Ejemplos con endemoniados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Dostoyevski se convirtió en un agudo crítico del nihilismo y del movimiento socialista de su época y en parte dedicó sus libros Los endemoniados y Diario de un escritor a exponer el conservadurismo y criticar las ideas socialistas.
Bien recuerdo que el americano de presa tenía grande afición desde chiquito a las cosas de mar, y debía conocer los caminos entre su tierra y Europa, que son caminos endemoniados por acá y por allá.
-Como treinta leguas, por caminos endemoniados.
La misma dirección, por caminos y atajos endemoniados, tomó Echaide con su cuadrilla, escalando los desfiladeros de Andía, y en todas las ventas y encrucijadas, así como en los puntos guarnecidos, encontraba el arriero amigotes, con quienes departía del cisco que tan revueltos traía a castellanos y navarros.
Creyó ver a Segunda y oírla hablar con Encarnación, pero hablaban a la carrera, como seres endemoniados, pasando y perdiéndose en un término vago que caía hacia la mano derecha.
Nadie osaba acercársele y menos detenerle, por un temor supersticioso, sino que antes se apartaban, y así pudo encaminarse a todo correr hacia las puertas, sin omitir ninguno de los gritos y contorsiones que son propios de los endemoniados y poseídos.
pantoso donde, como en los cartones de Goya, los endemoniados, los ahor¬cados, los embrujados, los enloquecidos, danzan su zarabanda infernal.
Pues ¿cómo en los hombres hizo tan contrarios efectos? Y ya que como toscos y viles no tuvieran conocimiento ni estimación de sus perfecciones, siquiera como interesables ¿no les moviera sus propias conveniencias y utilidades en tantos beneficios como les hacía, sanando los enfermos, resucitando los muertos, curando los endemoniados? Pues ¿cómo no le amaban? ¡Ay Dios, que por eso mismo no le amaban, por eso mismo le aborrecían! Así lo testificaron ellos mismos.
Bien recuerdo que el americano de presa tenía grande afición desde chiquito a las cosas de mar, y debía conocer los caminos entre su tierra y Europa, que son caminos endemoniados por acá y por allá.
, señor General, ha nacido católico como nosotros, y no cree en el Diablo ni en los endemoniados porque no cree sino en lo que alcanza su razón!.
Con esta insinuación del marqués calló el comendador, y pudo el capellán explayar su erudición, de la cual haremos gracia a los lectores, contentándonos con decir que en un largo, difuso y embrollado discurso, después de explicar muy por menor los síntomas que se advierten en los endemoniados, quiso probar que la melancolía, las frecuentes distracciones y los repentinos accesos de cólera que se notaban en don Juan, eran otras tantas señales de hallarse el infeliz sirviendo de posada a algún diablo, y no de los de menor importancia en el infierno.

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