Ejemplos con guarnecidas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tiene las prendas con que se cubre, destrozadas y llenas de remiendos, la gorra reluciente de mugre, las manos guarnecidas por escamas de roña, los ojos legañosos y el bigote quemado de apurar colillas, todo él es seboso y hediondo.
Era vastísima, sin cielo raso, alumbrábanla tres ventanas guarnecidas de anchos poyos y de vidrieras faltosas de vidrios cuanto abastecidas de remiendos de papel pegados con obleas.
Pendían de éstas, cortinas de muselina guarnecidas de encajes, poco más o menos como se ven hoy día, con la diferencia de que la muselina de aquéllas no era inglesa, sino de la India, y que los encajes no eran de algodón y de telar, sino de hilo y de bolillos.
En pasados siglos, los romanos de Marcelo habían visto multiplicarse y agigantarse, cual si interviniesen artes de magia, la resistencia de la ilustre Siracusa a sus armas conquistadoras, por inspiración del matemático de genio, que, sublimando su ciencia en el amor de patria, oponía a las naves del sitiador sus espejos ustorios, sus palancas guarnecidas de garfios y sus catapultas ciclópeas, para luego personificar la trágica fatalidad de la caída, sucumbiendo al golpe del soldado que le encuentra absorto, mientras raya en el suelo las líneas de un problema.
No era tampoco pequeña parte para el espanto y el terror la riqueza y brillantez con que se presentaban, porque el resplandor de las armas, guarnecidas graciosamente con plata y oro, y los colores de las túnicas de la Media y la Escitia, adornadas con el bronce y el hierro, que brillaban a lo lejos, al moverse y sacudirse semejaban al fuego, y hacían una vista tan terrible, que los Romanos se estaban retirados dentro del valladar, y no halló Sila modo alguno ni palabras que bastasen a desvanecer su asombro, viéndose precisado, por cuanto no quería tampoco violentar a los que así resistían, a haber de estarse quieto y aguantar con el mayor desabrimiento la mofa y el escarnio de los bárbaros, que al cabo fue lo que más le aprovechó.
Mas Aristides, con su pobreza, desacreditó en cierta manera a la justicia, poniéndole la tacha de perdedora de las casas y productora de mendigos, provechosa a todos menos al que la posee, siendo así que Hesíodo usó de muchas razones para exhortarnos a la justicia y a la economía juntamente, y Homero cantó con acierto: No encontraba placer en el trabajo, ni de casa y hacienda en el cuidado, que a los amados hijos tanto importa, sino que mi deleite eran las naves de remos guarnecidas, los combates, y los lucientes arcos y saetas: como para dar a entender que de unos mismos era el descuidar la hacienda y el vivir anchamente de la injusticia.
Con solo olvidarse por breve rato de su majestad el magnánimo don Alonso, apeándose del caballo para socorrer a un villano, conquistó las guarnecidas murallas de Gaeta, que a fuerza de bombardas no mellara en muchos días.
Los jinetes eran dos señores de imponente aspecto, semirural, semiurbano, caballeros en sendas yeguas, -y una señorita y una labradora, la primera en mulo y la segunda en jumento, a cuál más circunspecta y más guapa, arrellanadas las dos en amplias jamugas, muy guarnecidas éstas de pontificales colchas y almohadas.
La pieza en que entraron era una sala espaciosa y abovedada, probablemente el gineceo de algún antiguo harem, a juzgar por las ventanas guarnecidas de fuertes celosías.
No habían transcurrido aún diez minutos cuando Franz estaba ya en camino de la fonda de Londres, escuchando con una distracción impertinente el erudito discurso que Alberto hacía, según Plinio y Calparini, sobre las rejas guarnecidas de puntas de hierro que impedían a los animales feroces lanzarse sobre los espectadores.
, y la orden se repetía siempre en voz de pájaro, y el hombre bajaba la cabeza, atándose torpemente al talle las cintas de las faldas guarnecidas de encajes.

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