Ejemplos con concupiscencia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuando dijo a su pueblo: ¿Cometéis una indecencia que ninguna criatura ha cometido antes? Ciertamente, por concupiscencia, os llegáis a los hombres en lugar de llegaros a las mujeres.
A la concupiscencia se opone la virtud de la pureza y a ella dedica el Papa las últimas catequesis del ciclo.
La concupiscencia es la contradicción del significado esponsal del cuerpo.
Tal aclaración de Jesús sobre el alcance del adulterio llama sobre toda una comprensión del estado del hombre tras la caída y el modo en que la concupiscencia se introdujo en la vida del hombre.
Los dos estaban aquejados de , concupiscencia de saber, lujuria científica.
Otras veces, cuando leía el conjuro de San Gregorio el Magno a la concupiscencia: , lejos de mí las antorchas de la libidinosidad, que la sucia lubricidad no se asiente en las articulaciones de mi cuerpo, la imagen de Angustias se me presentaba más linda, cándida y adorable que nunca, y mis brazos, involuntariamente, se tendían para asirla contra mi pecho.
Yo bien sé que los libros son la expresión de la sociedad, y que la sociedad sólo a medias es discípula de los libros, pero ¿quién negará que cada uno de ellos es leña echada en el fuego de la concupiscencia, incentivo del general descreimiento, piedra en que tropiezan las voluntades mal inclinadas, ocasión nueva de desaliento para las voluntades marchitas? Por eso es obligación ineludible en el escritor cristiano y de bien ordenado entendimiento, aplicar su ingenio a la reparación del edificio social, lidiando por la familia, que es su primera y necesaria base.
En la amargara del desengaño había podido, sí, censurarse y declararse vil, afirmando que se había unido con el Príncipe Alejo, no por cumplir un noble propósito, animada de un sentimiento purísimo, sino sencillamente por satisfacer su propia concupiscencia, y hasta debía decirse que ese su propio fallo era atenuado.
Y no hay excelencia en lo creado, cuyo valer no estime y pondere en lo justo, ni beldad en quien sin concupiscencia no se complazca, porque tiene ya hartura y plenitud de deleites purísimos, ni riquezas que no mire sin codicia, porque está agraciada y como heredada de los más preciosos dones, y ama sin celos al amor que da Dios a las criaturas, por que las comprende en su mente e imagina que todo el amor que vierte Dios en ellas, le recibe y le guarda para sí propia.
La concupiscencia del espíritu es la peor de las concupiscencias.
Cualquiera tiene un desliz, la carne es flaca, por eso no es bueno para el hombre vivir solo, porque se encenaga, y como dijo quien lo entendía, es mejor casarse que abrasarse en concupiscencia, señor don Pedro.
Las pupilas del angelote rechispeaban, sus mejillas despedían lumbre, y dilataba la clásica naricilla con inocente concupiscencia de Baco niño.
Satisfecha esta concupiscencia, le apremió la otra, incitándole nada menos que a cobrarse por su mano de los dos cuartos prometidos, tomándolos del montón que tenía allí delante, a su disposición y albedrío.
—La fuerza y santidad de ese y de la cruz que ostenta ese consisten en la moral que simbolizan y en el Sacrificio que recuerdan, consisten en que ayudan a desarmar la ira, a templar la concupiscencia, a hacer al hombre hombre.
¡Cuán hermosa me parecía entonces, al pronunciar, con voz entrecortada por los sollozos, aquellas palabras, a las cuales yo no prestaba sino un vago sentido poético, y en cuya verdad profunda yo no creía! Hasta la dulzura de su misma religión se maleaba y viciaba en mi mente, interpretada por mi concupiscencia, y quitaba a mis ojos todo valor a aquella desolación suya, a aquella angustia con que miraba y repugnaba la caída, sin hallar fuerzas para evitarla.
Yo lo observaba y callaba, gozándome en su avariciosa concupiscencia, como se goza viendo un abismo, una tempestad, un incendio o cualquier aparente desorden de la naturaleza.
¡De ella, de ella ha de proceder esta delación inicua, de ella, que no pudo hacer de mí un esclavo de sus livianos caprichos, de ella, que se goza con verme humillado por sus coqueterías y su hermosura, como si yo fuera un imbécil petimetre aturdido por la vanidad y la concupiscencia! ¡Ah! ¡Qué ruines sentimientos! Ella y la corte de ridículos seres que la rodean son autores de esta persecución.
Pero ¿de qué le valía aquella severidad con que se trataba a sí mismo a la hora de despertar, con bilis en el gaznate, si después que se levantaba, y se lavaba, y se echaba mucha agua en el cogote, resucitaba en él, con el vigor de la vida, con la fuerza de su otoño viril, sano y fuerte, la concupiscencia invencible, el afán de gozar, la pereza del pecado convertido en hábito? Aquello iba mal, muy mal, su casa, la de su mujer, antes era aburrida, inaguantable, un calabozo, una tiranía, pero ya era peor que todo esto, era un.
Sintió una emoción de legítimo contento de sí mismo ante la conciencia clara, evidente, de que en el fondo de todos sus errores, y dominándolos casi siempre, había estado latente, pero real, vigoroso, aquel anhelo del hijo, aquel amor sin mezcla de concupiscencia.
mayor impedimento son, como el deleite de la carnal concupiscencia, en el cual el.
¡Así me perdone Dios tantos y tantos errores como me hicieron cometer la vanidad mundana y la concupiscencia!.
Ello es lo cierto que la concupiscencia no es tan feroz en el día como en tiempos pasados.
No hay sólo concupiscencia en la carne: la hay en el espíritu.
-Pero, señor don Gedeón, me deslumbra ya tanta concupiscencia de pensamientos, digásmolo así, entre los dos.
Por sus manos pasaban los volantes de gasa y tul, los faldellines de seda, las cintas frescas y crujientes, lo que las mujeres felices y animadas lucen en bailes y paseos, jamás un pensamiento de envidia, un temblor de concupiscencia, agitaba su resignado corazón.
Floraldo temblaba de concupiscencia y miedo a no poder apoderarse de la joya «única».
::¡Pero el viejo libertino se creía ya a punto de saciar su concupiscencia, el maldito viejo de corazón lleno de fuego infernal!.
Y al volver a mirar el grupo de su mujer y la cómica, a las cuales se habían agregado ahora Mocchi, Marta, Minghetti y Nepomuceno, sintió Reyes una especie de repugnancia, aquella paz moral que a ratos se apoderaba de su espíritu, y hasta pudiera decirse de sus entrañas, se le alarmó en el pecho, en la conciencia, le entró vivísimo deseo de apartar a su mujer de toda aquella gente, y sin poder dominarse, se acercó al grupo, y con gesto serio, que contrastaba con la alegría de todos, con el ambiente de vaga concupiscencia que envolvía al grupo, dijo Bonis con una energía en el acento que sorprendió a Emma, la única que se hizo cargo de ello por la novedad de la voz:.
Deben lavar, cocinar, cortar leña en el bosque con las manos, hacer corrales, domar los potros, cuidar los ganados y servir de instrumento para los placeres brutales de la concupiscencia.
Viene el otro estudiante o platicante de medicina y al ir a ordenar un medicamento a la cocina topa a la criada que se había hecho del ojo, y ella por darle gusto y apagar el fomes de la concupiscencia y titilaciones venéreas, empieza sus cernidillos y bamboleos, diviértese con el gusto y acribilla a golpes el pobre culo de escalón en escalón.

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