Ejemplos con desventuras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Narra las aventuras y desventuras de Lobombre y Zombón para poder convertirse en estrellas del cine, desde que se conocieron en la escuela de arte dramático, pasando por los castings de películas como Forrest Gump o Gladiator.
Las desventuras de dos jóvenes gays para encontrar un lugar donde poder enrollarse, una noche en La Gran Manzana.
El caballero recorre su hechizado reino sufriendo aventuras y desventuras hasta conseguir la derrota total de Zarok.
Eran piezas de techo más bajo, tenían encima un segundo piso, ocupado en otros tiempos por el abuelo de Febrer, habitaciones relativamente modernas, con muebles viejos de estilo Imperio y en las paredes estampas iluminadas del período romántico representando las desventuras de Átala, los amores de Matilde y las hazañas de Hernán Cortés.
Era una mujer alta, joven aún, que parecía agobiada por el peso de una de esas inmensas desventuras que inclinan el cuerpo a la tierra, como buscando en ella el consuelo y la paz.
Cuando nuestras revoluciones han provenido de fuera, han traído entre sus negros pliegues de desventuras momentaneas algo fecundo que, semejante al polen acarreado por las tempestades, debía producir frutos iguales a aquellos que en campos más dichosos confiaron sus semillas al hálito del huracán pasajero.
Por eso me he resuelto a escribirte esta carta, que no debes dudar es de mi puño y letra, pues ya ves que te incluyo, como señal, un objeto para tí muy conocido y que sólo yo podia poseer, cual es un retrato de tu padre que encontramos en uno de los muebles de su pertenencia, y que de todos modos tenía pensado devolverte, con cuanto fué suyo, inclusas las fincas, por haberlo así resuelto mi conciencia y mi voluntad, desde que, en mis primeros años, me enteré de ciertas desventuras.
—Tu presencia en este pueblo sólo puede dar lugar a desventuras para todos, y de manera alguna a felicidades para tí ni para ella.
—¡Dios mio! ¿Para qué querrá este hombre saber desventuras? ¿Para qué querrá ser tan desgraciado como yo?.
Manuel lo adivinó, aunque tampoco la habia visto nunca, y, no sabemos si por delicadeza de instinto, o porque en los últimos tres años hubiera oido hablar de las buenas cualidades de aquella pobre mujer a tanto y tanto oficioso comentador de las desventuras que sobre él pesaban, no sintió aversion ni disgusto al verla.
—Las desgracias que tales descuentos traen, serenísima señora, ántes se han de tener por dichas que por desventuras: ya vuestra Majestad me ha dado nombre de hija: sobre tal prenda ¿qué males podré temer, o qué bienes no podré esperar?.
Alabóle ser honradísima y valentísima su determinación, y advirtióle que anduviese más atentado en acometer los peligros, a causa que su vida no era suya, sino de todos aquellos que le habían de menester para que los amparase y socorriese en sus desventuras.
Señor Roque, el principio de la salud está en conocer la enfermedad y en querer tomar el enfermo las medicinas que el médico le ordena: vuestra merced está enfermo, conoce su dolencia, y el cielo, o Dios, por mejor decir, que es nuestro médico, le aplicará medicinas que le sanen, las cuales suelen sanar poco a poco y no de repente y por milagro, y más, que los pecadores discretos están más cerca de enmendarse que los simples, y, pues vuestra merced ha mostrado en sus razones su prudencia, no hay sino tener buen ánimo y esperar mejoría de la enfermedad de su conciencia, y si vuestra merced quiere ahorrar camino y ponerse con facilidad en el de su salvación, véngase conmigo, que yo le enseñaré a ser caballero andante, donde se pasan tantos trabajos y desventuras que, tomándolas por penitencia, en dos paletas le pondrán en el cielo.
Tus más finas aventuras en desventuras se vuelvan, en sueños tus pasatiempos, en olvidos tus firmezas.
Es, pues, el caso, señor don Quijote, que, aunque vuesa merced me vee sentada en esta silla y en la mitad del reino de Aragón, y en hábito de dueña aniquilada y asendereada, soy natural de las Asturias de Oviedo, y de linaje que atraviesan por él muchos de los mejores de aquella provincia, pero mi corta suerte y el descuido de mis padres, que empobrecieron antes de tiempo, sin saber cómo ni cómo no, me trujeron a la corte, a Madrid, donde por bien de paz y por escusar mayores desventuras, mis padres me acomodaron a servir de doncella de labor a una principal señora, y quiero hacer sabidor a vuesa merced que en hacer vainillas y labor blanca ninguna me ha echado el pie adelante en toda la vida.
Caballero soy, y de la profesión que decís, y, aunque en mi alma tienen su propio asiento las tristezas, las desgracias y las desventuras, no por eso se ha ahuyentado della la compasión que tengo de las ajenas desdichas.
