Ejemplos con volé

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Yo volé al Arsenal, y al poco rato traje la noticia de la sublevación de la marinería y de los obreros de la Maestranza.
Cuando lo supe me volé, eché de mi cuerpo el luto, no he vuelto a pisar la casa, ni la parroquia, ni el convento de las monjitas.
Hacia allá volé, adelantándome a los que iban presurosos, o tropezando con damas que aterradas volvían, y lo primero que vi fue un oficial de Alabarderos que a la Princesita llevaba en alto hacia las habitaciones reales.
Cuando llegó a mi noticia que me acusaban de haber ido al Cuartel General de Moriones a llevar recados de mi jefe, me volé, y aquella misma tarde, habiéndome encontrado a la camarilla en el atrio de la iglesia de San Miguel, me lié la manta a la cabeza, y por poco se arma allí un Dos de Mayo.
Por la noche no pude refrenar mi ardorosa impaciencia y volé a su casa.
Volé a la de ese miserable ladrón, mas no le pude ver ni en todo aquel día ni en los siguientes.
Volé al cuarto piso tomando la pequeña escalera, y por el camino, en mi precipitada marcha, iba arrojando los postizos y adornos que me habían servido para la representación.
¡Oh! sídijo ella rehaciéndose a su vezyo corrí, volé, peroañadió tristementetodos hemos llegado tarde.
Yo volé al Arsenal, y al poco rato traje la noticia de la sublevación de la marinería y de los obreros de la Maestranza.
Y sin embargo, ¡oh, Dios!, yo volé.
Salí, corrí, volé.
Al día siguiente, muy temprano, monté a caballo, y no corrí, sino volé a casa de mi hermana la procuradora: referíle el caso, pedíle su parecer delante de su marido, y antes que yo concluyera de hablar, ya me estaban empujando los dos, locos de contentos, para que volviera a coger al rumboso don Augusto por la palabra.
Despedíme con poco más que una fría reverencia, y volé a dar cuenta del suceso a mis amigos, que me aguardaban anhelosos en la redacción.
Yo que tal oí, considerando la hacienda por lo menos que tiene que perder el que ha perdido el gusto, me llegué con necia determinación al carcelero, a quien amenazando con una daga, me hizo patente la puerta, y como fuese bien de noche y obscuro busqué un barril de pólvora y metiéndole en el portal, informado que estaba el novio en casa, volé no sólo a ellos y a ella,, mas aún parte de la mía, no por los dos años padecidos, sino porque no quedase en el mundo simiente de agresores de maldad tan atroz.
Corrí hacia ella y le volé los sesos.
Cuando lo supe me volé, eché de mi cuerpo el luto, no he vuelto a pisar la casa, ni la parroquia, ni el convento de las monjitas.
Cuando me reuní con Efémera dejé a esta al cuidado de lo que ocurriera en Villarreal y volé a Castellón, donde observados directamente los actos y palabras del General Jovellar que mandaba uno de los Cuerpos de Ejército del Centro, comprendí que la Restauración era ya un hecho, y que por la vulgaridad de aquellos sucesos, la Historia no debía precisar pormenores que carecían de todo interés.
En cuanto a mí, realicé en dinero cuanto poseía vendiendo mi tienda, y rico para en lo sucesivo, partí a toda prisa con rumbo a Bagdad, y no bien llegué, volé al palacio del anciano blanco, padre de mi bien amada.
«Si entrara en los reducidos términos de mi paciencia el propósito de describir mi vida de colegiala con todos sus pelos y señales, larga sería aquí la lista de los lances curiosos en que intervine yo, por las intemperancias incorregibles de Sagrario y por la entereza glacial de Leticia, pero no van por ahí las corrientes que me empujan en este instante, y si menciono los nombres y principales rasgos de carácter de estas dos compañeras, omitiendo los de tantas otras, es porque conservé esas dos amistades durante toda mi vida mundana, y no influyeron poco en la calidad de ella, lo mismo bajo el cascarón de crisálida en el colegio, que cuando volé a mis anchas por el mundo con las alas de mariposa.
Volé a su encuentro, ansioso de rodearme, para un evento, de corazones nobles y caras amigas.

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