Ejemplos con yatagán

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Asimismo le regaló un yatagán que él portaba, como muestra de su aprecio y amistad.
El yatagán turco fue un arma que pronto popularizaron los jenízaros, tropas de infantería regular del Imperio Otomano, sobre el siglo XIV, y gracias a la influencia de este imperio, llegó a extenderse por la Europa del Este, amplias zonas de Rusia, e incluso llegó a influir notablemente en la morfología de ciertos sables chinos Dao, debido al regular comercio de china para proveerse de objetos turco-árabes, sobre todo a partir de importar las técnicas de damasquinado y acero de damasco a partir del siglo X.
Este comandante y herrero le dio el nombre al pueblo que fundó, llamado Yatagán, y posteriormente ese mismo nombre se les dio a los sables que de allí salieron.
El yatagán es una especie de sable o alfanje usado en oriente.
La tienda contiene una pintura de Napoleón, un yatagán moro, un ídolo de los tártaros, retratos de burgomaestres holandeses, un busto de Cícero, una momia del Antiguo Egipto, un florero de los etruscos, un dragón chino, y centenares de otros objetos.
Una vez, un juramentado de Filipinas vino a mí, con el yatagán levantado, a cortarme la cabeza, yo le miré y bostecé de fastidio.
Ya vi algún yatagán que venía contra mis entrañas y que el buen Ibrahim apartó con mano diligente.
-¿Yo qué sé? Una bala me pasó el muslo, y un tajo de yatagán me lo acabó de arreglar.
Me cegué, tiré de yatagán y les acometí con fiereza, desembarazándome al instante del que más próximo tenía.
Luego se fue a él, yatagán en mano, pero a punto entraron detrás de Prim seis, ocho, diez de aquellos voluntarios que llaman , hombres fornidos, con un gorro morado y luengo a manera de bolsa, que les cae para delante o para detrás según mueven la cabeza.
Me cegué, tiré de yatagán y les acometí con fiereza, desembarazándome al instante del que más próximo tenía.
Un pesado yatagán colgaba de su cinturón de cuero.
Fernando examinó el filo de su yatagán -era reciente y tajante-, se aproximó a la boa, inmóvil en el amodorramiento de su digestión, y levantó el alfanje.
El uno me agarró por los cabellos, por eso ahora los llevo cortos, nadie sabe lo que puede suceder, el otro me rodeó el cuello con su yatagán.
Aun con esto vaciló, tanto deseo tenía de acabar con ese pobre diablo, pero yo le di sobre la escopeta un cuchillo inglés de monte, con el cual había yo mellado el yatagán de su alteza, y esto al fin le determinó a perdonarle la mano y la cabeza, aunque a condición de que nunca volviera a Túnez.
Llevaba en la cintura un magnífico chal de Cachemira, y sujeto en él un yatagán pequeño y corvo.

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