Ejemplos con besos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mi mujer me recibe con besos amorosos, y ella murmura: que tenemos de la buena suerte, ellos nos han hecho un bello regalo de un salmón demasiado grande, el cual, como no habríamos comido, yo lo he vendido por cuarenta pesetas.
Conque reciba usted muchos besos de Julieta y atentos osequios de mi esposo, y con expresiones a las amigas, se despide hasta otra esta su servidora, que de veras la estima,.
¿Por qué no habló? ¿Qué hablar? Un gesto, un solo gesto, un movimiento de ojos, el ademán de un dedo, la seña más leve, y yo me hubiera arrojado en sus brazos, me hubiera entregado a él, me hubiera abrasado y anonadado de amor, me hubiera deshecho en besos apasionados.
El hombre, pálido de emoción, se contenía para no arrojarse al cuello de don Ramón y comérselo a besos.
Y hasta había llegado a unir su linda cabeza de bebé con las negras narices de la bestia, cubriéndolas de besos.
La esposa de Cuadros, que respondía a sus amigas con sonrisas de conejo y parecía muy preocupada por pensamientos tristes y misteriosos, abalanzóse a doña Manuela, saludándola con apretado abrazo y sonoros besos.
Y los convidados de doña Manuela entraron en la casa, confundiéndose unas familias con otras, saludándose las mujeres con un tiroteo de besos y elogiando todas las cualidades de la posesión que la viuda de Pajares tenía en Burjasot.
En aquella época, llevarla a la capilla de la Virgen de los Desamparados era para ella la mayor de las diversiones, y rezaba con tal devoción, que las viejas beatas se la comían a besos, asegurando que iba para santa.
Andresito vio cómo se alejaban los dos viejos, mostrando una nueva cara por el revés chamuscado de su pantalón, riendo su postrera hazaña, dándose besos y abrazos para afirmar la fraternidad del cafetín y hablando a gritos para que quedase bien sentado que la casa grande era una cueva de ladrones, y ellos, desengañados, se retiraban a la vida privada.
Cuando la familia dio por terminada su visita, doña Manuela y las niñas fueron hasta el rellano de la escalera, para cambiar allí los últimos besos.
Cuando el muchacho encontraba acomodo, el padre se despedía de él con un par de besos y cuatro lagrimones, y en seguida iba a por el macho para volver a casa, prometiendo escribir pasados unos meses, pero si en todas las tiendas recibían una negativa y era desechada la oferta del , entonces se realizaba la leyenda inhumana, de cuya veracidad dudaban muchos.
La esposa de Cuadros recibió con satisfacción infantil los dos sonoros besos de doña Manuela, y ella, lo mismo que Juanito, siguieron con amorosa mirada a la gallarda señora en su marcha entre el gentío del Mercado.
Hubo besos y abrazos sonoros, pero notábase en las dos mujeres cierta desigualdad en el trato, como si entre ambas se interpusiera la ley de castas.
El grato vientecillo nocturno acariciaba mi frente con sus perfumados besos.
¡Inolvidables besos! ¡Dulces besos recogidos en la corola de una rosa!.
El cariño maternal no ungió nuestra frente con sus besos envidiables.
Abrumó a Amparito con abrazos asfixiantes y besos y lagrimones, que la arrebataron una parte del colorete, y después de esta molesta expansión, que dejó aturdida a la niña e hizo torcer el gesto a doña Manuela, dejóse caer de golpe en una silla, que crujió tristemente bajo las gigantescas posaderas.
Su amante le dijo con simpática voz: ¡cuánto tenemos que hablar! y a ella le entró una risa convulsiva, que difícilmente podía expresarse: Ji ji ji ¡tres años! no, más años, más porque ji ji ji ¿Ves cómo tiemblo? No sé lo que me pasa pues sí, más tiempo, porque cuando estuve aquí con ji ji ji , te vi y no te vi y siempre él delante, y un día que le dije que te quería, sacó un cuchillo muy grande, ji ji ji y me quiso matar Yo muriéndome por hablarte y él que no que no Nuestro muerto, y yo más muerta, ji ji, y en Barcelona me acordaba de ti y te mandaba besos por el aire, y en Zaragoza besos por el aire ji ji, y en Madrid lo mismo.
Sus compañeras Belén y Felisa le dieron besos, regaláronle estampitas y medallas, asegurándole que rezarían por ella.
Maximiliano le dio muchos abrazos y besos, y ella estaba como aturdida poco risueña en verdad, esparciendo miradas de un lado para otro.
¡Ay, qué rico! clamaba Barbarita comiéndosele a besos.
Le dio muchos besos, recomendándole que fuera bueno, y no hiciese porquerías.
Al caer en la cuenta de lo tarde que era, púsose precipitadamente el manto, y se despidió del , a quien dio muchos besos.
Y a la salida del túnel, el enamorado esposo, después de estrujarla con un abrazo algo teatral y de haber mezclado el restallido de sus besos al mugir de la máquina humeante, gritaba:.
En la misma catedral, cuando les quitaba la vista de encima el sacristán que les enseñaba alguna capilla o preciosidad reservada, los esposos aprovechaban aquel momento para darse besos a escape y a hurtadillas, frente a la santidad de los altares consagrados o detrás de la estatua yacente de un sepulcro.
Acusón Ya tenían ambos la edad en que un misterioso respeto les prohibía darse besos, y se trataban con vivo cariño fraternal.
Como me traigas a casa a uno de esos tagarotes de calzón ajustado, chaqueta corta y botita de caña clara, te pego, sí, hago lo que no he hecho nunca, cojo una escoba y ambos salís de aquí pitando Estos furores solían concluir con risas, besos, promesas de enmienda y reconciliaciones cariñosas, porque Juanito se pintaba solo para desenojar a su mamá.
Cuando el tal Juanito entró en su casa, pálido y hambriento, descompuesta la faz graciosa, la ropita llena de sietes y oliendo a pueblo, su mamá vacilaba entre reñirle y comérsele a besos.

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