Ejemplos con tiraban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Era capaz de permanecer horas enteras en el mar, pero desnudo, a la vista de la costa, con la seguridad de volver a tierra firme cuando lo desease Pero ahora tenía que sostenerse vestido, los zapatos tiraban de él cada vez con más fuerza, como si fuesen de hierro ¡y agua por todos lados! ¡ni un buque en el horizonte que pudiese venir a socorrerle! El telegrafista de a bordo, sorprendido por la rapidez de la catástrofe, no había podido lanzar la señal de auxilio.
Murieron muchos, capitán, casi la mitad pero los alemanes no pudieron seguir adelante Luego, al enterarse de que los marinos no habían sido mas que seis mil, los generales se tiraban de los pelos: ¡tanta era su rabia! Creían haber tenido enfrente docenas de miles Da gusto oír contar eso a los chicos que estuvieron allá.
Una concha de nácar era su carroza, y seis delfines tiraban de ella con jaeces de purpúreo coral.
Acababa de recibir un balazo, le habían herido los que tiraban desde lo alto de la iglesia.
Al entrar las señoras tiraban cada una de su cordoncito para marcar la asistencia de este modo, y las amigas se encargaban algunas veces de hacerlo por las ausentes, engañando a las monjas, que, terminada la reunión, examinaban la lista con una curiosidad meticulosa.
Cada lingote era depositado en un carrito, del que tiraban dos obreros, y avanzaba lentamente hacia los hornos de laminación, solemnemente luminoso, de un brillo divino, como si fuese un ídolo arrastrado por sus fieles.
Gabriel sintió que le tiraban de la chaqueta, y al volverse vio a la jardinera.
Pero los ruegos de su hija y la voluntad de Pepeta pudieron más, y escoltada por muchas mujeres, salió de la barraca con el delantal en la cara, gimiendo, tambaleándose, sin prestar atención a las que tiraban de ella disputándose el llevarla cada una a su casa.
Las tiraban del rabo, cogíanlas de las piernas, obligándolas a andar con las patas delanteras, las hacían rodar por los ribazos o intentaban cabalgarlas colocándose de un salto sobre sus sucios vellones.
En el Veloz disipóse de repente su humor negrísimo y comenzó a reír y divertirse como un muchacho, Gorito Sardona y Paco Vélez, asomados a un balcón, tiraban a los transeúntes un , y púsose Jacobo a ayudarles, era el saquillo un lindo canastito, adornado con cintas y cascabeles, y atado con un cordón de seda lo bastante corto para que no llegase a dar en los sombreros de los transeúntes.
Y lanzándoles este insulto, les tiraban de la oreja y se alejaban trotando, para retroceder un poco más allá y repetir las mismas palabras.
Tío por aquí, tío por allá, la una le quitaba el sombrero, la otra tomaba su bastón, y las dos tiraban a un tiempo de su paleto, sonriendo ligeramente al ver el chaqué, que quedaba al descubierto, y que con sus cortos faldones dábale el aspecto de un pájaro desplumado.
Pero cuando su alegría subió de punto fue al ver que algunos chicuelos, escondidos entre los biombos, tiraban de cuerdas, poniendo en movimiento a los monigotes.
Después de visitar varias casas, saliendo de ellas con el corazón desgarrado, hallábase otra vez en el corredor, ya muy intranquila por la tardanza de su amiga, cuando sintió que le tiraban suavemente de la cachemira.
En el alma de Perucho se verificaba una de esas encarnizadas luchas entre el deber y la pasión, cantadas por la musa dramática: el ángel malo y el bueno le tiraban cada uno de una oreja, y no sabía a cuál atender.
Ayudó Sancho, por su parte, a la soltura de Ginés de Pasamonte, que fue el primero que saltó en la campaña libre y desembarazado, y, arremetiendo al comisario caído, le quitó la espada y la escopeta, con la cual, apuntando al uno y señalando al otro, sin disparalla jamás, no quedó guarda en todo el campo, porque se fueron huyendo, así de la escopeta de Pasamonte como de las muchas pedradas que los ya sueltos galeotes les tiraban.
Delante de todos venía un castillo de madera, a quien tiraban cuatro salvajes, todos vestidos de yedra y de cáñamo teñido de verde, tan al natural, que por poco espantaran a Sancho.

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