Ejemplos con galopó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Doña Luz se compuso de suerte que hizo galopar al Padre y hasta correr a todo escape, y el Padre galopó y corrió sin vanagloria de hacerlo bien, haciéndolo perfectamente, y sin dar el menor indicio de que lo hacía por complacencia galante, ni por lucirse, sino cumpliendo con un deber.
Presa de un espanto sin igual, echó a galopar, castigando el mancarrón con furia, y galopó derecho nomás, leguas y leguas, atravesando lomas y cañadones, tropezando en las vizcacheras, castigando, espedeando, loco.
sudoroso se sacudió, libre de la montura, y galopó con relinchos trémulos.
objetos comprados y galopó con sus compañeros a lo largo de la llanura.
Si el viaje había sido a Santander, los comentarios subsiguientes, aunque del mismo género, eran más minuciosos, y jamás se le olvidaba contar que, merced a su destreza, el caballo galopó muy erguido al salir por la Alameda, a consecuencia de lo cual todo el ''señorío'' que en ella paseaba se le quedó mirando, y muchos personajes le saludaron, entre ellos uno que llevaba bastón con borlas y que, en su concepto, debía de ser el Intendente.
Reculó el animal, volvió adelante, galopó algunos pasos, se paró de golpe y saltó cinco veces seguidas, en las manos tiesas, haciendo un derroche inútil y desesperado de fuerzas, en ese corcoveo rabioso, última y verdadera prueba del jinete.
Don Anastasio galopó hasta el jagüel, abandonado desde dos años, por no haberse necesitado, y vio que estaba bastante desmoronado, que los tres álamos que sostenían la roldana estaban todavía de pie, pero completamente podridos, y se fue para la estancia a hacerlo preparar todo.
Galopó en la dirección del viento, y al rato pudo ver, cruzando el cañadón y yendo hacia el arroyo, en larga chorrera, sus ovejas, que, azotadas por la tempestad, casi corrían, como si tuvieran prisa de encontrarse con la muerte.
Parece que el andaluz tuvo aviso cierto de que una muchacha que le traía sorbidos bolsillos y sesos, le daba coadjutor en sus ausencias, y una noche, jinete sobre el más brioso caballo de la hacienda, galopó hacia Ica, sorprendió a la hembra en callejón sin salida, la hizo en la cara un chirlo en forma de jabeque y, a corre que te pillan, se regresó a la Palma.
Galopó sin descanso hasta que anocheció, y al amanecer siguiente reanudó la carrera, sin parar más que alguna que otra vez para descansar, comer alguna raíz y dejar pacer al caballo.
Soñando ya con alguna belleza cuyo amor le hubiera reservado la suerte, dispuesto a conquistarla a las buenas o a las malas, galopó deprisa hasta divisar la población.
El día siguiente, a la madrugada, se puso en viaje don Joaquín con la tropilla, dejando a la mujer y a sus hijos en casa de unos parientes, y galopó veinte días, cruzando campos desconocidos, y acabó por llegar, el vigésimo día a la noche, a un paraje donde abundaban los avestruces.
Se fue lejos, galopó leguas y leguas, y por todas las regiones que iba cruzando parecía llevar consigo la sequía.
El paisano dejó el camino a la izquierda y galopó aún unas dos leguas en dirección a San Carlos, fortín que pertenecía a la frontera oeste y donde había estado años atrás tomando parte en aquel sangriento combate que dio Calfucurá al frente de cinco mil lanzas y en el que tanto se distinguió el valiente coronel Borges.
Así galopó esa noche y la mañana siguiente.
Y el maldito Afridonios, dejándole por muerto, lanzó su grito de victoria, grito de traición, y galopó hacia las filas de los cristianos.
El caballo en que iba sujeto Próspero, galopó largamente.
Galopó ella y él detrás.

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