No hay hueco de peña, ni margen de arroyo, ni sombra de árbol que no esté ocupada de algún pastor que sus desventuras a los aires cuente, el eco repite el nombre de Leandra dondequiera que pueda formarse: Leandra resuenan los montes, Leandra murmuran los arroyos, y Leandra nos tiene a todos suspensos y encantados, esperando sin esperanza y temiendo sin saber de qué tememos.
Dijo que, así como Luscinda se vio en su poder, perdió todos los sentidos, y que, después de vuelta en sí, no había hecho otra cosa sino llorar y suspirar, sin hablar palabra alguna, y que así, acompañados de silencio y de lágrimas, habían llegado a aquella venta, que para él era haber llegado al cielo, donde se rematan y tienen fin todas las desventuras de la tierra.
Ella, con breves y discretas razones, contó todo lo que antes había contado a Cardenio, de lo cual gustó tanto don Fernando y los que con él venían, que quisieran que durara el cuento más tiempo: tanta era la gracia con que Dorotea contaba sus desventuras.
No es maravilla, señora mía, que la vuestra grandeza se turbe y empache contando sus desventuras, que ellas suelen ser tales, que muchas veces quitan la memoria a los que maltratan, de tal manera que aun de sus mesmos nombres no se les acuerda, como han hecho con vuestra gran señoría, que se ha olvidado que se llama la princesa Micomicona, legítima heredera del gran reino Micomicón, y con este apuntamiento puede la vuestra grandeza reducir ahora fácilmente a su lastimada memoria todo aquello que contar quisiere.
Yo soy el que no tuvo ánimo para ver en qué paraba su desmayo, ni lo que resultaba del papel que le fue hallado en el pecho, porque no tuvo el alma sufrimiento para ver tantas desventuras juntas, y así, dejé la casa y la paciencia, y una carta que dejé a un huésped mío, a quien rogué que en manos de Luscinda la pusiese, y víneme a estas soledades, con intención de acabar en ellas la vida, que desde aquel punto aborrecí como mortal enemiga mía.
Y si es que vosotros, señores, venís con la mesma intención que otros han venido, antes que paséis adelante en vuestras discretas persuasiones, os ruego que escuchéis el cuento, que no le tiene, de mis desventuras, porque quizá, después de entendido, ahorraréis del trabajo que tomaréis en consolar un mal que de todo consuelo es incapaz.
Buscando las aventuras por entre las duras peñas, maldiciendo entrañas duras, que entre riscos y entre breñas halla el triste desventuras, hirióle amor con su azote, no con su blanda correa, y, en tocándole el cogote, aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso.
Si gustáis, señores, que os diga en breves razones la inmensidad de mis desventuras, habéisme de prometer de que con ninguna pregunta, ni otra cosa, no interromperéis el hilo de mi triste historia, porque en el punto que lo hagáis, en ése se quedará lo que fuere contando.
Alguna cosa nueva debe de ser, que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco.
Paréceme, señor mío, que todas estas desventuras que estos días nos han sucedido, sin duda alguna han sido pena del pecado cometido por vuestra merced contra la orden de su caballería, no habiendo cumplido el juramento que hizo de no comer pan a manteles ni con la reina folgar, con todo aquello que a esto se sigue y vuestra merced juró de cumplir, hasta quitar aquel almete de Malandrino, o como se llama el moro, que no me acuerdo bien.
Y lo que yo saco en limpio de todo esto es que estas aventuras que andamos buscando, al cabo al cabo, nos han de traer a tantas desventuras que no sepamos cuál es nuestro pie derecho.
Sábete, amigo Sancho respondió don Quijote, que la vida de los caballeros andantes está sujeta a mil peligros y desventuras, y, ni más ni menos, está en potencia propincua de ser los caballeros andantes reyes y emperadores, como lo ha mostrado la experiencia en muchos y diversos caballeros, de cuyas historias yo tengo entera noticia.
Ése es el último papel que escribió el desdichado, y, porque veáis, señor, en el término que le tenían sus desventuras, leelde de modo que seáis oído, que bien os dará lugar a ello el que se tardare en abrir la sepultura.
Sepa, señor maese Nicolás que éste era el nombre del barbero, que muchas veces le aconteció a mi señor tío estarse leyendo en estos desalmados libros de desventuras dos días con sus noches, al cabo de los cuales, arrojaba el libro de las manos, y ponía mano a la espada y andaba a cuchilladas con las paredes, y cuando estaba muy cansado, decía que había muerto a cuatro gigantes como cuatro torres, y el sudor que sudaba del cansancio decía que era sangre de las feridas que había recebido en la batalla, y bebíase luego un gran jarro de agua fría, y quedaba sano y sosegado, diciendo que aquella agua era una preciosísima bebida que le había traído el sabio Esquife, un grande encantador y amigo suyo.

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