Ejemplos con enloquecedoras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por el camino, el asesino va dejando una serie de pistas escalofriantes y enloquecedoras que atormentan a Mackelway recordándole su pasado.
Tras muchas peripecias, encuentra a los tres ladrones de la alfombra: uno se había suicidado, otro se había vuelto loco y el tercero, Hakim, se había arrancado los ojos para no ver las imágenes enloquecedoras de la alfombra.
Sin embargo, en medio de tan enloquecedoras orgías sentía punzadas de amargura, porque junto a los rasgados ojos de Carola descubría la terrible pata de gallo, y el exceso de celo con que le procuraba placeres nuevos y sensaciones desconocidas le hacía pensar en que aquella mujer debía de haber aprendido tan impuro arte en brazos de otros amantes: sobre todo, le molestaba que se desesperase y quedara rendida cuando él tardaba en responder, o no respondía, al llamamiento voluptuoso a que ella le incitaba con todo linaje de rebuscados artificios.
Pero Tilín, enérgicamente apasionado y delirante, antes que en Dios pensaba en los demonios que guiaban sus pasos y silbaban en sus oídos palabras enloquecedoras y le ponían delante de los ojos fantasmas y espectáculos de gran atractivo para él.
Trini se arrebujó en el mantón, una bocanada de aire frío habíale hecho estremecer, y sus dientes castañetearon, no obstante, no se atrevió a cerrar la ventana, podía rendirse al sueño, y si llegaba Antonio y la cogía dormida era muy capaz de coger el portante, como en la noche anterior, y marcharse a pasarla con aquella mala hembra que trabajaba por arrebatárselo y que empezaba a conseguirlo, apenas si ya Antonio tenía para ella una frase cariñosa, una de aquellas miradas enloquecedoras, una de aquellas sonrisas con que había conseguido hacerla abandonar su rincón, embellecido por todo cuanto puede hacer grato el vivir de las clases humildes, por aquella sala de tres metros en cuadro, combatida por la humedad y sin más mobiliario que el lecho, una mesa de pino, un baúl, cuatro sillas y cuatro cuadros, todo adquirido de lance en el baratillo de Curro, amueblador de los hogares miserables.
Una doncella de cuerpo esbeltísimo y talle largo, menudo el seno, prolongados los brazos, con esas líneas fugaces, casi inmateriales, flexuosas, de enloquecedoras curvas de serpiente, adivinadas y restituidas al arte por el modernismo.
-¡Oh!, sí -le contestó-, ya os lo había dicho, todo esto es encantador, es una de esas escenas que sólo pueden contemplarse en nuestras deliciosas campiñas, porque no en todas partes se hallan robles tan corpulentos y frondosos, noches tan claras, mujeres tan hermosas, música y danzas tan enloquecedoras.
Hubiera, sin embargo, preferido que los instrumentos produjesen por sí solos los armoniosos sonidos y que las voces argentinas que tan honda impresión habían hecho en su espíritu saliesen de las gargantas de aquellas mujeres que, radiantes de hermosura y juventud, pasaban a su lado como enloquecedoras visiones, y le hablaban de otro mundo y de otros placeres para él desconocidos.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba