Ejemplos con abigarrada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la fachada destacan las arcadas del primer piso, y los balcones abalaustrados, así como su abigarrada decoración.
En esta abigarrada escena se mezclan hombres y mujeres de distintas clases sociales.
Conceptos suyos como sociedad abigarrada , esto es, una sociedad en la que se yuxtaponen en relaciones asimétricas de poder distintas culturas y sus modos respectivos de producción, han sido fundamentales en el desarrollo posterior de las ciencias sociales bolivianas y hoy se consideran imprescindibles para interpretar la realidad de dicho país.
Decorada con una abigarrada decoración a base de yeso y frescos.
El mundo no es una totalidad abigarrada de entes, es correlato del existir.
Es éste un espacio sorprendente en el que la abigarrada decoración, a base de yeserías pintadas, esculturas o espejos, lo convierte en destacado ejemplo del más exaltado barroco andaluz.
De esta misma época data el púlpito cercano al sepulcro destacando de él su abigarrada decoración y barroquismo en una obra pétrea.
Esta puerta lateral, situada en la parte meridional de la iglesia, sin duda alguna, ha sido la que más ha llamado la atención de todo el conjunto monumental, recibiendo los juicios más peyorativos, tales como obra de poco gusto, aunque de mucho trabajo, el abuso de decoración trabajando con exceso recargó los adornos y privó a esta obra de la gracia y esbeltez de las líneas clásicas , el juicio que mejor la califica es el de Chueca Goitia, quien la considera abigarrada.
Faltaba por construir toda la fachada principal a los pies del templo, incluido el pórtico y dos majestuosas torres gemelas chatas, al estilo de Notre-Dame de París, según un modelo simplificado que suprimía los chapiteles contemplados en el proyecto original, desaparecidos al igual que el cimborrio del crucero y una abigarrada decoración arquitectónica en vertical basada en gabletes y pináculos que habría cubierto todo el alzado, produciendo un resultado visual a caballo entre la Catedral de Burgos y la Catedral de Milán.
Está cubierta por bóveda de tracería flamígera que presenta una abigarrada suma de motivos iconográficos y heráldicos a lo largo de las claves de sus arcos.
El interior es muy amplio y luminoso, con una sola nave y una abigarrada decoración manuelina.
y se divide en cuatro cuerpos, el primero y el segundo son de sección cuadrada y carecen de decoración, mientras que el tercero y el cuarto son de sección octogonal y se permiten alguna ornamentación, con todo no abigarrada, como corresponde al barroco de la época.
Al llegar al medio de la Nozaleda, el Duque mandó hacer alto sorprendido de ver aquella muchedumbre abigarrada ocupando la extensa llanura del prado.
El cuerpo chocó contra las piedras, y yacía exánime en medio del arroyo, cuando apareció en la calle abigarrada muchedumbre, a cuya cabeza venía una mujer a caballo, como amazona de circo, radiante de fatuidad, decidida y altanera.
La función resultó brillante, abigarrada, jocosa.
, con su gran chambergo y su traje de rizo negro, hojeando un infolio: , más que sentado, caído en el suelo de golpe, mostrando sus calzas verdes y su tabardo rojo, el , con su severo traje negro como persona grave, el , casi todo de verde y con una media desgarrada, , con coleto de brocado y sombrero de plumas, y , con arreos militares, forman una compañía abigarrada y extraña, a la cual se pasa revista bromeando y riendo, como ellos vivían, pero que deja en el pensamiento una impresión más honda que muchos espectáculos serios.
Era esto, sin embargo, imposible, un largo y compacto cordón humano, compuesto de una muchedumbre heterogénea y abigarrada, llenaba de un cabo a otro la calle de Alcalá, cubriéndola en toda la gran extensión que por ambos extremos abarcaba la vista.
Encantadora estaba Currita aquella noche con sus rojos pelitos peinados a la griega y una extraña un poco abigarrada, muy propia del caprichoso tiempo de carnestolendas.
Por unos vericuetos en que el vidrio molido hacía papel de escarcha, venían en sendos camellos sus reales majestades Gaspar, Melchor y Baltasar, seguidos de abigarrada servidumbre, al borde del arroyo había un grupo de, lavanderas, en un altillo, junto a la hoguera de talco en que se freían las migas, los pastores apacentaban las ovejas de patitas de alambre, mientras los pavos de abermellonada cabeza y peana verdosa destacaban sobre el musgo aterciopelado y húmedo.
