Ejemplos con receloso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En estos casos, en los que la autenticidad religiosa del examinado quedaba en entredicho, el Tribunal era a menudo receloso en conceder la licencia.
El Alto Mando se mostraría receloso en sus relaciones con otros mundos y en especial con los Humanos, llegando a retrasar sus avances en el desarrollo de los motores Warp al considerar aun prematuro la aventura espacial de los Humanos.
Himmler, receloso de la fama lograda por Heydrich, le destina como Protector suplente del Reich de Bohemia y Moravia, como una forma de sacarlo del camino.
Victoriano Huerta, receloso de su brillantez a pesar de no ser militar de carrera y molesto por su independencia, con el pretexto de robo de una yegua lo procesó por insubordinación y ordenó su fusilamiento.
Sin embargo, esta colaboración no fue todo lo fructífera que Unna esperaba, ya que Engels-Reimers se sintió receloso del reconocimiento científico que rápidamente cosechaba su colaborador.
Tras la unión de las fuerzas, Viriato solicitó la paz, pero cuando los romanos exigieron la entrega de las armas, el caudillo lusitano se negó receloso de que sufrieran una matanza una vez sin protección.
Por ejemplo, desde la primera vez que conoció a Severus Snape, el profesor de Pociones, se vuelve receloso, más allá de que Dumbledore le tenga confianza.
Entre las escrituras existentes de donaciones y privilegios dados al Ducado de Braganza y guardados en un cierto cofre en Vila Viçosa, el veedor de la hacienda dice haber encontrado cartas donde el Duque de Braganza receloso de la acción del nuevo rey, intentaba ganar aliados en Castilla.
Pesaba sobre ellos, como cadena de insufrible presidio, la casta virtud ibicenca, el exclusivismo isleño, receloso para los forasteros.
El tampoco había dormido, sintiendo nacer en su pensamiento de pequeño salvaje, astuto y receloso, una sospecha que poco a poco tomó la realidad de una certidumbre.
¿Es de usted?interrogó receloso el fondista.
Dormitaba él un poco, y después, asombrado del silencio y largo sopor de Lucía, levantábase, receloso de que la hubiese sobrecogido un síncope.
Un hijo del viejo basileo, llamado Miguel IX, príncipe sombrío y receloso, que gobernaba unido a su padre, preparó el exterminio de estos intrusos, cada vez más insolentes por sus victorias.
Y Pinzón juega en todo esto el papel de un traidor cauteloso, que fomenta los miedos ridículos de una marinería acostumbrada a navegaciones más azarosas En el relato de su viaje, el Almirante, que era de carácter receloso y muy dado a ver traiciones y asechanzas en todas partes, no dice una palabra de intentos de revuelta, y varias veces, durante la navegación, aproxima su nave a la de Martín Alonso, le llama, entablan amistosa plática desde el puente, y se envían con una cuerda la famosa carta de Toscanelli para esclarecer sus dudas.
Al principio, cuando iba a escribir en sobre un tema que no conocía, mostrábase receloso, vacilante, tímido.
Fuese, pues, detrás de él cabizbajo y receloso, y penetró en el escritorio.
Llegaban hasta ellos los comentarios que se permitían los canónigos en la sacristía, pero los humildes servidores guardaban un silencio receloso cuando se repetían estas murmuraciones en su presencia, temiendo ser delatados por el vecino, que tal vez ambicionaba su puesto.
Tranquilo ya entonces, aunque siempre receloso, puso el revólver sobre la mesa, y con el deleite del avaro que revuelve sus tesoros, engolfóse de nuevo en la lectura y examen de los papeles.
Los polizontes que guardaban la puerta le dejaron pasar, según la consigna, mirándole con esa especie de receloso respeto que a las gentes bajas de un partido causan siempre los pájaros gordos del partido contrario.
Refugiado en un rincón, oculto como quien está allí de limosna, entre una reducción de la estatua de Byron, presentada en Turín por Pozzi, y una arca tallada del siglo VI, que decían haber pertenecido a Isabel la Católica, había otro caballete pequeño, allí pintaba Paquito Luján, callado siempre, taciturno, tímido y receloso, bajo la dirección también de Celestino Reguera, que hallaba realmente en el niño las disposiciones artísticas que faltaban a la madre.
Habíasele presentado este disimulando, bajo su arrogante petulancia, el encogimiento y la especie de miedo receloso que suelen infundir los jesuitas a las personas mundanas que sólo les conocen por las mil patrañas que en pro y en contra de ellos corren contadas o escritas.
Sabadell le seguía sin descanso, y deteníase al fin a la puerta del cuarto vecino sin osar acercársele, pero mirándole de hito en hito, extrañado, atento, receloso.
Quedósele este mirando sorprendido y receloso, y dudando entonces de que fuese el tío Frasquito, entró también en su aposento.
El Conde, a pesar de todo, era suspicaz y receloso, y sospechó algo desde el día de su vuelta.
Ya he dicho que la vida del Colegio, áspera, fría, monótona, entenebreció mi espíritu, ahora es bueno apuntar que la excesiva severidad de mis maestros, no siempre oportuna y atinada, me hizo desconfiado y receloso.
Guardose de mostrarla, porque detrás de sus vicios, y aun sobreponiéndose a ellos, estaba el hombre práctico, el aldeano egoísta y receloso.
Era, en cierto modo, desconfiado y receloso, digamos mejor, cauto.
Como antes se ha dicho, a los pocos días de la desaparición de su mujer, Maxi empezó a echarla de menos, mostrándose receloso, y apeteciendo su compañía con cierta mimosidad impertinente que ponía furiosa a doña Lupe.
Aquel curioseo receloso de criado que espera heredar, fue seguido de diferentes pretextos para permanecer allí con idea de pescar algo de la conversación.
Fue creciendo la edad, y acordó el padre de Quiteria de estorbar a Basilio la ordinaria entrada que en su casa tenía, y, por quitarse de andar receloso y lleno de sospechas, ordenó de casar a su hija con el rico Camacho, no pareciéndole ser bien casarla con Basilio, que no tenía tantos bienes de fortuna como de naturaleza, pues si va a decir las verdades sin invidia, él es el más ágil mancebo que conocemos: gran tirador de barra, luchador estremado y gran jugador de pelota, corre como un gamo, salta más que una cabra y birla a los bolos como por encantamento, canta como una calandria, y toca una guitarra, que la hace hablar, y, sobre todo, juega una espada como el más pintado.

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