Ejemplos con contoneándose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Oh, en cuanto a eso, también yo!replicaba el novel, contoneándose, y hasta mirando con cara de lástima al primer tradicionalista que casualmente pasara a su lado frotándose las manos.
Rompió a tocar la música una marcha solemne, una de tantas Marcha de las antorchas escritas para natalicios y matrimonios de pequeños príncipes alemanes, y la procesión se puso en movimiento, contoneándose las parejas al compás del ritmo.
Y el señor Cuadros salió de la casa satisfecho de sí mismo, bufando de satisfacción, contoneándose como un joven y mirando con cierta lástima a su hijo, que caminaba al lado de él tímido y encogido.
El señor Antonio el Toneles comprendió que el nuevo cimbel de la de los Chícharos iba a ser la muerte de su establecimiento, que aquella pícara de ojos como brasas y de piel casi de luto íbale a dar a la de los Chícharos el triunfo en el torneo mantenido por ambos hondilones desde su fundación, y viendo el Toneles la muerte al ojo, como vivo y experimentado que era, apercibióse a la defensa, para lo cual en el día en que lo sacamos a relucir, al ver penetrar en su taberna al Matita de Poleo, que penetró en ella contoneándose gallardamente y como diciéndole a todos los que allí estaban congregados: «Mírenme y pásmense, caballeros».
-¡Oh, en cuanto a eso, también yo! -replicaba el novel, contoneándose, y hasta mirando con cara de lástima al primer tradicionalista que casualmente pasara a su lado frotándose las manos.
Andando acera arriba, los detuvo Sancho Vargas, que bajaba con el sombrero en la mano y vestido de dril, contoneándose grave y mirando ceñudo.
-Mi proyecto, señor duque -decía Vargas contoneándose,- para evitar estos graves inconvenientes, y que, por más señas, forma el número cuatro de los que pueden llamarse colosales y tengo en cartera, es bien sencillo.
Reflexionó que aquella coalición de cuatro hombres jóvenes, valientes, emprendedores y activos debía tener otra meta que paseos contoneándose, lecciones de esgrima y bromas más o menos ingeniosas.
Pero ahí no quedaba, con elegancias de princesa, al acabar, se despedía de su amante ocasional y el éxtasis en que yacía éste, sólo le permitía verla desapa-recer al fondo de la calle o entre los prados de camellones o jardines contoneándose como en estado místico, donde una vez perdido de vista el anterior, encontraba otro arriesgado que la poseía con una pasión de novedad y libre juego.

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