres barbudos fumaban en largas pipas, y de vez en cuando sus manos rojas y escamosas se hundían bajo las sotanas forradas de pieles para agitar con fuertes rascuñones los harapos invisibles.
Su Bilbao volvería a ser la villa comercial, la de las famosas ordenanzas, con una vida mediocre y pacífica, sin enormes capitales, pero limpia la conciencia del remordimiento cruel que pesaba sobre ella, cuando desfilaba por sus calles el ejército de la miseria, los parias del trabajo en huelga, los que llegaban a exhibir como una acusación muda sus harapos y su cara de hambre ante los palacios de los ricos.
Estamos deshechos, rasgados y arrollados: la muerte se incuba en nuestras entrañas, somos harapos caídos e informes después de haber pasado por los engranajes de una sociedad absurda.
Los españoles aparecían como pobres indios guiados por su cacique el fraile y adornados los harapos con escapularios y milagrosas reliquias.
La Iglesia, anciana venerable que Gabriel había visto en su país inmóvil, con majestad hierática, sin dignarse tocar un solo pliegue de su manto para no perder el polvo de los siglos, se agitaba en Francia queriendo remozarse, arrojaba a un lado las vestiduras de la tradición, como harapos vetustos que la ponían en ridículo, y distendía sus miembros con esfuerzo desesperado, para acoplarse dentro de la moderna armadura de la ciencia, la gran enemiga del ayer, la gran triunfadora del presente, cuya aparición había sido saludada con hogueras y bochornosas abjuraciones.
¡Es natural! ¡No había de usar harapos de seda, como ese pañuelo raído y sempiterno que lleva usted al cuello, a manera de dogal, amigo don Cosme! No hay que divagar.
—Los harapos, la suciedad, el mal olor, la miseria en todos sus dolorosos aspectos, constituyen por sí mismos.
Estaba la capilla casi a tejavana: la lluvia corría por el retablo abajo, las vestiduras de las imágenes parecían harapos, todo respiraba el mayor abandono, el frío y tristeza especial de las iglesias descuidadas.
—Habla vuesa merced muy a lo santo, señor tiniente, respondió Preciosa, ándese a eso, y cortarémosle de los harapos para reliquias.

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