Ejemplos con zascandil

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Andaban diciendo que informados de mi persona y antecedentes por sujetos llegados de Madrid, sabían que yo era un pícaro redomado, un zascandil de la literatura y el periodismo, federal de abolengo, masón y revolucionario callejero, y que mi famosa perorata fue una burla infame de la honrada inocencia de los durangueses.
De la mesa donde estaba vino a saludarme, y me dijo que su mujer se había arreglado otra vez con el zascandil de Alberique.
-¿Y no sabe que contábamos con el apoyo de ese zascandil, de ese peine.
El Padre Paulí predica, hace tiempo, que hay que morir por la fe: el zascandil de Urquiola anda arengando a la juventud salida de Deusto, para que mate en nombre de Dios.
La condesa díjole que el zascandil ese había muerto según sus averiguaciones, y la marquesa y su hermano, tomando otro camino, han concertado hacerla creer que el tal desconocido jovenzuelo es un pícaro ladroncillo de las calles, un tramposo, estafador, a quien persigue la justicia por sus robos, chuladas y granujerías.
¿Por qué no arrojáis esta idea de la cabeza? ¿No comprende usía que en una tan principal casa no pueden entrar por las puertas del matrimonio personas de baja condición? Seguramente que ese zascandil que fue vuestro novio no se acuerda para nada de mi querida niña.
El señor marqués y su hermana no piensan más que en averiguar quién podrá ser ese desconocido zascandil que ha trastornado el seso a la más discreta y bella muchacha que ha peinado azabaches y llorado perlas en el mundo, y todo se vuelve averiguaciones y acechos, y observa por aquí y husmea por allí.
Estaba el pobre chico encendiendo el quinqué de su cuarto, cuando la señora apareció en la puerta, gritando con toda la fuerza de sus pulmones: Zascandil.
Dirigían anónimos a graves personas ponían motes a todo viviente de Orbajosa, desde el obispo al último zascandil, tiraban piedrecitas a los transeúntes, chicheaban escondidas tras las rejas para reírse con la confusión y azoramiento del que pasaba, sabían todos los sucesos de la vecindad, para lo cual tenían en constante uso los tragaluces y agujeros todos de la parte alta de la casa, cantaban de noche en el balcón, se vestían de máscara en Carnaval para meterse en las casas más alcurniadas, con otras majaderías y libertades propias de los pueblos pequeños.
Gozaba aquel señor de mucha fama, que aún conserva su nombre, pero todos los hombres de mi tiempo, desde el Rey y los ministros y el clero hasta el último zascandil, se pusieron en contra suya, y tuvo que salir del Ministerio y marcharse con la música y el sistema a otra parte.
y ahora me viene a la memoria que entre él y ese zascandil de D.
¿Con que dices que se ríen de mí? ¡Y lo saben todos, y me observan, y estoy sirviendo de espectáculo a ese miserable zascandil! De modo que Isidoro es el hazme reír de las gentes, y tendrá que ocultarse y huir para evitar las burlas de los envidiosos, y ya ninguna mujer se dignará mirarle a la cara.
-A ver, zascandil, ¿has cogido tú el rosario de la tía Nicolasa? -dijo Segarra apoderándose de una de las orejas del rapaz como fianza para poderle imponer castigo en caso afirmativo.
Le digo a usted que la señorita, como no sea para ponerse rizos cuando viene ese zascandil del peluquero todas las semanas.
Supongamos que mañana se presenta en casa de usted un zascandil cualquiera, un tabernerillo rico, como quien dice, y le pide una hija en matrimonio: ¿se la concedería usted?.
El mediocre teme a la opinión pública con la misma obsecuencia con que el zascandil teme al infierno, nunca tiene la osadía de ponerse en contra de ella, y menos cuando la apariencia del vicio es un peligro ínsito en toda virtud no comprendida.
Eres un zascandil.
Le digo a usted que la señorita, como no sea para ponerse rizos cuando viene ese zascandil del peluquero todas las semanas.
-Verdaderamente -dijo el Ministro fingiéndose sorprendido para disimular su inclinación a la benevolencia-, no sé, no entiendo, mi querido Marqués, los móviles de ese interés de usted por un quídam, por un zascandil.
-Pues, señor, con que el zascandil de Millán vuelva y con que el Gitano coja un muermo con la mojadura que no se lo quite en medio año de encima, medrados habemos quedado.
Aquel hombre tan ilustre y resonado, con quien él tenía un compromiso imposible de cumplir, aquel prócer deslumbrante que, una vez sacado a plaza el tema del desdichado negocio, podía llamarle a él, sin faltar enteramente a la justicia, trapacero, y aun zascandil si a mano viniera, aquel gran caballero, en fin, que tanto miedo le daba, necesitaba y le pedía, o iba a pedirle, dinero.
Con todo y con ello, yo me declaro tonto de remate, zascandil y barrescobas de esos personajes, marido sin diznidaz y hasta padre sin vergüenza, y te doy la razón para tratarme como me has tratado y cumplir el juramento que me has hecho, porque, séase lo que se fuere, es la verdad que la vida que traemos en esta casa últimamente no es para llevada muy allá.
Como era culpable también, y no te creí tan duro de mollera ni tan irracional como ahora resultas, lo llevé por la buena y poco a poco, esperando que las pesadumbres y dolores de tu hija conseguirían de tu corazón lo que no alcanzaban mis razones, pero nada: tú como una peña, hecho un zascandil barrescobas de esas gentes, que se están riendo de ti, y ¡sordo que sordo y ciego que ciego a los lamentos y a las desdichas de tu casa!.
es un zascandil.
Por de pronto, apuesto una credencial de «buen muchacho» a que si yo tomo de la mano a un hombre, de los muchos que conozco, que se pasan la vida luchando brazo a brazo con la adversa fortuna, sin reparar siquiera que a su lado cruzan otros más felices con menores esfuerzos, a uno de esos hombres verdaderamente discretos, verdaderamente generosos, verdaderamente honrados, apuesto, repito, la credencial consabida a que si le tomo de la mano y le saco al público mercado, no encuentro quien le fíe dos pesetas sobre su legítimo título de buen muchacho, título que se le ha usurpado para ennoblecer a tanto y tanto zascandil como se pavonea con él por esas calles de Dios.
Sin más razón que la de ser yo lo que oficialmente soy, tiene derecho cualquier gacetillero hambriento, el último zascandil de la prensa periódica, a dudar de mi probidad, a llamarme inepto y a disponer contra mí la opinión pública.
has creído que estás todavía en la Caleta, pedazo de zascandil?.
-¡Un zascandil! -gruñó el herido, encarándose con la silenciosa Angustias-.

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