Ejemplos con muletos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Si en su cabeza dura germinó la semilla revolucionaria, no fue sólo por el ardor irreflexivo que tales ideas despertaban, sino porque honradamente creía que toda aquella música de , , había de favorecer la fácil introducción de mulas y muletos, su más pingüe negocio.
Decidió, pues, callar por lo pronto, y de modo disimulado ir aflojando en el asedio de la muchacha con toda la rapidez que le permitiera su decoro, porque no era cosa razonable el ir a jugarse la piel con un mozo que ya llevaba en la conciencia tan negro bagaje y, sobre todo, no estando él, como no estaba, la chaveta perdida por la muchacha, que si él había puesto en ella sus ojos, habíalo hecho más que pensando en el negror de sus grandes pupilas de antílope febril y en su cuerpo maravillosamente cincelado, acordándose de que el Calderero tenía una cuadra de muletos que quitaba las tapaderas de los sentidos, una huerta en el camino de San José, donde los melones que se daban eran más dulces y jugosos que los de Almogía, y, además, en la calle de los Cristos un corralón con más habitaciones que celdillas tiene un panal, no siendo más que una la heredera de tan privilegiada fortuna.
Usté supóngase que, el mu alma mía, se me ha dejao caer ofreciédome por los seis muletos y los dos potros dos mil pesetas, cuando las dos mil pesetas, como usté sabe mu requetebién, lo valen na más que el pasarle las manos por las ancas.
-Pos por una razón mu sencilla, porque, según me acaba de decir el señor Juan, Pedro el de Osuna, el que ha venío a ver si puée arrecoger los seis muletos y los dos potranquillos, anda dándole coba a la Lucesita, y como la Lucesita, sin ser mala, le gusta más el chufleo con los hombres que a ti mirarte en los ojos e mi cara.
-Vamos a ver -preguntó maliciosamente a su marido-: ¿qué te costaron a ti los seis muletos y los dos potranquillos?.
Si en su cabeza dura germinó la semilla revolucionaria, no fue sólo por el ardor irreflexivo que tales ideas despertaban, sino porque honradamente creía que toda aquella música de Prim, Libertad, había de favorecer la fácil introducción de mulas y muletos, su más pingüe negocio.

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