Ejemplos con hombrecillo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De Sica plantea la deshumanización de la sociedad, la impotencia de un hombrecillo ante una sociedad en la que ya estorba, y la desesperación en la que va cayendo, y que hace que la tristeza que produce nos vaya invadiendo hasta sumergirnos en la desazón del protagonista.
se encontró en la entrada con un hombre de barba y bajito que se le acercó, Dennis le pregunto ¿¿me vas a lastimar?? a lo que el hombrecillo le respondió ¿Crees que estoy aquí para lastimarte hermano? y se hincó para besarle los zapatos - esta era una de la rutinas preferidas de Charles Manson - cuando Dennis entró a su casa acompañado de Manson, se encontró con una docena de desconocidos en su casa, casi todos ellos mujeres, el punto débil de Dennis, algo muy extraño.
El Encantador de Serpientes: Un curioso hombrecillo, junto con su bailarina y una serpiente, que nos relatará sus viajes por las Indias.
Las imágenes modernas de los leprechauns, especialmente las que se ven cuando se acerca el día de san Patricio, suelen mostrar un hombrecillo vestido de verde.
Un granjero se encontraba trabajando en sus tierras cuando descubrió por casualidad a un hombrecillo que se escondía bajo una hoja.
Convencido de que se trataba de un leprechaun, el granjero capturó enseguida al hombrecillo en su mano y le preguntó dónde tenía escondido el oro.
Miraba a aquel hombrecillo ya caduco con sus largas melenas grises que había pasado cincuenta años describiendo los ojos de las odaliscas y el galope de los caballos, los rugidos de la mar, el vuelo de las mariposas.
¡Buena diferencia con Freire el huésped de la sala! Este que era un hombrecillo, flaco, rasurado, de aspecto tímido e inofensivo, empleado en el Tribunal de Cuentas, guardaba bajo capa de cordero un corazón de lobo.
Allí, en el fondo, un poco más arriba de la base del cráneo, sostenido como en un pretil en una rugosidad del occipital, está acurrucado un hombrecillo tiritante, amarillo, el rostro cruzado de arrugas.
Es, pues, su deber ayudar al hombrecillo tiritante.
¿Pero cómo, al hombrecillo diminuto?.
Pero seguramente algo ha llegado hasta la fisura a que el hombrecillo se adhiere desesperadamente.
El sepulturero fijó sus ojos a la órbita de la calavera, y no reconoció al hombrecillo moribundo.
Como Aresti sonreía socarronamente, el hombrecillo pareció intimidarse ante su gesto.
Aresti conocía de muchos años a aquel hombrecillo que había comenzado de escribiente en la casa y era ahora el empleado de confianza de Sánchez Morueta.
Por las mañanas, la tertulia era en casa del zapatero que enseñaba los gigantones, un hombrecillo amarillento y enfermo, con eternos dolores de cabeza que le obligaban a llevar varios pañuelos arrollados a guisa de turbante.
Habíase quedado estupefacto, latíale el corazón, temblábanle las rodillas, y revolvía aquellos papeles con el ansia temerosa, el gozoso terror, si así es posible sentirlo, del débil hombrecillo que se encontrara de repente entre las manos fabulosas riquezas de un gigante formidable que no ha de dejárselas arrebatar.
Parecióle a Velarde que hablaban entre sí, y medían el terreno, y le daban a él una pistola y otra al hombrecillo, y los ponían a los dos frente a frente.
¿Por qué tendría aquel hombre patillas y no bigote? Esto le preocupó un momento, y volvió a acordarse de ello cuando, una hora después, se detenía el coche a la entrada de una inmensa alameda formada por árboles frondosísimos, en que miles y miles de pájaros cantaban en todos los tonos las maravillas de Dios Había allí un hombrecillo con patillas ralas y gafas de oro, tan pálido como él, tan azorado y tembloroso, con otros dos señores muy serios.
Hacia el fondo sonó el estallido desigual de un beso doble, y enseguida, salió tranquilamente un hombrecillo insignificante, feúcho, pequeñuelo y vulgar, que con aire de triunfo venía estirándose los puños y acariciándose la barba.
Aún hemos oído contar a personas de toda veracidad que el intruso y audaz hombrecillo había tenido una parte principal en las misteriosas relaciones de Salomé con aquel joven militar, a quien enviaron al Perú después del rompimiento de la dama con el imberbe duque de X.
Así es la verdad respondió Sancho, pero fue cuando muchacho, pero después, algo hombrecillo, gansos fueron los que guardé, que no puercos, pero esto paréceme a mí que no hace al caso, que no todos los que gobiernan vienen de casta de reyes.
El hombrecillo de Treshigares parecía haber crecido medio palmo al decir esto, y don Sotero no dejó de notarlo con el rabillo del ojo.
Es un hombrecillo grueso, con una cabeza cómicamente calva y grandes gafas de oro, un personaje entre médico y notario pueblerino.
En realidad, muchas personas temieron enfrentarse con aquel extraño hombrecillo, de sonrisa estereotipada, con gafas de oro y ojos de un brillo de azabache.
Al día siguiente, cuando llevaba piedras al extremo de la escollera, vio a un hombrecillo en una pequeña barca, que fingía pescar y se colocaba siempre cerca de su paso, sin asustarse de los remolinos que abrían en las aguas las piernas gigantescas al cortarlas ruidosamente.
Y como si le dispararan de un arcabuz en figura de trasgo se apareció entre los dos otro hombrecillo que parecía astilla de Arbalias, y no hacía sino chillar y bullir.
Fuese y púsoseme delante enfrente de mí un hombrecillo que parecía remate de cuchar, con pelo de limpiadera, erizado, bermejizo y pecoso.
Era un hombrecillo menudo, todo chillido, que parecía que rezumaba de palabras por todas sus conjunturas, zambo de ojos y bizco de piernas, y me parece que le he visto mil veces en diferentes partes.
estaba sentado un hombrecillo enclenque, de color de aceituna que.

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