Ejemplos con hercúleas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entonces, aquel río de furias desgreñadas, aquellas turbas harapientas, atajaron el paso al coche, y sobre las magníficas faldas de las damas, pálidas de sorpresa y medio muertas de miedo, comenzó a caer en lluvia pastosa y sucia el barro arañado de entre los adoquines o cogido en las socavas de los árboles, y empezaron a silbar por el aire trozos de cascote, escuchándose los rugidos de las amotinadas, que vociferaban: ¡Mueran los ricos! Dos o tres piedras chocaron contra la caja de la carretela, quedó herido el lacayo, una moza de fuerzas hercúleas metió un garrote entre los radios de una rueda y apalancando con alma para que no se moviera el coche, faciltó que por la trasera de éste treparan varias chicuelas ansiosas de arrancar de los sombrerillos las primorosas flores pagadas en París a peso de oro.
No supo lo que hacía, y sus fuerzas hercúleas asumieron todas sus facultades, oscureciendo al filósofo, al místico, al clérigo, para revelar el gigante.
Debía tener fuerzas hercúleas aquel arrogante granadero de la Iglesia, y si bajo el punto de vista corporal estaba admirablemente constituido para las misiones, no lo estaba menos en el orden espiritual, por ser hombre de muchas sabidurías, eruditísimo en las letras sagradas y bastante fuerte en las profanas, elocuente en el púlpito y persuasivo en la conversación, águila en la cátedra y lince en el confesionario.
Amor es revelación de poesía, magisterio que consagra al poeta, visitación por cuyo medio logra instantes de poeta quien no lo es, y en la misma labor de la mente austera y grave, en la empresa del sabio y el filósofo, de él suele proceder la fuerza que completa la unidad armoniosa de la obra del genio, añadiendo a las síntesis hercúleas del saber y a las construcciones del entendimiento reflexivo, el elemento inefable que radica en las intuiciones de la sensibilidad: la parte de misterio, de religión, de poesía, de gracia, de belleza, que en la grande obra faltaba, y que después de un amor, real o soñado, se infunde en ella, para darle nueva vida y espíritu, nuevo sentido y trascendencia: como cuando la memoria de Clotilde de Vaux, obrando, a modo de talismánico prestigio, sobre el alma de Comte, hace transfigurarse el tono de su pensamiento y dilatarse los horizontes de su filosofía con la perspectiva ideal y religiosa, que hasta entonces había estado ausente de ella, y que por comunicación del amor, el antes árido filósofo descubre y domina, llegando casi a la unción del hierofante.
Todos eran fornidos y jóvenes, de achocolatado cutis y hercúleas espaldas,.
Cuando vieron el sillón de brazos, les costó comprender que aquel extraño ser que lo había ocupado, lleno de vigor, o más bien de hercúleas fuerzas, era ahora un cadáver.
Era un joven como de treinta años, alto, bien proporcionado de espaldas hercúleas y cubierto literalmente de plata.
El hombre que después de atravesar las piezas de habitación de la casa, penetró hasta el patio en que hemos oído la conversación de la señora mayor y de las dos niñas, era un joven trigueño, con el tipo indígena bien marcado, pero de cuerpo alto y esbelto, de formas hercúleas, bien proporcionado y cuya fisonomía inteligente y benévola predisponía desde luego en su favor.
En realidad, con tantos ojos, él veía mucho más que cualquiera, rápido era su caminar por el número de sus pies y con sus hercúleas fuerzas podía ser capaz de levantar grandes pesas, muebles, coches, acaso todo un mundo.
Facundo, ignorante, bárbaro, que ha llevado por largos años una vida errante que sólo alumbran de vez en cuando los reflejos siniestros del puñal que gira en torno suyo, valiente hasta la temeridad, dotado de fuerzas hercúleas, gaucho de a caballo como el primero, dominándolo todo por la violencia y el terror, no conoce más poder que el de la fuerza brutal, no tiene fe sino en el caballo, todo lo espera del valor, de la lanza, del empuje terrible de sus cargas de caballería.
Era Senancourt un hombre de estatura gigantesca, de fuerzas hercúleas y de maravillosa.
-¡Ay! Ellos son terribles, diestros y de fuerzas hercúleas.
Cuentan del venezolano general Páez, el héroe de los llanos, que en la época de guerra a muerte con la metrópoli, tomó prisionero a un corpulento soldado español que gozaba reputación de hombre de hercúleas fuerzas.
El piloto que un tiempo las hercúleas.
No creas que me descuido en mis obligaciones hercúleas: en cuanto he visto a mi madre recobrando lentamente la vida, no he pensado más que en lo nuestro, y no siéndome posible separarme de mi enferma ni un día ni una hora, he mandado a Sabas a Barcelona, bien asistido de personas prácticas, para que vaya desbrozándome el terreno y averigüe si ha llegado el hombre, y dónde está y qué demonios hace.
Nos ha dicho el mismo señor Varela, que eran tan hercúleas las fuerzas de Moreira, que no podía desviar con la espada los golpes de aquella daga imponderable, que se movía en todas direcciones como una culebra de acero en contacto con una pila eléctrica.
Cabalgó don Lope ágil y vigoroso, salió a la plazuela, enderezó el rumbo a Carrascosa, y arrimando las espuelas al bruto, gallardo, firme, ceñido a él con las hercúleas piernas, se le vio muy pronto, como veloz Centauro, perderse entre los matos del sendero, aparecer en los tramos despejados, destacar su perfil sobre la cumbre de la sierra, y desaparecer como una sombra en la vertiente del otro lado.
El esfuerzo convulsivo supremo, hecho por el indio, agotó el resto de sus fuerzas hercúleas enervadas por los humos alcohólicos.

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