Ejemplos con trepan

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mis personajes son gente de la calle, seres que nada tienen de extraordinario, hombres y mujeres que están ahí, a la vuelta de la esquina, confundidos entre las personas que abordan el metro, se trepan a los autobuses, o circulan por las avenidas y su rostro nada dice.
Sus cazadores dejan sus fusiles en tierra y con la bayoneta entre los dientes trepan por el cerro, consiguiendo desalojar a los carlistas, dejando libre el camino.
Luego visitantes incómodos, víboras al asalto, las mismas que en las crecidas trepan por las ruedas de los vapores hasta los camarotes.
El patrón la dirige a la barra, desármanse los remos, ízanse los palos y las dos velas, la pequeña y la grande, trepan a su largo con el auxilio del cordaje, al resbalar de las correderas.
Por puertas y ventanas trepan al asalto la helada, el bochorno, el tráfago y las impurezas de la vía pública.
A la voz del viejo, tres mujeres se apartan del grupo femenino, desvían con rudo empujón a los ricachos de la aldea, alcanzan el barandal del cubo, trepan a él y saltan por las rocas en dirección del mar.
Por primera vez se sienta, y entonces a su espalda levántanse tres siglos de fatiga que salen de un cojinillo caído, hacen pie en el gavilán de su daga, trepan y se le acampan en la voluntad.
Mientras los serviles trepan entre las malezas del favoritismo, los austeros ascienden por la escalinata de sus virtudes.
Donde los otros se apunan, los genios trepan, cobran mayor pujanza cuando arrecian las borrascas, parecen águilas planeantes en su atmósfera natural.
Al lado, en el corral que cercan enormes huesos de ballenas, trepan los chiquillos desnudos sobre el asno pensativo, o se tuestan al sol en la orilla, mientras, bajo la ramada, el más fuerte pule un remo, la moza, fresca y ágil, saca agua del pozuelo y las gaviotas alborozadas recorren la mansión humilde dando gritos extraños.
En el cementerio Padre Lachaise, cerca de la fosa común y lejos del barrio elegante de esa ciudad de sepulcros, lejos de todas esas tumbas a la moda, en un lugar solitario, al pie de un antiguo muro, bajo un gran tejo por el cual trepan las enredaderas de campanillas en medio del musgo, hay una piedra.

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