Ejemplos con zahón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entre paréntesis, desde que yo la vi en casa de aquella condenada Zahón, que Dios confunda, la tuve por demasiado viva de genio, carácter impaciente, voluntarioso, atropellado.
El motivo de buscarle con tanta prisa es porque usted trajo un encargo para la Zahón.
No se manifestaba en la mesa la sordidez de Jacoba Zahón, como vulgarmente creían vecinos chismosos, y amigos desconocedores de las interioridades de la casa.
-No haga usted caso -dijo la Zahón-.
En tanto Calpena, mal repuesto de su trastorno, apenas podía enterarse de lo que Maturana y la Zahón le decían.
La que respondía por Aura se quedó también suspensa, y pensaba que no veía por primera vez al sujeto, cuyo nombre pronunció la Zahón presentándole.
Excusose el joven con finura y modestia, alegando que no tenía amistad con el Ministro, ni podía permitirse recomendarle asuntos de ninguna clase, mas no se dio por convencida la Zahón, y elogiando la delicadeza del joven, y echándole mucho incienso dijo: Es natural que usted se exprese de ese modo.
Dijo esto la Zahón sólo con el objeto de poner en confusión a su amigo y desorientarle.
nática, o como se diga, para el Muñoz -dijo la Zahón venenosa, echando por los ojos toda su envidia, mezclada con su agudo sufrimiento-.
-No lloro, no, ni me río -indicó la Zahón altanera y burlona-.
Era la Zahón envidiosa, y su egoísmo comercial no toleraba que otro del gremio, aun siendo amigo suyo, hiciese mejor negocio que ella.
¡Ay, ay! Lo fue, sí, señor -dijo la Zahón amargando el concepto con quejidos-.
-Pues ese abanico -afirmó la Zahón displicente y maligna, entornando los ojos- no se vende en España, tal como están hoy las cosas, aunque lo adornen con más historias que tiene el Cid.
-Eso, admitiendo que sean verdad todas esas traídas y llevadas del abanico -observó la Zahón, escéptica, desdeñosa, pues no le gustaba que su colega supiese más que ella en tales materias-.
Lástima no tener las otras piezas -dijo la Zahón, examinándolo sin lente, con ojo muy perito-.
Momentos después, entraba en la sala Doña Jacoba Zahón, apoyada por la izquierda en el fámulo, por la derecha en un grueso bastón, y con difícil paso, marcado por lamentos y suspiros, llegó hasta soltar sobre un sillón la dolorosa carga de su cuerpo.
La casa, la infernal cueva de la Zahón no se apartaba de su mente.
A la muerte de Jenaro, la niña, por disposición testamentaria de este, fue puesta al cuidado del Montefiori de Mallorca, y luego de Zahón y Negretti.
! Para la Zahón no hay más política que ganar dinero, engañar a quien puede, y despojar a los infelices que caen en sus garras.
Hoy, por muerte de Zahón, se ha quedado al frente la viuda, para quien algunas noches trabajo, escribiéndole la correspondencia y poniéndole las cuentas en orden.
¿Por qué se asombra usted? La Zahón comercia en diamantes y perlas.
Al mismo tiempo recordó el conocimiento de Milagro con Doña Jacoba Zahón, añadiendo que para esta señora había traído de Francia un encargo que aún se hallaba en su poder.
Juan excelentísimo: Por encargo de la señora Doña Jacoba Zahón, que permanece enferma en cama, le digo cómo la ropa de la niña importa mil setecientos y veinte y dos reales efectivos, que hará el favor de remitir a la mayor brevedad, para atender a las urgencias.
Este nombre hirió con súbito rayo la mente de Calpena, y pidiendo más explicaciones, oyó de boca de Milagro las siguientes: Doña Jacoba Zahón, que compra y vende piedras preciosas.
-Eso de Zahón me huele a masonería.
Díjome que se presentaría a recibir el encargo la persona a quien viene rotulado, y es también una señora, y se llama Doña Jacoba Zahón.
Agregó a estas nuevas el sargento que preparaba un cambio político, dando el pasaporte a Mendizábal y sustituyéndole con Istúriz, que al reunirse los nuevos Estamentos, Procuradores y Próceres se tirarían los trastos a la cabeza, que Lopresti contaba mil donaires del furor de la Zahón, y de las dramáticas, ruidosas escenas que presenció la casa y gozó el vecindario al partir la bella Aurorita, desolada y fuera de sí.
Durmió Calpena intranquilo, y al despertar sobresaltado, no se apartaba de su mente la imagen de los dos Fonsagradas, a quienes conocía por las relaciones de aquella familia con la Zahón.
Bien guardaditas habrán quedado allá mis cartas y el aljófar comprado a la Zahón.
Entre paréntesis, señor cura: tengo que decirle que he comprado el famoso abanico que vio usted en casa de la Zahón.

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