Ejemplos con temerosos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por ejemplo, cuando los Sombrero de Paja estaban temerosos de él por ser un esqueleto, Brook también se asustó olvidándosele que era él el objeto de temor.
La reacción internacional también fue favorable para el levantamiento del bloqueo: en Argentina el canciller Luis María Drago se pronunció contra el cobro a la fuerza de la deuda en lo que se conocería como la Doctrina Drago, el Perú denunció la acción como una agresión y los Estados Unidos, al principio renuentes a participar terminaron demandando el retiro de las escuadras, temerosos de las ambiciones alemanas en el Mar Caribe.
Temerosos éstos de que en el trayecto hacia los puertos de Almuñécar o Almería -donde se embarcaban-, les robaran sus fortunas los salteadores de caminos -grupos de soldados renegados de los ejércitos cristianos- escondieron grandes tesoros entre los olivos que un día poblaron este monte.
La maldición del padre Perdomo tuvo sus efectos esperados: los habitantes honrados de Ixtepeque, temerosos empezaron a abandonar la población, trasladándose a otros lugares, principalmente a la Zona de San Cayetano, a donde no les alcanzara la Maldición.
Las Carreteras Norte, Sur, Nueva a León y la de Masaya se fueron congestionando por el desfile de vehículos donde huían los temerosos sobrevivientes.
Temerosos del crecimiento del poder del fuerte militar en Coro, el gobierno en Caracas ordenó a los extranjeros de Coro a no pagar las contribuciones que se les pedían.
Otros panfletos eran abiertas amenazas contra los extranjeros, preguntándose si estos no estaban temerosos de lo que esta situación podía acarrear.
Entre los defectos eliminatorios destacan: que sean perros agresivos o temerosos, nariz, labios o párpados demasiado pigmentados, orejas colgantes o que no se mantengan erguidas por si solas, ausencia de cola o recortada, apariencia débil y cuerpo de forma rectangular.
La refoma introdujó cambios radicales en el estancado Gobierno chino, y desagradó a sectores conservadores temerosos de perder el poder debido a la influencia de los reformistas.
Ella, la infeliz muchacha de la calle , la , habituada a ver a los suyos plegados y temerosos bajo el peso de un odio tradicional, visitaría estas ciudades, se mezclaría en los desfiles de riqueza, tendría francas las puertas que había contemplado siempre cerradas, y entraría por ellas apoyándose en el brazo de un hombre que le había parecido siempre la representación de todas las grandezas terrenales.
Unos eran espadas con las sangrientas hojas cubiertas de guirnaldas de laurel, símbolo de heroísmo, otros parecían áureos cetros rematados por coronas de rey o de emperador, varas de justicia, barras de oro formadas de monedas superpuestas, báculos con piedras preciosas, símbolos de divino pastoreo desde que los hombres se agruparon en rebaños para balar temerosos con la vista puesta en lo alto.
Es verdad que, temerosos de este daño, han procurado con excesiva frecuencia Zola y los suyos cargar sus novelas de especias picantes, que estimulen los paladares estragados.
Llevaban coronas de cebollas, ajos, puerros y otras hortalizas de aroma desagradable y violento, dos lechuzas, varios muciérlagos y otros avechuchos temerosos y repulsivos, a fin de arrojar las coronas sobre el autor y soltar sobre la sala las nocturnas aves, en la coyuntura propicia.
Y para consolarse de esta falta de niños en su hogar, se iba al rancho del capataz Celedonio, donde una banda de pequeños mestizos se agrupaban, temerosos y esperanzados, en torno del patrón viejo.
Jamás había creído en apariciones o en duendes, ni la sobresaltaban, hasta el punto de turbarle la razón, los ruidos temerosos, ni siquiera los peligros ciertos.
Imposible, no obstante, averiguar qué querían decir aquellos rumores huecos, temerosos, infernales, que nacían en su garganta, y antes de salir se reflejaban con terrible resonancia cuatro o cinco veces en las paredes de su enorme cavidad bocal.
Y los otros bandidos, temerosos de verse sin herencia por mi amor a los bastardos, han tratado de robarme, de matarme Pero yo tengo siete vidas.
Los canónigos, al entrar en el coro, iban con la cabeza baja, como avergonzados y temerosos.
Acercáronsele entonces Gorito y Leopoldina, temerosos de que el batacazo de por la mañana comenzara a tener consecuencias, y esta, con verdadero interés, le dijo:.
Esta barraca humildedecía a los treinta chicuelos que se apretaban y empujaban en los estrechos bancos, oyéndole entre aburridos y temerosos de la cañala deben mirar ustedes como si fuese el templo de la cortesía y la buena crianza.
