Ejemplos con menudeaban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Deseaba hacer de él un prodigio, para sorprender a los otros profesores cuando se abriesen las clases, y los golpes menudeaban.
Pues ¿y la riña en una posada flamenca? Era cosa de risa ver cómo volaban los tiestos hechos añicos, y rodaban las cacerolas de cobre, y los dos gañanes de Van Oustade, deformes y ridículos, repartían mojicones, menudeaban puñadas y exageraban con lo grotesco de la actitud su simiaca fealdad.
En las tertulias de mi tienda menudeaban los noticiones y las profecías políticas.
Ni en aquella tarde ni en todo el día siguiente pude ver a , porque en mi casa menudeaban las visitas.
Los registros en las casas menudeaban como en tiempo de los españoles y las avanzadas de las fuerzas americanas invadían nuestras líneas, provocando a nuestros centinelas, en fin sería darle a este escrito una extensión desmedida si yo continuara relatando uno a uno los abusos y atropellos cometidos por la soldadesca americana en aquellas días de ansiedad general.
Los proyectiles menudeaban, y con ellos las voces de aquella endemoniada mujer.
Esparavanes y sobrehuesos menudeaban sobre la ambulante carroña.
Los que estaban debajo de la arcada de la puerta, conociendo su peligro y creyéndose a cubierto por algunos instantes, menudeaban los golpes deseosos de terminar aquella horrenda escena, pero cuando más descuidados estaban, por unos agujeros, sin duda practicados de intento en las piedras, comenzó a llover sobre ellos aquel rocío infernal, y al querer retirarse, las piedras que caían por los matacaspas acabaron de estropearlos.
Las desazones, porque cada contrariedad le producía una mayúscula, y las contrariedades, verdaderos gajes de su oficio, menudeaban a maravilla, y su carácter, lejos de mejorar con los años, cada día era más vidrioso y quebradizo.
De este suceso nació una antipatía horrible entre los dos pueblos, y bastaba que en uno se dijese «¡viva la Pepa!», para que el otro gritase «¡viva la Juana!», y como de todo ello se juzgaba en otras aldeas circunvecinas con diversidad de criterios, menudeaban las palizas en el valle, que era una bendición.
Ello es que estas caricias menudeaban.

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