Ejemplos con harapo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Le faltaban los brazos, le faltaban las piernas, era un tronco nada más, conservado por los prodigios de la cirugía, un harapo rematado por una cabeza viviente.
En el corredor había una pileta de agua y en su fondo una especie de harapo flácido y gris, con redondeles negros en el dorso.
Pasaban también el purpúreo relámpago del salmonete, la majestad brillante de la dorada, el vientre azulado de los pajeles, el lomo rallado del sargo, la boca en forma de trompeta de la brema de mar, la risa inmóvil del llamado festivo, el remate dorsal del pavón, que parecía hecho de plumas, la cola inquieta y hondamente bifurcada de la caballa, el estiramiento del mújol entre sus triples aletas, las redondeces grotescas del peje-jabalí y del peje-cerdo, la platitud obscura de la pastinaca flotando como un harapo, el largo hocico del peje-becacina, la esbeltez del róbalo, ágil y recogido como un torpedo, el rubio, todo espina, el ángel de mar, con sus carnosas alas, el gobio, erizado de angulosidades natatorias, el escribano, rojo y blanco, con bandas negras semejantes al rubricado de las firmas, el esmarrido modesto, el pequeño peje-araña, el soberbio rodaballo, casi redondo, con la cola de abanico y un ribete natatorio en torno de su disco manchado a redondeles, y la corvina sombría, que tiene en su piel el negro azulado de los cuervos.
De sus hombros angulosos pendía un harapo de sudario.
Sobre su pecho se agitaba un harapo tricolor: la banda municipal, que se había puesto para recibir a los invasores y que éstos le habían arrancado.
Fernando la vio, la vio venir, con sus ojos entornados, por encima del azul del mar, como una burbuja de oro desprendida del sol, como un harapo de luz que acabó por detenerse sobre el filo de la proa, lo mismo que las imágenes divinas que adornaban las naves de los primeros argonautas.
El millonario se resistía, adivinando lo ridículo de esta humillación, defendíase agarrado a un harapo de su antiguo carácter.
Pero después vendría el agotamiento, la nada, la montaña pelada, con su esqueleto calcáreo al descubierto, sin guardar el más leve harapo del manto que la había cubierto durante siglos, más rico que el de muchos dominadores de la tierra.
Aquella maravilla servía, sin embargo, de marco a un objeto harto extraño e insignificante: sobre un fondo de raso blanco y cubierto por limpidísimo cristal chafianado, veíase sencillamente un harapo, un pedazo de burdo y raído sayal pardo.
¡Maldita vida! ¡que aun para echarte fuera, nos has de dar trabajo! ¡Miserable harapo que te llamas cuerpo!.
Los dos vagabundos llevan sus pies arrastrando junto al suelo, el cuerpo inclinado sobre el cuello de sus borriquillos sarnosos, un harapo caído sobre la espalda.
Ofendido de que hubiéramos metido tanto ruido por aquel harapo, el rustico arrojó a la cara de Ascylto la túnica, y exigió que se depositase el caparazón, causa única ya del litigio, en manos de un tercero, hasta que él probase su pertenencia.
¡Oh capricho admirable de la fortuna! El rústico no había pasado sus manos por la túnica, y no habíase percatado de su verdadero valor, decidiendo venderla como un harapo cualquiera.
¡Te casarás con Josefina, y serás millonario, y serás poderoso, y tendrás un título, y debajo de todo eso serás un ser villano y despreciable, un harapo que yo no recogería allá, en nuestro pueblo, de la rodada que dejan en el barro las ruedas de nuestras carretas!.
Le faltaban los brazos, le faltaban las piernas, era un tronco nada más, conservado por los prodigios de la cirugía, un harapo rematado por una cabeza viviente.
Llegó una ocasión en que, sin esperanza ya de encontrar cosa de provecho, Aguadet trabó por accidente relaciones con un matrimonio que le había llamado la atención -era esto en Madrid- porque se les veía muy a menudo en el Real, en los estrenos del Español y de la Comedia, en butacas de orquesta, en palcos por asiento, vestidos pobremente, pero con su especie de etiqueta del harapo, muy de señores siempre, muy limpios, sin una mancha, y tal vez sin un pelo, en toda la ropa.
En la indumentaria, chaquetón, pantalones y camiseta, pugnan a cuál es más harapo, el sombrero perdió la primitiva hechura, permitiendo a las alas caer con languidez senil y a la copa abollarse sobre la coronilla, unos borceguíes de piel de vaca acorrean el pantalón contra las espinillas, y una faja negra de estambre da vuelta y más vueltas a la cintura, ascendiendo hasta el costillar, por entre la faja asoma la culata empavonada de un Smith, rozando la solapa izquierda del chaquetón y sacando por ella la tosca contera de cobre dorea una faca de catorce perrillas.
Un harapo cubre las virilidades de Jesús.
quedarse, ni a huir, examinando al mendigo que había bajado la cabeza cubierta con un harapo, y que parecía ignorar que el otro estuviese allí.
Toda su vestimenta consistía en un harapo que hubiera dado lástima en verano, y que inspiraba horror en el invierno.
Un harapo rojo, sujeto a sus caderas, presume de falda y ondea al vaivén de sus andares.
»Y seguidos de Julia, entraron en el salón de baile Irene y Pipá, la aristócrata y el mendigo, la seda y el harapo.
La Condesa vacila, pero concluye por ceder, Isabelita y Periquín, la aristócrata y el mendigo, la seda y el harapo, entran en el salón seguidos de la institutriz, madame Courtois, que la llama ma petite.
En la época del Terror Rojo, cuando Père Duchesne y Rougiff manchaban de virulenta baba las glorias de la Revolución, y los maratistas pedían, en el harapo sangriento que se tituló por ironía de lenguaje L'Ami du Peuple, que se reformara el país cortando ochenta mil cabezas, una mujer muy bella y discreta -si no miente un episodio narrado por Louis Blanc- trató, en el Pont Neuf, de recabar la vida de su padre, a cambio de inmolar su doncellez en las odiosas manos del Amigo del Pueblo.
El fantasma calló, y levantando el harapo que cubría su seno, mostrome prendidos con avidez a sus pechos dos niños flacos, pálidos, hambrientos.
-Me lo trajeron, nadie podía adivinar de dónde provenía aquel harapo, solamente yo pensé que sería probablemente el chaleco de la víctima.
Aquel perfume de harapo lo respiraban muchas mujeres hermosas, unas fuertes, esbeltas, otras delicadas, dulces, pero todas mal vestidas, mal lavadas las más, mal peinadas algunas.
Fue la visión de todos los mendigos, de todos los desamparados, de todos los miserables, de todos los suicidas, de todos los borrachos, del harapo y de la llega, de todos los que viven, ¡Dios mío! En perpetua noche, tanteando la sombra, cayendo al abismo, por no tener un mendrugo para llenar el estómago.
He roto el arpa adulona de las cuerdas débiles, contra las copas de Bohemia y las jarras donde espumea el vino que embriaga sin dar fortaleza, he arrojado el manto que me hacía parecer histrión, o mujer, y he vestido de modo salvaje y espléndido: mi harapo es de púrpura.
estaba enfermo, yo no era un incurable, un harapo humano como.

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