Ejemplos con resignadamente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Jack suspira resignadamente y dice: Si lo fuera, habría ron.
Los soldados, ateridos de frío al amanecer por la lluvia que había empapado sus ropas durante la noche, y después aplastados por un sol inmisericorde, caminaron resignadamente.
Sin embargo, acepta resignadamente que la perdió, convencido que ella prefirió a Mauricio porque encontró en él cualidades y ventajas que Diego no podía ofrecerle.
Ella, afectada de una enfermedad terminal, examina a veces fría, a veces intimista- las vidas de sus cuatro hijos, aceptando resignadamente la homosexualidad, el desenfado, la frialdad y la intolerancia que cada uno lleva consigo.
Fue condenado a muerte por no confesar dónde había escondido el dinero supuestamente robado, pero Méndez se dispuso a morir resignadamente.
Si este se confiesa, recibe la Comunión o por lo menos con el arrepentimiento previo de sus pecados, llamando el Santo nombre de Jesús con devoción y aceptando resignadamente la muerte como venida de las manos de Dios.
Enganchó al caballo, puso el yugo al buey, persuadió a la vaca de que debía permanecer quieta en un establo y dejarse ordeñar resignadamente, también logró convencer a la gallina y al cerdo de que les convenía vivir cerca del hombre, para que éste pudiera matarlos cómodamente cada vez que le apeteciese alimentarse con sus despojos.
Vamos, puescontestó Miranda resignadamente, entregando el talón de su equipaje al comisionado.
Y tras esta afirmación indiscutible, suspiraba resignadamente.
Sí, cien cuerpos quisiera tener para que él, como señor, los poseyera, y cada noche una virginidad para entregársela, pero al mismo tiempo, si enfermase, ¡con qué sincera abnegación le cuidaría! Si el dolor le postrara dejándole años y años sin fuerza para oprimirla ni voluptuosidad para besarla, ¡cuán tranquila y resignadamente se trocaría de querida en enfermera! Entonces vendría la lujuria del cariño, el no dormir para velarle, el contar los minutos para darle a su tiempo los remedios, el espiar el hervor de su respiración y el ardor de la frente y la transpiración de la piel, y los bajos oficios que a otras personas fueran repugnantes y que ella haría gozosa saboreando su triste y voluntaria servidumbre.
-Escribiremos, excelentísimo señor -dijo Lobo resignadamente, como el que habiendo recibido una coz no se cree en el caso de devolver otra.
Es muy pobre, pero ¡es un sabio! Lo poco que sé se lo debo, y, sobre todo, él me ha hecho conocer que la mayor riqueza es la honra, la mayor felicidad tener la conciencia tranquila, el mayor mérito a los ojos de Dios, sufrir resignadamente la pobreza.
No podía tener a mi lado más que personas extrañas y luego en fin si el claustro es una tumba es lo que me conviene sufriré, concentraré mi dolor hasta que el dolor me mate le sufriré resignadamente, y Dios me perdonará.
No dudéis de Dios: si sois desgraciados, aceptad resignadamente la desgracia: si Dios os da la felicidad, no os hagáis indignos de ella, y nunca, oyendo la voz de vuestras pasiones, siguiendo a ese fantasma que se llama honor, echéis sangre sobre vuestra frente: sufrid y perdonad, no sea que os pregunte Dios cuando en un momento de desesperación le pidáis cuenta de vuestra desgracia:.
resignadamente el partido de rezar con disimulo una parte de rosario a las ánimas benditas, para.
Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí.
Me apeé resignadamente y, ante nueva intimación, alcé los brazos.
La virtud suele ser un gesto audaz, como todo lo original, la honestidad es un uniforme que se endosa resignadamente.
Con todo, a Pericles nada de esto le hizo fuerza, sino que, sufriendo resignadamente y en silencio los baldones y el odio, y enviando al Peloponeso una armada de cien naves, él no se embarcó, y antes prefirió quedarse en casa, teniendo siempre pendiente la ciudad de su mano hasta que los Peloponenses se retiraran.
Comprendió que aquello había acabado para siempre, y comprendió, en la sonrisa resignadamente escéptica del Niño, que había llevado a aquel alma infantil y heroica el primer desengaño, al mostrarle que el amor no era tan sólo el viril arranque del hombre a que responde la tierna abdicación de la mujer, que amor no era sólo belleza y fuerza, que no había en él tan sólo pasión, sino que conveniencias, leyes, consideraciones, clases, le ponían su brutal camisa de fuerza.
Enganchó al caballo, puso el yugo al buey, persuadió á la vaca de que debía permanecer quieta en un establo y dejarse ordeñar resignadamente, también logró convencer á la gallina y al cerdo de que les convenía vivir cerca del hombre, para que éste pudiera matarlos cómodamente cada vez que le apeteciese alimentarse con sus despojos.
-Pues abreviaré -contestó resignadamente el forastero-.
Tatita pagaba la copa a todo el mundo, la caña con limonada, la ginebra o el suisé, daban nuevas fuerzas a nuestros compañeros de viaje para seguir desempeñando resignadamente el papel de sardinas.
Por tanto, cuando navegando la vuelta de las Cíclades le salieron al encuentro embajadores de Atenas, intimándole que no tocase en aquella ciudad porque había decretado el pueblo que no se diera entrada a ninguno de los reyes, y a Deidamía la condujeron a Mégara con el honor y acompañamiento correspondiente, no fue dueño de sí mismo de cólera, sin embargo de que había llevado hasta allí resignadamente su desgracia y no se había mostrado en semejante mudanza abatido o humillado: pero el verse frustrado de las esperanzas que sobre el amor de los Atenienses había fundado, y que éste le había salido vano y falaz, era lo que sobre todo le desconsolaba, y es que para los reyes y poderosos el indicio menos cierto de amor de parte de la muchedumbre es el exceso en las sumisiones y los honores, pues consistiendo el precio de éstos en la voluntad y la elección, el miedo les quita el crédito y la fe, porque unos mismos son los decretos de los que temen, y de los que aman.
Cicerón, abandonado por él de esta manera, y careciendo de protección, acudió a los cónsules, de los cuales Gabino siempre se le mostró desafecto, pero Pisón le hizo mejor recibimiento, exhortándole a salir de Roma para librarse de la violencia y poder de Clodio, y a llevar resignadamente la mudanza de los tiempos, para poder ser otra vez el salvador de la patria, puesta por inclinación a él en tales turbaciones e inquietudes.
Tuvo Fabio el pesar de que el hijo se le muriese, y sufrió su pérdida resignadamente, como hombre sabio y como buen padre, y el elogio que uno de los deudos dice en las exequias de los hombres ilustres lo pronunció él mismo presentándose en la plaza, y poniendo por escrito este discurso, lo dio al público.
Enterado de esta resolución Fabio, sufrió muy resignadamente el encono de los ciudadanos, mas no teniendo caudal propio, y no queriendo faltar a lo tratado, ni dejar abandonados a aquellos infelices, envió a Roma a su hijo con orden de que vendiera sus tierras y le llevara al punto el importe al ejército.

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