Ejemplos con enamoraba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En realidad ya me había enamorado varias veces pero siempre habían sido amores imposibles de realizar por diferencia de edad, no sé, me enamoraba de las maestras, de las pibas más grandes y después no pasaba nada, obviamente.
Le interesaba, por ejemplo que usara el rojo, para hacer más brillante el verde, me enamoraba del verde, me enamoraba del amarillo y las cosas no resultaban.
Cada uno cofesó a sus respectivos amigos que se estaban enamorando, pero Furio, temeroso por su vida si se enamoraba de la mujer del jefe, vendió su casa y regresó a Italia.
Entre los siete y nueve años, participó en el taller infantil de creación literaria en la ciudad de Xalapa, impartido por el cineasta Octavio Reyes, donde tuvo sus primeras experiencias cinematográficas haciendo junto a otros niños, un largometraje audiovisual en el que un venusino de nombre Vigorito, viajaba de planeta en planeta hasta llegar a la tierra, donde tomó la forma de Fabrizio, que se enamoraba de una mujer bella a la cual gustaba acariciarle las piernas.
La enamoraba, sí, quedó el encanto: En Viña la hermosura, la audacia en Pancho.
En las noches de luna se la robaba, y en la Piedra Feliz la enamoraba.
Mientras más lecciones de estas cosas me daba mi amigo, más me enamoraba su carácter.
¡Loor a Allah, el Indulgente y Bondadoso! Me agradaba lo indecible verme solo junto a la mujer cuya blancura me enamoraba, blancor de rostro y manos, albor visible en el cabo de pierna y en los pies medio escondidos en las rojas babuchas bordadas de oro.
Cada uno se enamoraba a su hora.
un hombre extraviado que me enamoraba, que estaba prendado de mí, a quien por amor mío iba yo a cautivar el alma, haciéndola capaz de más altos amores.
Si yo fuera hombre me parece que la enamoraba y me casaba con ella.
Se enamoraba de cualquier joven que veía.
Para mí, por ejemplo, el mármol de Paros no adquiría pureza y excelsitud hasta considerarlo labrado por Fidias, el caolín era barro grosero, y sólo me enamoraba convertido en porcelana sajona, el zafiro había nacido para rodearse de brillantes y adornar un menudo dedo, el brillante, para temblar en un pelo negro, el basalto rosa, para que en él esculpiesen los egipcios el coloso de Ramsés, el ágata, para que Cellini excavase aquellas copas encantadoras en torno de las cuales retuerce su escamoso cuerpo una sirena de plata.
Sobre todo, y aparte del especial deleite estético que encontraba en esa disposición sorprendente de las rocas, decía Bruck que le enamoraba ver escrita en ellas la historia del globo, de su formación, del desarrollo de sus montañas y hundimiento de sus valles.
Tenía una fragata, a toda vela, pintada en el forro interior de su cúpula, que me enamoraba, y parecía estampada allí para enseñársela a unos cuantos de mis condiscípulos que se daban humos de pintores, porque sabían iluminar barcos con el amarillento jugo que sueltan en primavera los capullos de los chopos de la Alameda Segunda.
Inmediatamente echaba sobre el mostrador una pieza de lo pedido, y como la tienda había de ser oscura por necesidad, nuestra madre salía hasta la calle con el género entre brazos, siguiéndola nosotros y alzándonos sobre las puntas de los pies para ver la codiciada tela, que desde luego nos enamoraba.
¡Vaya una obrita! Se había de llamar El condenado por confiado, y era cosa sublime: un señor de horca y cuchillo que se hacía fraile, y después de hecho fraile se enamoraba de una monja.
Además, el mozo le enamoraba también, era tan discreto, tan sagaz como su madre y más amable, más suave en el trato.
De esta chica se enamoraba un forastero, ignorante de todo lo que pasaba y había pasado en aquella familia, el forastero era guapo mozo, muy honrado y sumamente noble y sencillo de carácter, por todo lo cual la chica llegaba a quererle con todo su corazón.
Entre tanto, como hemos dicho, pese a los gritos de su conciencia y a los sabios consejos de Athos, D'Artagnan se enamoraba más de hora en hora de Milady, por eso no dejaba de ir ningún día a hecerle una corte a la que el aventurero gascón estaba convencido de que tarde o temprano no podía dejar ella de corresponderle.
¡Vaya con la niña, y qué bien se le había pegado París, en el año que allí tuvo su residencia! Pues viéndola tan reguapa que a los mismos guardacantones enamoraba, y tan bien trajeadita que era el primer figurín de la Villa y Corte, todos decían: esa es la de Salamanca, o el número uno de las de Salamanca, error que se explicaba por no ser Risueño bastante conocido en Madrid.
Tiempo hacía que la enamoraba con disimulo, aprovechando toda buena coyuntura para convencerla de que debía entenderse con él, rescindiendo la contrata con Risueño.
Y Juan estaba seguro de no haber deseado jamás ni un beso de aquella criatura: nada de aquella carne, que más le enamoraba cuanto más se desvanecía.
naturalmente, se enamoraba de su mujer.
Aquella pasión suya terminada en flaqueza de carácter, aquella reserva interesantísima, que permitía suponer siempre un más allá en los horizontes de su alma, aquella decisión de triunfar o morir, aquel mismo resabio utilitario, todo me enamoraba en ella.
Ya se ve, como que estaba tan acicalada y tan bonita, todo el que pasaba se enamoraba de ella.

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