Ejemplos con llagada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Con la aparición de las primeras comunidades parroquiales y la llagada de las primeras órdenes religiosas, la vida religiosa, marcada por la suplantación de las creencias de los aborígenes, por el Evangelio, llegado de la mano de los invasores, comienzan a celebrarse en los diferentes lugares, las principales celebraciones y fiestas vinculadas al rito católico.
Soy el último de los animales de la tierra, soy un pobre saco de piel llagada y de huesos molidos, pero no me eches, Niño, permíteme a mí amar a Aquel que un día quiso crear hasta a mí.
Empezó por cerero de Sor Patrocinio, fámulo más bien de la cerería que a la llagada suministraba velas y blandones, adornábale los altaruchos, le servía en recaditos y encomiendas.
¡Cuando la señora se decide a reinar por sí, apartando con atrevido gesto la férula de Pío IX, figúrate qué procesiones andarán por dentro! Las damas que incluyen en sus programas de elegancia el Poder temporal del Papal, están que trinan, y la llagada Patrocinio nos prepara uno de los más sorprendentes milagros de su repertorio.
Podían ser falsas las llagas, pero las reverenciábamos, podía ser impostora la llagada, pero embargaba los ánimos con la blancura de su rostro y con su voz meliflua, con aquel modito suave de decir las cosas y de hacerlas, con aquel amor verdadero o falso que a todas mostraba, y al cual correspondían nuestros corazones, tan necesitados de un querer entrañable en vida de tanto hastío y soledad.
No me miraban a mí, sino a la llagada Monja con supremo interés fraternal.
En Cádiz no han abundado tanto como en otros lugares los mendigos haraposos y medio desnudos, esos escuadrones de gente llagada, sarnosa e inválida que aún hoy nos sale al encuentro en ciudades de Aragón y Castilla.
El cura, que vio el peligro que corría su invención de ser descubierta, acudió luego a las barbas y fuese con ellas adonde yacía maese Nicolás, dando aún voces todavía, y de un golpe, llegándole la cabeza a su pecho, se las puso, murmurando sobre él unas palabras, que dijo que era cierto ensalmo apropiado para pegar barbas, como lo verían, y, cuando se las tuvo puestas, se apartó, y quedó el escudero tan bien barbado y tan sano como de antes, de que se admiró don Quijote sobremanera, y rogó al cura que cuando tuviese lugar le enseñase aquel ensalmo, que él entendía que su virtud a más que pegar barbas se debía de estender, pues estaba claro que de donde las barbas se quitasen había de quedar la carne llagada y maltrecha, y que, pues todo lo sanaba, a más que barbas aprovechaba.
Bien es verdad que hallo en ese fuego tuyo demasiado ardor, y es de tal suerte, que más parece desasosiego de un alma llagada y enferma miserablemente ansiosa, como dice San Agustín, que la dulce amistad humana.
Hubiérase dicho que la alegría no podía entrar de pronto en aquella alma llagada por tanto tiempo, y que necesitaba prepararse para las emociones dulces, como las otras almas necesitan prepararse para las emociones violentas.
De más de treynta estocadas la vi llagada, tendida en su casa, llorándola vna su criada.
Podían ser falsas las llagas, pero las reverenciábamos, podía ser impostora la llagada, pero embargaba los ánimos con la blancura de su rostro y con su voz meliflua, con aquel modito suave de decir las cosas y de hacerlas, con aquel amor verdadero o falso que a todas mostraba, y al cual correspondían nuestros corazones, tan necesitados de un querer entrañable en vida de tanto hastío y soledad.
No me miraban a mí, sino a la llagada Monja con supremo interés fraternal.
Empezó por cerero de Sor Patrocinio, fámulo más bien de la cerería que a la llagada Madre suministraba velas y blandones, adornábale los altaruchos, le servía en recaditos y encomiendas.

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