Ejemplos con indignación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Yo, maestro artista, repelo la alpargata con sacrosanta indignación.
Lejos de continuar allí la batalla empezada adentro, parecían, con sus cáusticas sonrisas, decir de la nación entera lo que del público aquellos dos cómicos al pararse jadeando entre bastidores, después de haber cruzado en la escena sus aceros, y de salir el uno persiguiendo al otro, entre frenéticos aplausos y gritos de indignación:.
Mucho parece que nos vamos alejando de Pereda, y, sin embargo, esta que parece digresión, era de todo punto necesaria para entender cómo Pereda, que tiene a gala el ser realista, ha rechazado con indignación en varios prólogos suyos toda complicidad con los naturalistas franceses.
Justo, para dejarle a usted en blanco, después de haberlos servido ¡Si anda ahora una pillería!concluyó Lépero, fingiendo cierta indignación, como si quisiera conmover al tabernero.
Visitó al cardenal para quejarse de las gentes del claustro, y Su Eminencia, que vivía en perpetua indignación, se enfureció escuchándole, faltando poco para que le pegase.
En el aislamiento en que los había dejado la indignación del padre, sentían la necesidad de aproximarse, como si les amenazara un peligro.
No me extraña su indignación: usted repite lo que le han enseñado.
No te has vengado, por instinto de conservación, por miedo al presidio y a todos los castigos inventados por la sociedad, has tenido miedo, a pesar de tu indignación, y ese miedo lo truecas en crueldad para el ser más débil.
¡Ladrones! Al señor Esteban le causaba igual indignación esta subasta lenta, que desgarraba en piezas la fortuna de la catedral, que si viera a los alguaciles entrar en su casa de las Claverías para llevarse los muebles de la familia, cada uno de los cuales guardaba el recuerdo de un ascendiente.
Pepeta olvidó su actitud fría y reservada para unirse a la indignación de la muchacha.
Pero a lo lejos sonaban voces y llamamientos: la noticia se transmitía a grito pelado de un campo a otro campo, y un estremecimiento de alarma, de extrañeza, de indignación, corría por toda la vega, como si no hubiesen transcurrido los siglos y circulara el aviso de que en la playa acababa de aparecer una galera argelina buscando cargamento de carne blanca.
Cada palabra que sus discípulos pronunciaban maly no decían bien una solale hacía dar bufidos y levantar las manos con indignación hasta tocar el ahumado techo de su vivienda.
Se acostó un día sobre la paja, negándose a salir, mirando a Bastiste con ojos vidriosos y amarillentos que hacían expirar en los labios del amo los votos y amenazas de la indignación.
El gitano extendió sus brazos con teatral indignación, retrocedió algunos pasos, se arañó la gorra de pelo o hizo toda clase de extremos grotescos para expresar su asombro.
Y fingiendo indignación, volvió el gitano la espalda al comprador como si diese por fracasado todo arreglo, paro al ver que Batiste se iba verdaderamente, desapareció su seriedad.
Muchos fingían indignación ante la brutalidad de esta porfía , pero en el fondo de su ánimo escarabeajaba cierto orgullo por el hecho de ser tales hombres sus vecinos.
Don Eugenio sólo se consolaba yendo en busca del tío de Juanito, ante el cual mostraba su indignación por los negocios de Cuadros.
Pasó por entre los dependientes de la tienda y del Juzgado, atropellándolos con su débil cuerpo, que parecía fortalecido y vibrante por la indignación, y empujando con el pie una puerta entreabierta, salió de la tienda.
El viejo continuaba hablando junto al lecho del enfermo, excitado por la indignación, con voz sorda unas veces y gritando otras, de modo que cubría aquel estertor angustioso.
¡Yo!gritó doña Manuela poniéndose en pie, con llamaradas en los ojos y la majestuosa nariz agitada por la indignación.
El día de San Vicente supo Juanito hasta dónde llegaba la indignación del venerable don Eugenio.
Pero no era el avaro hombre capaz de entregarse por mucho tiempo a esta indignación con arranques líricos.
Y el viejo, con el bigote un tanto erizado y los mongólicos ojos echando chispas, se movía y braceaba furioso, como si arrojara su indignación a la cara de un ser invisible.
¡Valiente posición! Compadeció la ignorancia de la joven y estuvo próximo a decirle que todo aquel lujo era imbécil fatuidad, pura bambolla, pero sintióse dominado por sus temores de niño sumiso y obediente, y hasta en el vacilante resplandor del inmediato farol creyó ver el rostro de mamá contraído por un gesto de indignación majestuosa.
¡Qué falta de respeto! ¡Tratar así a personas que han hecho concejales, retirándose después a la vida privada! Y miraban fieramente al cafetinero, mientras rebuscaban con furia en sus andrajos, con la indignación de una ofensa irreparable y mortal.
Tal vez el piano amansase a don Juan, pero ¡quia! éste formaba parte de las fieras, a quienes domina la música, y con gran pesar de su hermana no salía de su indignación.
Cuando supo toda la verdad, tuvo un momento de indignación y de protesta valiente, como al dar su mano a Melchor, pero ya era tarde para remediar el mal.
Entonces era de ver la indignación con que tíos y hermanos acogían lo del abandono.
Y al decir esto miró al vendedor con tanta indignación como si fuese un enemigo del sosiego público, pero el palurdo, inmóvil y con las manos metidas en la faja, no se dignó reparar en la ferocidad agresiva del avaro.
Acogíala con un gesto de rústico desprecio, un fruncimiento de labios desdeñoso: algo que mostrase la indignación de una castidad hasta la rudeza, la insolencia de una virtud salvaje.

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