Ejemplos con queréis

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Vosotros, los verdaderos hijos, salid, si no queréis que os eche los perros.
Si queréis penetrar en el cielo,continuó Luna, habéis de despojaros del concepto humano de la distancia.
¿Para qué queréis apoderaros de eso? Decís que para remediar vuestra miseria.
Si queréis deleitaros con un espiritualismo lúcido y con un ascetismo inteligente, los veréis relucir en su , en y en el.
Es la propia tragedia, si queréis, cuyo argumento no puede ya interesar a casi nadie.
Si queréis ver un crítico, más libre de la tutela de los preceptistas que el eminente Larra, leed los artículos sobre , , , ,.
¿Por qué ni tú, ni mi tía, ni nadie queréis decirme dónde está mi mujer? ¿Qué ha sido de ella? Tened franqueza, y no hagáis más misterios conmigo ¿Es que se ha muerto, y no me lo queréis decir? ¿Teméis que la noticia me altere?.
El hombre a quien queréis las dos pudo haber vacilado antes de elegir la que definitivamente había de merecer su amor.
Si queréis llegar a un acuerdo, en hora buena sea, y si no queréis, también.
Si por un es caso nos dejan, tocayo, nos comemos el santísimo mundo y lo acantonamos toíto ¡Orán! ¡Ay qué mala sombra tiene Orán y aquel judío de los franceses que no hay cristiano que lo pase! Me najo de allí, güelvo a mi Españita, entro en Madriz mu callaíto, tan fresco ¿a mí qué? y me presento a estos tiólogos, mequetrefes y les digo: ‘Aquí me tenéis, aquí tenéis a la personalidá del endivido verídico que se pasó la santísima vida peleando como un gato tripa arriba por las judías libertades Matarme, hostia, matarme, a cuenta que no me queréis colocar’.
Si queréis que volvamos los dos a buscarle, dejadme poner esta borrica en mi casa, que luego vuelvo.
Para mí no es opinión, sino verdad asentada replicó Corchuelo, y si queréis que os lo muestre con la experiencia, espadas traéis, comodidad hay, yo pulsos y fuerzas tengo, que acompañadas de mi ánimo, que no es poco, os harán confesar que yo no me engaño.
Si gustáis que callando mi fatiga muera, contadme ya por acabado: si queréis que os la cuente en desusado modo, haré que el mesmo amor la diga.
Y, finalmente, quiero decir, y os digo, que si no queréis venir a merced conmigo y correr la suerte que yo corriere, que Dios quede con vos y os haga un santo, que a mí no me faltarán escuderos más obedientes, más solícitos, y no tan empachados ni tan habladores como vos.
No os entiendo, marido replicó ella, y no sé qué queréis decir en eso de que os holgáredes, si Dios quisiera, de no estar contento, que, maguer tonta, no sé yo quién recibe gusto de no tenerle.
A fee que no os falta memoria cuando vos queréis tenerla.
Lo mismo se le dijo al padre de Zoraida, el cual respondió: Cualquiera otra cosa pudiera yo esperar y creer de vuestra liberalidad y buen término, ¡oh cristianos!, mas el darme libertad, no me tengáis por tan simple que lo imagine, que nunca os pusistes vosotros al peligro de quitármela para volverla tan liberalmente, especialmente sabiendo quién soy yo, y el interese que se os puede seguir de dármela, el cual interese, si le queréis poner nombre, desde aquí os ofrezco todo aquello que quisiéredes por mí y por esa desdichada hija mía, o si no, por ella sola, que es la mayor y la mejor parte de mi alma.
Decidme ahora si queréis seguir mi parecer y consejo en lo que os he propuesto.
No os canséis, señora, en ofrecer nada a esa mujer, porque tiene por costumbre de no agradecer cosa que por ella se hace, ni procuréis que os responda, si no queréis oír alguna mentira de su boca.
Cismáticos queréis decir, amigo dijo el barbero, que no flemáticos.
Digo, pues prosiguió Cardenio, que, estando todos en la sala, entró el cura de la perroquia, y, tomando a los dos por la mano para hacer lo que en tal acto se requiere, al decir: ¿Queréis, señora Luscinda, al señor don Fernando, que está presente, por vuestro legítimo esposo, como lo manda la Santa Madre Iglesia?, yo saqué toda la cabeza y cuello de entre los tapices, y con atentísimos oídos y alma turbada me puse a escuchar lo que Luscinda respondía, esperando de su respuesta la sentencia de mi muerte o la confirmación de mi vida.
Ea, señor, que el cielo, conmovido de mis lágrimas y plegarias, ha ordenado que no se pueda mover Rocinante, y si vos queréis porfiar, y espolear, y dalle, será enojar a la fortuna y dar coces, como dicen, contra el aguijón.
Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien? Si no, decidme: si como el cielo me hizo hermosa me hiciera fea, ¿fuera justo que me quejara de vosotros porque no me amábades? Cuanto más, que habéis de considerar que yo no escogí la hermosura que tengo, que, tal cual es, el cielo me la dio de gracia, sin yo pedilla ni escogella.
Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura, y, por el amor que me mostráis, decís, y aun queréis, que esté yo obligada a amaros.
Mirá bien, Ambrosio, si es éste el lugar que Grisóstomo dijo, ya que queréis que tan puntualmente se cumpla lo que dejó mandado en su testamento.
Estéril queréis decir, amigo dijo don Quijote.
Y si queréis saber quién os manda esto, para quedar con más veras obligado a cumplirlo, sabed que yo soy el valeroso don Quijote de la Mancha, el desfacedor de agravios y sinrazones, y a Dios quedad, y no se os parta de las mientes lo prometido y jurado, so pena de la pena pronunciada.

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