Ejemplos con resignase

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Todos los días, que gritase o que se resignase el chiquillo, Julián lo lavaba así antes de la lección.
La joven se retiró, y quedaron solos Ignoto y Amado, explicando aquél a éste que la joven era una señora noble de la ciudad, muy amiga de flores y plantas, y que necesitaba un jardinero, y que era preciso que Amado se resignase a pasar por tal para estar mejor oculto en Malaterra y poder informarse de la suerte de sus padres.
Esta pudo tal vez evitarse, pero una vez iniciada, no debía esperarse que concluyese por una transacción, los elementos que se agitaban y se combatían eran demasiado contradictorios, para que una combinación fuese posible, era necesario que uno de los dos cediese radicalmente de sus pretensiones, era preciso que uno de los dos, reconociendo su impotencia, se resignase a ceder el campo a su contrario, y a seguir, aunque con trabajo y sólo pasivamente, una corriente que no podía contrarrestar.
Y doña Berta se despidió hasta el día siguiente, el último, relativamente tranquila, no porque se resignase, sino porque todavía esperaba vencer.
¿Qué mujer no quiere pasar por cuerda? ¡La aprobación ajena tiene tanto influjo sobre los espíritus débiles! Además, el matrimonio ha sido siempre para la mujer un santuario desconocido que aviva su curiosidad, un martirio agradable, un triunfo de la vanidad que produce envidia en las que se quedan al pie de la montaña! Era pues necesario que ella se resignase a ser feliz y aun se hiciese de rogar por lo que tanto quizás deseaba.
La insistencia de Musterini provocó en Leporelli una tempestad de enojo que se resolvió en bulliciosas maldiciones, retumbantes juramentos y sonoros insultos, pero, una vez apaciguado, dio por resultado que se resignase a aceptar.
Sólo esto pudo hacer que Suttonhall se resignase al rol que le imponían.
Esperaba a Lucerito, la esperaba como siempre, porque aquella mujer tenía el don de hacerse esperar, tardando el suficiente tiempo para provocar ansioso temor, sin dar lugar a que su víctima se resignase ni estallara en violenta ira.

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