Ejemplos con observé

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Observé que una caja de municiones estaba incendiada siendo el fuego extinguido con gran dificultad.
Sur un cas de polygamie observé dans la Bryone commune.
Note sur un eClusiae mâle portant des fleurs femelles monstrueuses à ovaire stérile accrescent, observé à la Guyane.
Yo vi esta escena desde atrás de un árbol y observé a algunos de los japoneses cortando carne de sus brazos, piernas, caderas, nalgas y llevársela hacia sus cuarteles.
en aquellos terribles momentos, observÉ a un joven fraile que mientras se agarraba con una mano a una cabo del barco -y llegándole el agua hasta el cuello-, bendecía con la otra a cada uno de los náufragos que, ante sus ojos, desaparecían bajo el mar.
Que el Coronel García y los otros oficiales a su mando, merecían ser distinguidos, puesto que en ninguno de los puntos de defensa, se hizo más vigorosa, ni con más fuego, pues duró diez horas y medio por la tenacidad del enemigo al abrigo de los muros del Convento y parapetos y colchones con los que se guarecían las alturas según lo que vi y observé estando destinado en ese punto.
Cuando regresábamos observé en aquel hombre extrañas señales que me infundieron sospechas: se mostraba taciturno, preocupado, examinaba con atención mis armas, dirigía miradas penetrantes en torno suyo, apenas comía.
No sé qué tiene que ver el orgullo con estole observé.
Así, pues, yo no tenía el más remoto derecho a considerarme un hombre feliz, y observé a mi compañero.
Observé que mis palabras ardientes en castellano declamatorio, parodia de las famosas endechas de don Juan Tenorio en el sofá, la impresionaron hondamente y la movieron a estupor y curiosidad seguida de infantiles risotadas.
Indicios de esta ignominia observé al pasar por algunas calles.
Al través de los espesos vapores que, a mi parecer, levantaba mi apasionado lirismo, observé que el rostro de doña Cabeza se ponía muy serio, que en su boca graciosa expiraba la última risa, que aparecían después unos pucheritos muy monos.
Otras muchas rarezas vi y observé, que no cuento a mis buenos lectores porque quiero irme derecho al asunto de más interés.
Observé que en la última parte del ceremonial, cuando los estaban en la plenitud de su abstracción litúrgica, asomaron en la entrada de la capilla dos o tres viejas y algunos inválidos que habían despachado sus misas.
Ambos, al entrar en la Comandancia, pasaron rozando conmigo: observé sus gabanes largos llenos de polvo, las hilachas de sus pantalones, la chafadura de los hongos negros de seda, blanqueados del polvo, los cuellos de camisa no mudada en luengos días, el deterioro general de sus ropas, los guantes por cuyos descosidos asomaban los dedos, noté las caras soñolientas, mustias, avergonzadas.
La vi de rodillas, al levantarse para tomar asiento en un banco, observé en su movimiento perezoso la intención de buscar un propicio instante para mirarme.
A Muley El Abbás le observé sereno y grave: oyó mis noticias del estado de la opinión en Tettauen, sin mostrar alarma ni abatimiento, asegurándome que había reforzado la guarnición de la plaza con gente guerrera de la mejor que tenía.
En la estación del ferrocarril no me conoció nadie: al atravesar la plaza, oí tres o cuatro voces que dijeron con asombro: ¡Nicolasa! ¡Nicolasa! y luego observé que a larga distancia me fueron siguiendo dos muchachas de mi tiempo, una con un chico en brazos y, mira, aquélla me dio envidia.
Al dárselo observé que tenía los ojos arrasados en lágrimas.
Mientras Gabriela me servía, observé al chico.
Observé que por sus mejillas exangües y marchitas rodaban gruesas lágrimas, dos lágrimas seniles, de esas que no se pueden contener.
Cuando me vi en salvo, he aquí lo que observé y cómo me dí cuenta de todo lo ocurrido en tan poco tiempo.
Cuando dimos el primer ataque en Mengíbar, yo saqué mi espada, y a los primeros golpes que di en unas yerbas observé que no cortaba.
El sitio donde yo estaba se vio despejado por el avance de nuestras tropas, y en casi todos los jefes que allí había observé tal expresión de gozo que sin duda consideraban asegurada la victoria.
Amaranta se levantó rápidamente, y en su semblante observé señales de repentina cólera.
Grande fue mi alegría cuando te vi abrir los ojos, cuando te oí pronunciar algunas frases oscuras, y observé que tus heridas no parecían de mucha gravedad, así es que en cuanto dimos sepultura a tu buen amigo, me ocupé de los medios de traerte a mi casa.
Los tres me miraron y yo observé claramente cuanto me rodeaba, pudiendo apreciarlo todo sin mezcla de vagas imágenes, ni mentirosas visiones.
Todo lo que acabo de apuntar lo observé, lo comparé, lo pensé, lo deduje en un momento en que estuvimos callando, ella turbada con la mirada baja, y yo contemplándola absorto y enamorado.
Desde este sitio fuí siguiendo la canal, pero a distancia de media milla dimos sobre bajos, despues de haber varado infinitas veces: arrimamos a la isla para aguardar la bajamar, a ver si en ella descubria algun canalizo por donde seguir, observé la pleamar a la una y un quinto de la tarde, de que se sigue que el dia de la conjuncion ser a las cinco y un quinto.
A las siete y media de la mañana salí de la expresada barra, y navegué al NNE hasta las doce del dia, que habiéndose llamado el viento a la proa, navegué a remo hasta las tres de la tarde, que desembarqué en la Isla de Bordas, y desde ella observé que rompia la mar por la parte de afuera desde el NE hasta el SE.

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