Ejemplos con callad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Callad, que os haré poner un casco ardiendo sobre la corona, si mucho habláis.
¡Callad, demonios! Dejadme en paz.
Callad, escuchadme: os sobra razón, y en armonía con vuestros sentimientos doy a los gloriosos Estados el nombre de.
¡Ah! ¡Callad! ¡No digáis eso! No habéis.
¡Callad, hijos míos, callad!gritó don José:¿Vais a reñir ahora? Yo no diré tanto, pero Mendizábal fue un gran hombre.
¡Callad! porque si estoy loco, mi libro es una verdad.
Callad, Sancho dijo don Quijote, y no interrumpáis al señor bachiller, a quien suplico pase adelante en decirme lo que se dice de mí en la referida historia.
Callad, hijas les respondió don Quijote, que yo sé bien lo que me cumple.
-Callad, callad, amigos míos -respondió Morrel con voz entrecortada por la emoción-.
—Callad —les dijo—, que con todo el mal que me ha causado, confieso que no las.
-Callad, enemigos malos -exclamó mi madre, viendo nuestra impaciencia porque Juan hablase-, que cuando los mayores no necesitamos que nos dé cuenta de su vida para quererle como si hubiera nacido aquí, pues, demasiado dice su cara que es tan bueno como nosotros, no es cosa de que unos renacuajos se la pidan.
Si tenéis interés en ello, tomad vuestro partido cun presteza, si no, callad, no juzguéis temerariamente, pero rogad a Dios por ambos, que las oraciones podrán no ser inútiles.
- Poned, moços, la escala e callad, que me paresce que está hablando mi señora de dentro.
- ¡Callad, locos, vellacos, sospechosos! Parece que days a entender que los ángeles sepan hazer mal.
- ¡Callad, zopencos! ¡Qué Tetuán ni qué calabaza! ¿No veis que ha dicho «Lanjarón»? ¡Perros moros! ¡Harto me enteré yo ayer tarde de lo que hablaban los amos sobre sus herejías!.
-¡Callad! No digáis eso, Debray -replicó Beauchamp riendo-, porque ahí tenéis a Chateau Renaud, que, para curaros de vuestra manía, os introducirá por el cuerpo la espada de Renaud de Montauban, su antepasado.
¡Ah, callad! -continuó el conde con tono despectivo-.
-¡Callad! -dijo el desconocido-, oigo ruido.
Callad, pues, y demostrad más firmeza.
-¡Callad! El hombre siempre es hombre, y vos uno de los mejores que yo haya conocido.
- Callad, callad, nora en tal, mujer de bien, y andad con Dios, que yo no hallo causa para descasaros, y, pues comistes las maduras, gustad de las duras, que no está obligado ningún marido a tener la velocidad y corrida del tiempo, que no pase por su puerta y por sus días, y descontad los malos que ahora os da, con los buenos que os dio cuando pudo, y no repliquéis más palabra.
-¡Locos, traidores!, ¿qué fazedes? ¿Cómo osades llegar a la puerta nin fablar? ¡Callad, sinon todos, también vós como yo, todos somos muertos!.
Obedecedme en absoluto, y callad.
Callad, por Dios, que tengo ya atolondrada la cabeza de oíros.
- Callad, charlatanas.
«¡Oh glotones! callad, ya, ya os entiendo,.
Padeced y callad enhoramala, que más hacemos nosotros en atormentaros que vosotros en sufrirlo.
ESTEBAN: Callad, que me siento arder.

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