Ejemplos con reservada
Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.
Ultra es un sistema basado en vehículos pequeños, ligeros y energéticamente eficientes que circulan sobre una red de área reservada elevada, ofreciendo un servicio personal de taxi automatizado de transporte punto a punto, sin paradas y sin esperas.
Durante las horas de clase conservaba a veces la misma postura reservada y atenta, sin mover un músculo, sin pestañear, empañados los ojos por una telilla opaca al modo del segundo párpado de los lagartos.
De suerte que desde su intimidad con Miranda, gozaba el señor Joaquín el hondo placer de la iniciación y miraba por cima del hombro a sus correligionarios leoneses, no admitidos en el santuario de la política reservada.
Causó la entrada de este nuevo personaje una transformación a vista en la escena: mientras Artegui se levantaba furioso, Lucía, vuelta a la conciencia de sí misma, pasó las manos por las sienes, enderezose en el sillón adoptando actitud reservada, pero con las pupilas vagas aún, perdidas en el espacio.
A cada vuelta de las ruedas, la imponente señora era más reservada y silenciosa.
Cecilia era de condición reservada y silenciosa, sin dar por eso en taciturna.
Apeóse entonces en las mismas caballerizas, y por una escalera reservada para el uso de la servidumbre llegó a sus habitaciones sin ser vista de nadie.
Aún no se confiaba en ella con total abandono, porque doña Luz era muy reservada, pero de día en día iba ganando más doña Manolita en su corazón.
Procuré portarme de la misma manera, correspondiendo así a la reservada actitud de la doncella, pero el trato diario en la mesa, en la tertulia, en el paseo y en las horas de descanso nos acercó poco a poco, y pronto hubo entre los dos cierta confianza decorosa y afable de la cual nació una amistad placentera y cordial.
Angelina se mostró conmigo muy reservada y desdeñosa.
La gran lámpara del salón, reservada para las solemnidades, había sido encendida, y Andresito, desde la plaza, veía los trajes claros y los de las amigas pasar por el iluminado balcón, moviéndose con el ritmo del baile.
En la misma catedral, cuando les quitaba la vista de encima el sacristán que les enseñaba alguna capilla o preciosidad reservada, los esposos aprovechaban aquel momento para darse besos a escape y a hurtadillas, frente a la santidad de los altares consagrados o detrás de la estatua yacente de un sepulcro.
Estaba, pues, la señora, indecisa, sin resolverse a entusiasmarse, y las razones que Guillermina le dio para convencerla no la sacaron de aquella actitud reservada y suspicaz.
