Ejemplos con odiada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para empezar, despidió a su muy odiada suegra del castillo, junto con el resto de la parentela Nádasdy, las muchachas a las que ésta protegía en esos momentos fueron llevadas a los sótanos y allí recibieron por fin los castigos que, en opinión de Erzsébet, se merecían.
La calidad actoral de Maricruz resultó siempre indiscutible, podía interpretar a la perfección tanto el papel de odiada villana como el de abnegada víctima.
En ese momento llega Hermíone y acusa a Andrómaca de ser la responsable de su esterilidad y ser por ello odiada por su marido.
Staaff intervino en un duro conflicto con el establishment sueco conservador, y se convirtió en una figura odiada entre los conservadores, monárquicos y anti-democráticos.
Caracterizada como una profesora severa, experimentada y exigente, es la más odiada y a la vez la más temida entre los alumnos.
Gullrönd le replicó que Brynhildr era una mujer odiada que había llevado dolor a siete y que había hecho que muchas mujeres perdieran su amor.
Su reputación como opositor a la guerra, odiada para entonces por gran parte de la población, había empujado a Károlyi a una función para la que no estaba preparado.
Entre ellos, el mismo Pastor Milciades Coronel, convertido en millonario y hombre fuerte del poder, pero a la vez en la imagen más odiada del viejo régimen.
Le invitaba a salir, le llamaba cobarde, uniendo a este insulto otras injurias para la odiada isla donde había nacido.
Había que cortar, fuese como fuese, el abastecimiento de la isla odiada.
Algunos discípulos de la Universidad jesuítica, pareciéndoles estas aclamaciones demasiado vulgares, daban vivas a la Unidad Católica, y los aldeanos los contestaban con rugidos de entusiasmo, sin entender lo que aquello significaba, pero adivinando que debía ser algo contra los impíos de la odiada Bilbao.
Vivía en un hotelito de estudiantes, cerca de la Escuela de Medicina, y sus discusiones vehementes por la noche, entre el humo de las pipas, con los compañeros de hospedaje, le instruían tanto como los libros de la odiada ciencia.
Las palabras latinas salían de su boca como trabucazos contra aquella gente odiada, sus ojos pasaban con expresión de reto sobre la doble fila de cabezas inclinadas.
Quiso conocer el misterioso perfume de aquella ciencia odiada que perturbaba a los sacerdotes de Dios y les hacía renegar indirectamente de las creencias de diecinueve siglos.
Elvira, cuando pensaba en Miguel, se decía, ante todo, que al casarse también ella dejaría de ver la odiada figura del padrastro.
Un día más transcurrido así, y la atribulada joven se vería libre para siempre de la odiada presión que sobre ella ejercía aquel antipático personaje.
Se batieron ''por un rey'', que les quitaban, ''contra'' otro rey, extranjero, que se les quería imponer, debiendo advertir que el rey expatriado se llamaba don Fernando VII, cuya memoria es mucho más odiada por los septembrinos que el nombre de su hija doña Isabel.
Oyó cosas terribles, que nunca se hubiera pensado que pudiesen salir de la boca más odiada, invenciones pestilenciales, calumnias ponzoñosas, pérfidas exageraciones y restricciones peores, alegres votos de muerte, de ruina, de deshonra para ella y para los suyos, y se fue corriendo a su cueva, a contarlo todo a su madre, aniquilada por el dolor de haber oído tamañas cosas.
Otras veces el diablo era la bruja que se sienta a la puerta de la iglesia, y el sacristán que le arrojaba del templo, y el pillastre de más edad y más fuertes puños que sin motivo ni pretexto de razón le maltrataba, era el dios malo también el mancebo de la botica que para curarle al mísero pilluelo dolores de muelas, sin piedad le daba a beber un agua que le arrancaba las entrañas con el asco que le producía, era el demonio fuerte, en forma más cruda, pero menos odiosa, el terrible frío de las noches sin cama, el hambre de tantos días, la lluvia y la nieve, y era la forma más repugnante, más odiada de aquel espíritu del mal invencible, la sórdida miseria que se le pegaba al cuerpo, los parásitos de sus andrajos, las ratas del desván que era su casa, y por último, la burla, el desprecio, la indiferencia universal, especie de ambiente en que Pipá se movía, parecíanle leyes del mundo, naturales obstáculos de la ambición legítima del poder vivir.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba