Ejemplos con vicio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Y quién sabe si aun esos pocos privilegiados no se sienten mordidos por el demonio de la vanidad, y al extremar los ascetismos de su vida, piensan en la gloria de verse en los altares! El sacerdote que logra dominar la carne cae en la avaricia, que es el vicio eclesiástico por excelencia.
A esto hay que preguntar: si la ociosidad es un vicio en los pobres, ¿por qué aparece entre los ricos como un signo de distinción y hasta de elevación de espíritu? Si el trabajo es la mayor de las virtudes, ¿por qué se afanan los capitalistas en amontonar riquezas para librarse ellos y librar a sus descendientes de la práctica de tal virtud? ¿Por qué esa sociedad que ensalza el trabajo con los más poéticos conceptos relega al trabajador a la última fila? ¿Por qué acoge con más entusiasmo a cualquier soldado que estuvo en la batalla tal o cual, que al viejo obrero que ha pasado sesenta años practicando el trabajo, sin que nadie se fije en él ni le agradezca tanta virtuosidad?.
La ociosidad es madre del vicio, y el trabajo una virtud.
En la puerta de una escalerilla le hacía señas una buena moza, despechugada, fea, sin otro encanto que el de una juventud próxima a desaparecer, los ojos húmedos, el moño torcido, y en las mejillas manchas del colorete de la noche anterior: una caricatura, un payaso del vicio.
¿Será cierto que el dolor es el triste patrimonio de la mísera humanidad? ¿Será cierto que no es posible la realización de nuestros más nobles deseos? Malógrense enhorabuena los planes del malvado, disípense como la niebla los proyectos del perverso, pero ¿por qué han de ser inútiles y vanos todos los pensamientos generosos, todas las desinteresadas aspiraciones de la juventud? ¿Será cierto que la maldad nos acecha por todas partes? ¿Será verdad que el vicio se disfraza con el blanco traje de la virtud, y que la flor más bella está comida de gusanos? ¿Si es una verdadera miseria vivir en la tierra, no es mejor morir cuando no hemos probado aún las amarguras de la vida?.
Yo mataré en el corazón de Ernesto esa pasión funesta yo seré su ángel tutelar y cuando le vea yo regenerado, cuando haya dejado para siempre ese vicio horrible ¡le daré mi mano! Dicen que soy hermosa, dicen que soy inteligente, que soy amable.
Ya no había mujeres honradas: lo decía un conocedor profundo de la sociedad y del vicio.
Era tan fuerte el ansia de charla y de trato social, se lo pedía el cuerpo y el alma con tal vehemencia, que si no iban habladores a la tienda no podía resistir la comezón del vicio, echaba la llave, se la metía en el bolsillo y se iba a otra tienda en busca de aquel licor palabrero con que se embriagaba.
Parecía un padre, un hermano que desalado busca a la prenda querida que ha caído en los dédalos tenebrosos del vicio.
Poco a poco iban llegando los amigos, aquellos hermanos de su alma, que en la soledad en que Plácido estaba le parecían algo como la paloma del arca, pues le traían en el pico algo más que un ramo de oliva, le traían la palabra, el sabrosísimo fruto y la flor de la vida, el alcohol del alma, con que apacentaba su vicio Pasábanse el día entero contando anécdotas, comentando sucesos políticos, tratando de tú a Mendizábal, a Calatrava, a María Cristina y al mismo Dios, trazando con el dedo planes de campaña sobre el mostrador en extravagantes líneas tácticas, demostrando que Espartero debía ir necesariamente por aquí y Villarreal por allá, refiriendo también sucedidos del comercio, llegadas de tal o cual género, lances de Iglesia y de milicia y de mujeres y de la corte, con todo lo demás que cae bajo el dominio de la bachillería humana.
El vicio y la grosería habían puesto una costra en mi corazón llamémosle Jacintilla, no me mires así.
Es que hay en la naturaleza humana un vicio de mendicidad, eso no tiene duda.
El vicio aquel tenía sus depravaciones, porque la señora de Santa Cruz no sólo iba a las tiendas de lujo, sino a los mercados, y recorría de punta a punta los cajones de la plazuela de San Miguel, las pollerías de la calle de la Caza y los puestos de la ternera fina en la costanilla de Santiago.
A su tienda iban los habladores más frenéticos, porque el vicio llama al vicio.
Me gana catorce riales y no tiene ningún vicio.
Mira, mujer, para que los jóvenes adquieran energía contra el vicio, es preciso que lo conozcan, que lo caten, sí, hija, que lo caten.
Estupiñá tenía un vicio hereditario y crónico, contra el cual eran impotentes todas las demás energías de su alma, vicio tanto más avasallador y terrible cuanto más inofensivo parecía.
Fuera del platicar, Estupiñá no tenía ningún vicio, ni se juntó jamás con personas ordinarias y de baja estofa.
Como sus necesidades eran muy cortas, pues no tenía familia que mantener ni ningún vicio como no fuera el de gastar saliva, bastábale para vivir lo poco que el corretaje le daba.
Por eso gusto tanto vivir en esta pacífica soledad, lejos del laberinto de las ciudades, donde reinan ¡ay! la falsedad y el vicio.

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