Ejemplos con almibarado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En cuanto a dulces, destacar la tarta de Elche, que se trata de un bizcocho hecho a base de harina de almendra, almibarado para evitarle la sequedad, y con merengue por encima.
En México, se prepara de muchas maneras diferentes: crudo, salado, enchilado, almibarado, en helados, paletas congeladas, como agua fresca e, incluso, curtido con aguardiente conocido como Vino o Licor de Nance o de Nancite, según el nombre que reciba en cada país.
Se trata de un disco almibarado de sonido pop, donde se salva el single Tuesday morning y poco más.
No se pierde el don almibarado y pulido.
Era una mujer de mediana edad y de vulgar estampa, de rostro severo que a ratos volvíase almibarado.
Luego el frailito almibarado, que era nada menos que maestro de teología, llegose a Salmón y le dijo:.
Y no digo nada de aquella graciosísima invención que consistía en darme un dulce, y cuando yo todo almibarado de gozo me lo metía en la boca, resultaba más amargo que la misma hiel.
-Niñas mías -dijo Tafetán con semblante almibarado-.
-Señores -exclamó volviéndose a todos lados, un diarista almibarado, peli-crecido y amarillento- estos escándalos no son propios de un pueblo culto.
-¿Qué es eso de gente ordinaria? -exclamó la Primorosa atropellando a los que tenía al lado para abalanzarse hacia el almibarado joven-.
El ex-alcalde Foja se paseaba en medio del Arcediano, el ilustre Glocester, y del beneficiado don Custodio, el más almibarado presbítero de Vetusta.
Por éstas y semejantes alturas de imaginación andaba el hombre cuando salió de casa aquella mañana, y llegó al muelle de los Pitorras y atravesó el ancho tablero en que hormigueaban invitados y curiosos, y le vio pasar derecho a la escalerilla el almibarado Alhelí, sin que López le viera a él, ni tampoco a persona que le fuera simpática entre las varias que conoció en dos miradas de reojo que lanzó a diestro y a siniestro.
Era una mujer de mediana edad y de vulgar estampa, de rostro severo que a ratos volvíase almibarado.
Aunque había sido siempre con otra clase de mujeres imitador o émulo del joven Tarquino, ya sabía él, a pesar de su fatuidad, con quién se las había, y estuvo respetuoso, almibarado, humilde y rendido.
—Baila usted como la misma Terpsícore, dijo en un salón un galancete almibarado á una preciosa niña, la que le contestó:— No, señor, yo bailo como me da la gana y sin imitar á nadie, y menos á esa señora Terpsícore, á la que ni en misa he conocido.

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