Ejemplos con saltonas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las hembras árabes, morenas y huesosas, iban casi desnudas bajo sus barones rayados, las gruesas napolitanas, de cabello revuelto y ojos de brasa, devolvían al corpiño con tranquilo impudor las saltonas exuberancias surgidas al desabrocharse, las castellanas angulosas de pelo aceitoso y retinto, peinadas como vírgenes prerrafaelistas, cubrían prontamente su brazo con triples forros y se alejaban ruborizadas, moviendo la corta y bailarinesca balumba de sus zagalejos trasudados.
Emprendimos la marcha por un valle menos ancho que los de las primeras etapas, de alta bóveda y suelo mullido y húmedo, en el cual no vi otras alimañas que las saltonas ranas entonando a nuestro paso el nocturno.
En lo alto, bandadas de cotorras y otras aves parleras aturden con su charla retórica, abajo, alimañas saltonas o reptantes, antropoides que suben y bajan por las ramas hostigándose unos a otros, sin que ninguno logre someter a los demás, millonadas de espléndidas mariposas, millonadas de zánganos zumbantes y molestos, rayos de sol que iluminan la fronda espesa, negros vapores que la sumergen en temerosa penumbra.
Hacia casa me vine, y conmigo el viejo parecido al Padre Eterno, y las cabritas, que eran cuatro, muy saltonas, con las ubres contoneándose entre las patas.
Emprendimos la marcha por un valle menos ancho que los de las primeras etapas, de alta bóveda y suelo mullido y húmedo, en el cual no vi otras alimañas que las saltonas ranas entonando a nuestro paso el nocturno croá croá.
Había en el aire olor a tierra mojada, perfume inimitable que ningún perfumista ha fabricado, y revoloteaban en la atmósfera las luces de cristal de las gotas saltonas, acompañadas por el ruido inmutable, acompasado, monótono, variado, uniforme, caprichoso, metálico y líquido, propio sólo de la lluvia.
Y después de una pausa en que ambos callaron, él contemplando las patas de una silla, ella esparciendo sus pupilas saltonas por una estantería de libros que ocupaba el testero de la habitación.

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