Ejemplos con dejadez

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tan solo tenía un rival para ello al que derrotó consiguiendo mejor resultado final y logrando la ansiada cátedra que hacía más de treinta años que no ocupaba nadie, debido a la incultura y dejadez que había sufrido dicha ciencia.
En la actualidad, se encuentra en un grave deterioro por la dejadez de todas las administraciones sevillanas, durante el siglo XX y XXI.
Lo cierto es que existe un acuerdo general en afirmar que sus obras guardan un profundo y variado entramado personal, donde se reflejan las relaciones de clase, la opresión de las clases obreras, la explotación del proletariado - su propio padre era minero -, la dejadez del ser humano, el vicio, la corrupción, la censura, la opresión y la superficialidad del emergente sistema capitalista.
También hubo gran falta de medios económicos para la creación de bibliotecas de aulas, material didáctico y talleres, una minoría del profesorado no colaboraba, incomprensión y a veces dejadez de la administración, falta de espacios e instalaciones.
La dejadez en sus deberes como emperador, sumado a la situación de inestabilidad interna, llevó al imperio a perder grandes extensiones de terreno a manos de los musulmanes del norte, incluyendo plazas como Goa, Chaul y Dabhol.
Por dejadez de Yahuar Huácac, que no creyó en los informes, los chancas sitiaron el Cusco.
Entre otras causas, lograron sacarlos por la dejadez de Emilio Llano, guardia de la mina.
Además, ya que los maestros serían seglares, se llegaría a un estado de dejadez que perjudicaría la enseñanza.
Lo que puedo asegurar es que no fue por dejadez o desapego mío, pues todas las he escrito no sólo con la pluma, sino con mi corazón.
Verloc trabaja como espía para la embajada rusa, y un día recibe la orden del embajador de poner una bomba en la misma, para provocar la atención de la policía británica, como denuncia por su supuesta dejadez en sus funciones de protección, bajo la amenaza de que si no lo hace, será expulsado de su puesto de trabajo.
Españolay española del sur, de la Andalucía melancólica y riente, que es una Castilla más suave y refinada, más amanerada y elegantees la poesía de Juan Ramón Jiménez: andaluza es su tristeza nativa, su alegría dolorosa, su dejadez y abandono, su reconcentramiento altivo, su sobriedad de gesto y abundancia de expresión, su suprema distinción y elegancia inexplicables e inconfundibles.
Al ir de vacío rodaban con cierta dejadez, y al volver cargados, el conductor manejaba la fusta, el caballo trotaba animosamente y repiqueteaban las campanillas de la frontalera.
Tuvo que responder con graves saludos a las presentaciones que iba haciendo su sobrino, y estrechó la mano que le tendía el conde con aristocrática dejadez.
Era Jacobo muy perezoso y costábale gran trabajo arrancarse del lecho, dio en él varias vueltas, estirándose y revolviéndose con esa dejadez del que no tiene cuidados, ni le esperan obligaciones, ni encuentra para saludar al nuevo día otra fórmula, otra oración, otro brote de sentimiento que un prolongado bostezo.
Su diligencia pasmosa trocábase en dejadez, y como las madres la reprendieran, no les respondía nada cara a cara, pero en cuanto volvían la espalda, dejaba oír gruñidos, masticando entre ellos palabras soeces.
Fuera cansancio físico o dejadez moral, había en su figura cierto melancólico abandono, interrumpido a veces bruscamente por movimientos de una gracia encantadora que tenía algo de felina.
Con lento andar llegó la procesión a su término, que era un camposanto humilde, sin mausoleos pomposos, poblado de cruces, las unas derechas, otras caídas o inclinadas con dejadez, como si quisieran descender al reposo que gozaban los muertos.
