Ejemplos con ginoveses

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Murieron en estas dos fuerzas muchas personas de cuenta, de las cuales fue una Pagán de Oria, caballero del hábito de San Juan, de condición generoso, como lo mostró la summa liberalidad que usó con su hermano, el famoso Juan de Andrea de Oria, y lo que más hizo lastimosa su muerte fue haber muerto a manos de unos alárabes de quien se fió, viendo ya perdido el fuerte, que se ofrecieron de llevarle en hábito de moro a Tabarca, que es un portezuelo o casa que en aquellas riberas tienen los ginoveses que se ejercitan en la pesquería del coral, los cuales alárabes le cortaron la cabeza y se la trujeron al general de la armada turquesca, el cual cumplió con ellos nuestro refrán castellano: Que aunque la traición aplace, el traidor se aborrece, y así, se dice que mandó el general ahorcar a los que le trujeron el presente, porque no se le habían traído vivo.
Y habéis de saber que en España los misterios de las cuentas de los ginoveses son dolorosos para los millones que vienen de las Indias y que los cañones de sus plumas son de batería contra las bolsas, y no hay renta que si la cogen en medio el Tajo de sus plumas y el Jarama de su tinta no la ahoguen.
-¿Ginoveses andan a la sacapela con el dinero?-dijo él-.
Hijo mío, los ginoveses son lamparones del dinero, enfermedad que procede de tratar con gatos, y véese que son lamparones porque solo el dinero que va a Francia no admite ginoveses en su comercio.
La verdad adelgaza y no quiebra: en esto se conoce que los ginoveses no son verdad, porque adelgazan y quiebran.
Dígolo por los escribanos y ginoveses, que estos nos vuelan con las plumas el dinero de delante.
¡Sí, por cierto! ¡Ahí están los ginoveses de manifiesto y para venirse a la mano, como halcones al señuelo! Andan todos malencónicos y tristes con el decreto.
¿Qué haré, quando entre en tu cámara e retraymiento e la halle sola? ¿Qué haré de que no me respondas, si te llamo? ¿Quién me podrá cobrir la gran falta, que tú me hazes? Ninguno perdió lo que yo el día de oy, avnque algo conforme parescía la fuerte animosidad de Lambas de Auria, duque de los ginoveses, que a su hijo herido con sus braços desde la nao echó en la mar.
Ahora hay otras delicadezas que allá en los buenos tiempos antiguos no se usaban, y ni Tirso se atrevería a poner lacayos y ginoveses y Calle Mayor en la corte del rey David, ni Calderón el mar en la capital de Polonia.

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