Ejemplos con desvergüenza

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cotis o Cotito, deidad griega, adorada en muchas partes de la Antigua Grecia e Italia, diosa hermafrodita de la impudicia, desvergüenza y obscenidad.
Aquél era ingenioso y culto como ya sabemos, éste un hombre vulgar que suplía a menudo el ingenio con la desvergüenza.
Este era un regato, el cual regato nacía en un cerro vecino, y dejando morirse de sed durante el verano a la pobre campiña que atravesaba, tenía la desvergüenza de inundar varias veces cada invierno, y merced a las aguas que le prestaban las lluvias y las destilaciones del cerro, la parte más baja de la villa a cuya proximidad pasaba.
Pero alquilé mi pluma y mi bilis, y tal fue mi desvergüenza, que hasta tengo admiradores.
Era tan lealmente cínico en cosas de amor, que sólo una loca o una pervertida tendría la desvergüenza de dejarse cortejar seriamente por él.
Tendida en los almohadones de raso, con aire distinguidísimo, paseaba la condesa de Albornoz su desvergüenza, dando la derecha a su amiga y pariente la marquesa de Valdivieso, vestían entre las dos primas los colores nacionales: traje amarillo con mantilla negra la de Albornoz, rojo con mantilla blanca la de Valdivieso, y grandes peinetas de carey una y otra, con ramos de claveles blancos y encarnados en la cabeza y en el pecho.
¡Pues ya lo creo que la defiendo! ¡Su desvergüenza! La desvergüenza de ustedes justifica la suya Si vosotras la tenéis para recibirla, ¿por qué no la ha de tener ella para presentarse?.
La esposa, por su parte, era también feliz, zambullida en su desvergüenza, como los héroes griegos en la Estigia, habíase hecho como ellos invulnerable, y con su audacia infinita y su cínica travesura femenina, lograba el único fin de su vida, natural anhelo de su vanidad inmensa: sobreponerse a todo el mundo, ser siempre la primera y lograr que todas las lenguas le rindiesen vasallaje, ocupándose constantemente, para bien o para mal, que eso poco importaba, de su persona y de sus cosas.
A las doce menos cuarto llegó la condesa de Albornoz, imponiendo a todo el mundo su desvergüenza y su cinismo, haciendo fango en el mismo cieno, según la enérgica expresión de un historiador antiguo.
¡Bah! A eso y mucho más llega su desvergüenza.
Mas este algo podrido, esta charca hedionda, desbordada siempre por la desvergüenza propia y la cobardía ajena, mezclándose con el agua pura y comunicándole en apariencia sus impurezas, habíala ella estancado en casa de la Albornoz, y al quedar deslindados los campos, la lógica de los números metió la mano inexorable del gran mundo y sacó tan sólo catorce mujeres perdidas, por ciento veinte mujeres honradas.
Miróla Diógenes de hito en hito, y con la procaz desvergüenza de su lenguaje de taberna, con la inexorable lógica de su profundo buen sentido, contestó al cabo:.
Vamos, papá, perdona mi desvergüenza filial, pero tú no sabes lo que te pescas.
Jaime trajese a cuento sus pasadas conquistas, imitando la desvergüenza patriarcal del hijo de Saturno.
Y el muy imbécil tal vez se divertiría, tal vez estarían con él las hermanitas, y todos juntos mirarían con desprecio a la gente que se pasea por bajo, sin pensar que de allí podría salir un acusador anónimo que les gritara: ¡Todo ese lujo, esa altivez que ostentáis, son debidos a la trampa, a la desvergüenza, a que vuestra madre es una!.
¡Imagínate el cinismo, la desvergüenza, el desenfreno que produciría esta murmuración a gritos, y el escándalo, los divorcios, los desagravios, los castigos, los desquites, los horrores que llevaría al seno de las familias!—¡Espanta el pensar en ello!.
Durante el primer curso conservaron el aspecto algo encogido de chicos criados entre faldas y limpios de lenguaje, no hechos a la libertad de andar solos por la calle, mas al poco tiempo fueron abriendo oídos a la malicia y teniendo la lengua pronta para la desvergüenza: entróseles la picardía al pensamiento como ciencia infusa, aprendieron a decir palabrotas, pegóseles algo de ese impudor que se recoge al paso, y aumentaron su vocabulario con frases soeces y giros achulados, cuyo sentido acaso no entendían, repitiendo tales cosas por imaginar que hablando gordo harían viso de hombres bragados.
No se recataba ya para estudiar, y hacía público alarde, con la mayor desvergüenza, de su decidida inclinación a tomar el grado aquel mismo año, llegando hasta la audacia de escribir un trabajo muy bueno sobre la dextrina, e ilusionándose con la idea de hacer oposición a una cátedra.
El marqués no inventó la pólvora, es cierto que no, y la moza se distraerá con los de su clase cuanto quiera, dígalo el bailoteo en la gaita de hoy, pero no iba a tener la desvergüenza de pegársela en sus barbas, con el mismo capellán.
Y Nucha entretanto se divertía infinito con su protegido, hacíale gracia su propia desvergüenza, sus instintos truhanescos, su afán por apandar huevos y fruta, su avidez al coger las monedas, su afición al vino y a los buenos bocados.
Sabed, amigo Lotario, que tengo una pena en el corazón que me le aprieta de suerte que parece que quiere reventar en el pecho, y ha de ser maravilla si no lo hace, pues ha llegado la desvergüenza de Leonela a tanto, que cada noche encierra a un galán suyo en esta casa y se está con él hasta el día, tan a costa de mi crédito cuanto le quedará campo abierto de juzgarlo al que le viere salir a horas tan inusitadas de mi casa.

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