Ejemplos con beso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Yo acaricio a los camellos y a los dromedarios, pero no los beso.
Ya no lo vería más: un beso otro.
¡Bien emprendía el pobre el camino del cielo de los inocentes! La vega, desperezándose voluptuosa bajo el beso del sol primaveral, envolvía al muertecito con su aliento oloroso, lo acompañaba hasta la tumba, cubriéndolo con impalpable mortaja de perfumes.
Y la cabeza, cada vez más fría y lívida a pesar del colorete, movíase de un lado a otro de la almohada, agitando su diadema de flores, entre las manos ansiosas de la madre y de la hermana, que se disputaban el último beso.
La vivificante sangre de la huerta iba lejos, para otros campos cuyos dueños no tenían la desgracia de ser odiados, y su pobre trigo allí, arrugándose, languideciendo, agitando su cabellera verde, como si hiciera señas al agua para que se aproximara y le acariciase con un fresco beso.
Pero al ver la extraña figura que presentaba con sus pegotes de merengue y corriendo medrosa, una carcajada de atolondramiento hinchó su lindo cuello, y como si nada hubiese sucedido, se agarró del talle de Concha, dándola un sonoro beso.
Adiós, Antonio, un beso, Teresa, y no olviden ustedes que esperamos a Andresito esta noche.
Cuando me levanté y me incliné para darle un beso en la frente, vi que por las pálidas mejillas de la enferma rodaban dos lágrimas, dos lágrimas de esas que en el rostro de un cadáver parecen gotas de rocío en el seno de una rosa blanca.
El corcovadito quedaba victorioso, fingía arrepentimiento, se acercaba a la joven para acariciarla y darle un beso, y luego que se iba el señor Fernández volvía a los improperios y a las obscenidades.
Abracé a la enferma, le dí un beso en la frente, y salí de la estancia.
Por aquel beso hubiera yo subido entonces, en busca de flores, hasta lo más encumbrado de la sierra, ahora no caminaría yo cien metros en busca de una rosa, así fuese para obsequiar a la mujer más bella.
Mirábalas una a una, aspiraba su aroma, y en la corola de la más bella, en el ramillete más lindo, dejaba un beso silencioso que yo me apresuraba a recoger.
Llegué a su lado y me incliné para estrecharla contra mi pecho y darle un beso en la frente.
Los villaverdinos no se entusiasman por nada, hay en su vida algoo muchode la inmovilidad budística, sólo comparable con esas lagunas adormecidas, en cuyas aguas, eternamente límpidas y serenas, se retratan como en espejo clarísimo las copas de los árboles, los pompones de la enea y la obscuridad de las cercanas espesuras, lagunas perdidas en lo más recóndito de los bosques, muertas, heladas, sin peces ni ovas, que cualquiera creería de cristal, que no se estremecen al beso de la luz meridiana, cuyo reposo no turban cefirillos juguetones ni huracanes bravíos.
Una intrusa jamás olvidada, la obsesionante compañera de un pacto adolescente, acude siempre a citas que no fueron para ella: Cordelia impalpable y silenciosa, estatua derribada en el jardín que heló y eternizó con labios de mármol perfecto, el primer beso.
Hola, ven acá, mujer, dame un beso y un abrazo le dijo la señorita, atrayéndola a sí con maternal cariño.
¡Hijo mío! corazón gloria, ¡qué guapo eres! Rico, tesoro, un beso a tu abuelita.
Ni siquiera me has dado un beso.
Quedábase estática y lela delante de la señorita, devorándola con sus ojos, y si esta le cogía la cara o le daba un beso, la pobre niña temblaba de emoción y parecía que le entraba fiebre.
Te voy a traer unas botas muy bonitas le dijo la que quería ser madre adoptiva, echándole las palabras con un beso en su oído sucio.
Sentándose a su lado, y cogiéndola por un brazo, la llamó a sí y le dio un beso, diciéndole: El último beso La aventura del viejo Feijoo ha pasado a la historia Entraremos pronto en vida nueva, y de esto no quedará sino un recuerdo en mí y otro en ti Para el público nada.
¿Cuál?No le pido a usted que me dé un beso, porque si le pidiera ese pedazo de la gloria, usted no me lo daría, y si me lo diera, al instante me tendrían que poner en manos del amigo Ezquerdo Pues mis aspiraciones se concretan hoy, querida amiga, a que usted, si está aquí cuando entre ese niño ilustrado, le ofrezca la yema que yo tengo dispuesta.
Si es todo un caballero formal declaró la señorita dándole un beso en su cara sucia que aún olía a la endiablada pintura.
¡Santo Dios! Llamole, y el señor Izquierdo dijo al niño con cierta aspereza atenuada que en él podía pasar por dulzura: Anda, piojín, y da un beso a esta señora.
¡Y esta señora que te quería dar un beso!.
Ánimo chica, y dame un beso, que las hambres con amor son menos.

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