Si es así, como yo lo deseo, mi amor despertará y se empleará todo en la hermosura del cielo, en Dios que le ha criado, en las flores, en la poesía, y quién sabe si hasta en la ciencia, dado que en mi estrecho cerebro de mujer quepan sus grandes verdades, sus oscuros misterios y sus temerosos problemas.
Rodolfo llegó a su casa sin impedimento alguno, y los padres de Leocadia llegaron a la suya lastimados, afligidos y desesperados: ciegos, sin los ojos de su hija, que eran la lumbre de los suyos: solos, porque Leocadia era su dulce y agradable compañía: confusos, sin saber si seria bien dar noticia de su desgracia a la justicia, temerosos no fuesen ellos el principal instrumento de publicar su deshonra.
Estaba toda la gente confusa, esperando llegase el bizarro bajel, pero cuando vieron de cerca que era turquesco, porque se divisaban los blancos turbantes de los que moros parecian, temerosos y con sospecha de algun engaño, tomaron las armas y acudieron al puerto todos los que en la ciudad son de milicia, y la gente de a caballo se tendió por toda la marina: de todo lo cual recebieron gran contento los que poco a poco se fueron llegando hasta entrar en el puerto, dando fondo junto a tierra, y arrojando en ella la plancha, soltando a una los remos, todos uno a uno, como en procesion, salieron a tierra, la cual con lágrimas de alegría besaron una y muchas veces, señal clara que dió a entender ser cristianos que con aquel bajel se habian alzado: a la postre de todos salieron el padre y madre de Halima, y sus dos sobrinos, como está dicho, vestidos a la turquesca: hizo fin y remate la hermosa Leonisa, cubierto el rostro con un tafetan carmesí: traíanla en medio Ricardo y Mahamut, cuyo espectáculo llevó tras sí los ojos de toda aquella infinita multitud que los miraba.
Ocho dias estuvimos en la isla, guardándome los turcos el mismo respeto que si fuera su hermana, y aun mas: estábamos escondidos en una cueva, temerosos ellos que no bajasen de una fuerza de cristianos que está en la isla, y los cautivasen: sustentáronse con el bizcocho mojado que la mar echó a la orilla, de lo que llevaban en la galeota, lo cual salian a coger de noche: ordenó la suerte para mayor mal mio, que la fuerza estuviese sin capitan, que pocos dias habia que era muerto, y en la fuerza no habia sino veinte soldados: esto se supo de un muchacho que los turcos cautivaron, que bajó de la fuerza a coger conchas a la marina: a los ocho dias llegó a aquella costa un bajel de moros que ellos llaman caramuzales, viéronle los turcos, y salieron de donde estaban, haciendo señas al bajel que estaba cerca de tierra, tanto que conoció ser turcos los que los llamaban: ellos contaron sus desgracias, y los moros los recibieron en su bajel, en el cual venia un judío, riquísimo mercader, que toda la mercancía del bajel o la mas era suya, era de barraganes y alquiceles, y de otras cosas que de Berbería se llevan a Levante, en que ordinariamente tratan los judíos: en el mismo bajel los turcos se fueron a Tripol, y en el camino me vendieron al judío que dió por mí dos mil doblas, precio escesivo, si no le hiciera liberal el amor que el judío me descubrió.
De punto en punto iba creciendo el ruido, y, llegándose cerca a los dos temerosos, a lo menos, al uno, que al otro, ya se sabe su valentía.
Otros las componen tan sin mirar lo que hacen, que después de representadas tienen necesidad los recitantes de huirse y ausentarse, temerosos de ser castigados, como lo han sido muchas veces, por haber representado cosas en perjuicio de algunos reyes y en deshonra de algunos linajes.
Mas, entonces siendo más necesarios los pies, con diligencia y presteza nos pusimos en la barca, que ya los que en ella habían quedado nos esperaban, temerosos de algún mal suceso nuestro.
Y, puesto que a mí y a mis camaradas nos había parecido mejor lo de enviar por la barca a Mallorca, como la mora decía, no osamos contradecirle, temerosos que, si no hacíamos lo que él decía, nos había de descubrir y poner a peligro de perder las vidas, si descubriese el trato de Zoraida, por cuya vida diéramos todos las nuestras.
Y por aquí fue repitiendo todas o las más razones que don Quijote dijo la vez primera que oyeron los temerosos golpes.
Venía, pues, como se ha dicho, don Quijote contra el cauto vizcaíno, con la espada en alto, con determinación de abrirle por medio, y el vizcaíno le aguardaba ansimesmo levantada la espada y aforrado con su almohada, y todos los circunstantes estaban temerosos y colgados de lo que había de suceder de aquellos tamaños golpes con que se amenazaban, y la señora del coche y las demás criadas suyas estaban haciendo mil votos y ofrecimientos a todas las imágenes y casas de devoción de España, porque Dios librase a su escudero y a ellas de aquel tan grande peligro en que se hallaban.

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