El constante movimiento de aquella multitud abigarrada producía una especie de titilación que deslumbraba.
Los monigotes eran siete bebés colosales, que componían una orquesta abigarrada, y en el centro, un caballero de frac y batuta en mano.
La luz del sol, teñida y desvirtuada por el improvisado trasparente, daba al cuarto una entonación abigarrada.
Más adelante, cuando tenga el gusto de describiros en su conjunto el ejército de Andalucía, daré completa idea de su abigarrada conformación y aspecto.
Es de advertir que los departientes ocupaban dos lados opuestos de una mesa del mejor café de aquella ciudad costeña que se menciona en la carta, que sobre la mesa había, amén de los codos de los dos personajes, un chocolate con mojicones y tostadas fritas, un platillo con pasteles y una copa llena de Jerez, en el lado correspondiente al joven Casallena, y a plomo de sus negras y no muy tupidas barbas, y en el otro lado, otra copa con un líquido refrigerante, que sorbía a ratos el hombre de la cara hosca, porque así se le calmaban ciertos dolores nerviosos del epigastrio, que a la sazón le mortificaban de tiempo en tiempo, que la mesa estaba junto a una de las puertas abiertas de par en par de la fachada principal del edificio, que declinaba la tarde, y que el ambiente salino que se respiraba desde allí, despertaba en los ojos nuevas y más fuertes ansias de contemplar el panorama grandioso que tenían delante en cuanto miraban hacia afuera, saltando por el estorbo de la abigarrada muchedumbre que hormigueaba en la empedernida faja que sirve de divisoria entre los edificios enfilados con el del café de que se trata, obras mezquinas de los hombres, y aquella incomparable marina, obra maravillosa de Dios.
En torno a la del centro, más grande que las otras, agrupábanse en confusión abigarrada una multitud de hombres cuyos semblantes lívidos expresaban los horribles trances de una ansiosa expectativa, fijos los desencajados ojos en un círculo trazado en la superficie de la mesa, en cuyo centro, divididas por una línea vertical había dos letras: S.
Una multitud alegre y abigarrada bullía la noche en que nos permitimos conducir a él a nuestros lectores en el famoso café cantante de Chinitas, donde, decidores y típicamente engalanados, lucían sus hechuras y prodigaban sus donosos decires los mozos más baríes y pintureros, charlaban, graves y reposados, los prohombres de la estiba y del arrumbo, pintábanla de rumbosos y macarenos algunos señoritos de índole achulada, y extasiábanse, enardecidos por el deseo, varios próceres de Roalabota y Jotrón, contemplando el brillante grupo de bailaoras y cantaoras que lucían, sobre el reducido escenario, sus vestidos vaporosos y crujientes, sus brillantes pañolones de Manila y sus bien peinadas cabelleras tocadas de flores, sus relucientes gargantillas, sus pies de maravillosa pequeñez primorosamente calzados y, a veces, algo más que ofrecían pérfidamente a las miradas codiciosas de los que unían la sotobarba al tablero de la mesa para gozar un punto de vistas tan tentadoras.
Desaparecieron como por encanto los portillos y seturas de las mieses, y cada una de las brechas resultantes fue vomitando en la vega el ganado a borbotones, en abigarrada y pintoresca mezcla de especies, sexos, edades y tamaños: la mansa oveja y el retozón becerro, la cabra arisca y el perezoso buey, la dócil burra y la gentil novilla, la sosegada vaca, el inquieto potro de recría y el toro rozagante.
Caminábamos abriéndonos paso al través de la muchedumbre abigarrada que circulaba en todos sentidos.
extraña que se abre, fantásticamente abigarrada, entre.
Porque si el uno no hace sino revestir con una forma abigarrada y un traje lleno de perendengues y flecos y alamares un maniquí sin vida, el otro dice, sí, algunas veces cosas sustanciosas y de brío —entre muchas patochadas— pero cosas poco o nada poéticas, y, sobre todo, las dice de un modo deplorable, en parte por el empeño de sujetarlas a rima, que se le resiste.

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