¡El agua! verdadera hacedora de paraísos terrenales, elemento primordial de la riqueza pastoril, que los que no la tienen reclaman a gritos, y que tantos otros desperdician inconscientemente, pues dejar de aprovecharla hasta la última gota cuando se tiene poca, o todo lo que de ella se necesite, cuando abunda, o permitir que perjudique en demasía, cuando, el drenaje, se puede hacer de campos, al parecer inservibles, emporios de riqueza, es todo uno y demuestra ignorancia, rutina y dejadez.
¡Cuán pocos han sido, en tierra argentina, los árboles así clavados en el suelo, bastante arraigados y firmes para conservar intacta, a través de los años, la cuna familiar, salvándola de la destrucción que, para el gaucho pobre, siempre han traído consigo los vicios, la dejadez, el despilfarro y las trampas!.
Pocos montes nuevos habían surgido, se comprende: ¿quién va a poblar en esos campos anegadizos? Una que otra zanja insignificante, perdida entre esta masa de agua, indicaba, por lo impetuoso de su corriente, las ganas que tienen de ser desagotados, y lo que podría producir el espíritu de asociación, con alguna iniciativa inteligente, en vez de la ruina, hija de la dejadez y de la mezquindad de gobiernos y particulares.
No supo resistir y murió, inconsolable, con razón, pues la misma borrasca que lo volteó, pronto hizo zozobrar, con toda su tripulación tan gentil y guapa, en los escollos de la dejadez y del vicio, la pobre navecilla familiar que tan bien creía haber dirigido.
Se proponía aprovechar la ocasión para avergonzarlos de su antipatriótica dejadez, pero el juez de paz detuvo el chasque, diciendo:.
El cuerpo, bien conformado y correctísimamente vestido, por el modo de caer en la silla y el ritmo de todos sus movimientos, acusaba la propia dejadez reflejada en los ojos y en el gesto.
Tenía la cabeza pesada y la vista torpe, mientras caminaba entre los desvíos ejecutando su trabajo con dejadez.
Y al decir esto oprimía dulcemente con el suyo el brazo del torero, en que apoyábase con dejadez retadora a la vez que acercaba su rostro congestionada por el calor, por las copas de manzanilla que habíanla hecho beber y por el deseo que le resecaba los labios, al par que las fauces al de Antonio, que ardía al conjuro de aquel hálito juvenil de mujer hermosa y enamorada y procuraba embriagarse en él para no mirar el coqueteo de Maricucha con don Paco, que había sacado a relucir, para con la gitana, todo su vasto repertorio de habilidades y tunanterías de hombre ducho en tales andanzas y aventuras.
Al verlos tan tranquilos, tan apegados a su cáscara y tan satisfechos y enamorados de ella, verdaderamente se duda si el estado material de la villa es obra de la dejadez del habitante, o si el habitante es así porque haya encarnado en su naturaleza, como espíritu, la catadura singular de la villa.
Aquí empezó a flaquear la firmeza de la hasta entonces enhiesta medianía de la casa, mucho por la natural dejadez del padre, algo por no pecar de hacendosa la madre, y el resto por falta de estímulo en los dos para enmendarse en presencia de la ingénita apatía y mortal endeblez del hijo.
Menos lo del «bajón» y sus consecuencias, todo lo que mi tío me contaba en esta carta me lo tenía yo bien sabido, y sabía también, por lo que se deducía fácilmente de su anterior y escasa correspondencia con nosotros y lo poco que me había dicho mi padre, que su hermano Celso era un hombre campechano, de escasas letras y excelente corazón, agudo de magín y un tanto marrullero, como buen montañés, y más cuidadoso del cultivo y prosperidad de sus tierras y ganados, que del fomento de su cariño a la familia que le quedaba, dejadez que a ratos tocaba en una indiferencia que parecía rayana del absoluto olvido.
Pero como también era indolente, no hacía maldito el caso de la doctrina que le imbuían el cochero, el ayuda de cámara, los marmitones y toda la legión de tunos que pululaban en aquella casa al amparo de la vanidad de su marido y de su propia dejadez.
sensual de la juventud y la dejadez del cuerpo tras de las noches.

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