Ejemplos con billete

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Don Restituto no podía conformarse con que a él y a su Basilisa les diesen una entrada general de galería para contemplar de lejos la gran apoteosis de la eternidad, puesto que él pagaba el billete tanto como el que más y más que casi todos.
Y como si la suerte se complaciera en allanarle todos los caminos que emprendía, dale la corazonada de jugar un billete a la lotería, y le , como quien nada dice, más de medio millón.
Diciendo esto, introdujo la diestra en el bolsillo de su americana, y sacó unos papeles grasientos y verdosos, cuya vista despejó al punto el perruno entrecejo del empleado, que al recibir el billete bajó dos o tres tonos el diapasón de su bronca voz.
Tome usted para el billete de la señora.
¿Está usted loca? Y acabemos, que yo necesito el billete.
¡El billete, señora! ¡Su billete de usted!seguía gritándole el empleado, con no muy afable tono.
¡Eh, señora!, ¡señora! ¡El billete!.
¡Falta uno! El billete de la señora.
El labrador fué sacando de su faja toda aquella indigestión de ahorros que le hinchaba el vientre: un billete que le había prestado el amo, unas cuantas piezas de a duro, un puñado de plata menuda envuelta en un cucurucho de papel, y cuando la cuenta estuvo completa no pudo librarse de ir con el gitano al sombrajo para convidarle a una copa y dar unos cuantos céntimos a por sus trotes.
Pero ¿qué desesperación es la tuya? ¿No ponías en tu billete que deseabas la vida? ¿No me hablabas de una esperanza?.
Una mañana, por último, doña Luz escribió a doña Manolita el siguiente billete:.
Era difícil hacer llegar a sus manos carta o billete amoroso.
A propósito: cambíenme ustedes este billete de cincuenta pesetas.
Y Juanito, que hasta entonces había permanecido silencioso, contemplando a su madre con la misma expresión de arrobamiento que si fuese un amante, se apresuró a cumplir su deseo, y casi la arrebató el ajado billete que había sacado del limosnero, corriendo después al mostrador.
Juan había vuelto con el cambio del billete en monedas de plata, y su presencia hizo variar la conversación.
Desde ocho días antes no se encontraba un billete ni por un ojo de la cara, y la Contaduría y la casa del empresario hallábanse sitiadas por filarmónicos de ambos sexos que mendigaban hasta una delantera de palco.
¿Qué me importará a mí que sea mañana último día de billetes, ni que el número sea bonito o feo? Se me ocurre comprar un billete, y dárselo a Guillermina.
De él sacó un billete de Banco.
Maxi alargó la mano y recogió el billete, que estaba aún sobre la colcha.
Tocante a religiones y prácticas sociales que de ellas se derivan, Juan Pablo iba muy lejos, pero muy lejos, como que no le costaba nada el billete para tan largo viaje.
Pues que vaya inmediatamentedijo Maximiliano dando una palmada sobre la cómoda, pero aquello de llegar y en la misma estación coger el billete y zas al tren otra vez.
A Jacinta le daba miedo ver aquello, y entraba siempre allí con cierto respeto parecido al que le inspiraba la iglesia, pues el temor de llevarse algún billete de cuatro mil reales pegado a la ropa le ponía nerviosa.
Contestole el Delfín apretándole con mucha efusión las dos manos y arrugando el billete que estaba en ellas.
¿Te enfadarías si te quito este billete de veinte duros? ¿Te hace falta?.
Doña Bárbara se acuerda de haber visto el primer billete que llevaron a la tienda como un objeto de curiosidad, y todos convinieron en que era mejor una onza.
Algo se apuntó allí sobre el billete de Banco, que en Madrid no fue papel-moneda corriente hasta algunos años después, y sólo se usaba entonces para los pagos fuertes de la banca.
Todos los años compraba un billete entero, por rutina o vicio, quizás por obligación, como se toma la cédula de vecindad u otro documento que acredite la condición de español neto, sin que nunca sacase más que fruslerías, algún reintegro o premios muy pequeños.
Ido, desde que se dijo aquello del billete perdido, no volvió a levantar los ojos de su trabajo.
Ninguno sabía como él a un billete de cinco duros o de veinte.

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