Ejemplos con tapiales

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desde esta misma estación se puede combinar hacia y desde la estación Tapiales y estación Buenos Aires.
Camino por las afueras, bordeando los interminables tapiales de tierra apisonada.
Como a la mitad del camino, entre el punto de partida y Banderas, los quince tropezaron con una cabaña en ruinas, infestada de facciosos, los cuales, por los huecos de los tapiales destruidos, rompieron el fuego.
Además posee infinitos recursos y como bestia cosmopolita, que igualmente se adapta a la civilización y al salvajismo, posee vastos conocimientos de diversos ramos, de modo que es ingeniero, y sabe abrirse paso por entre paredes y tabiques para explorar nuevos mundos, es arquitecto habilísimo, y se labra grandiosas residencias en los sitios más inaccesibles, en los huecos de las vigas y en los vanos de los tapiales, es gran navegante, y sabe recorrer a nado largas distancias de agua, cuando su espíritu aventurero le obliga a atravesar lagunas y ríos, se aposenta en las cuadernas de los buques, dispuesto a comerse el cargamento si le dejan, y a echarse al agua en la bahía para tomar tierra si le persiguen, es insigne mecánico, y posee el arte de trasportar objetos frágiles y delicados, secretos de que el hombre no es ni puede ser dueño, es geógrafo tan consumado, que no hay tierra que no explore, ni región donde no haya puesto su ligera planta, ni fruto que no haya probado, ni artículo comercial en que no haya impreso el sello de sus diez y seis dientes, es geólogo insigne y audaz minero, pues si advierte que no disfruta de grandes simpatías a flor de tierra, se mete allí donde jamás respiró pulmón nacido, y construye bóvedas admirables por donde entra y sale orgullosamente, comunicando casas y edificios, y huertas y fincas, con lo cual abre ricas vías al comercio y destruye rutinarias vallas, y por último, es gran guerrero, porque además de que posee mil habilidades para defenderse de sus enemigos naturales, cuando se encuentra acosado por el hambre en días muy calamitosos, reúne y organiza poderosos ejércitos, ataca al hombre, y al fin, si no halla medio de salir del paso, estos ejércitos se arman unos contra otros, embistiéndose con tanto coraje como táctica, hasta que al fin el vencedor vive a costa del vencido.
Pensándolo así, fue al campamento llamado por su obligación, mas nada le ocurrió en él digno de contarse, por lo cual apresuramos la narración, acortando el día y transportando a nuestros lectores a la apacible y oscura noche, cuando Monsalud dirigiose solo y con el alma llena de ansiedades entre dulces y dolorosas, a aquellos mismos tapiales de tierra que por la mañana vimos, descollando sobre ellos la frondosa arboleda de una huerta.
Mirando las verdes copas de unos árboles que se elevaban sobre los tapiales viejos de una huerta entre irregulares tejados, dijo hablando consigo mismo:.
Desde la casa de la calle de Pabostre inmediata al Molino de la ciudad, hacíamos fuego, como he dicho, contra los que daban el asalto, cuando he aquí que las baterías de San José, antes ocupadas en demoler la muralla, enfilaron sus cañones contra aquel viejo edificio, y sentimos que las paredes retemblaban, que las vigas crujían como cuadernas de un buque conmovido por las tempestades, que las maderas de los tapiales estallaban destrozándose en mil astillas, en suma, que la casa se venía abajo.
Y la carretera, limitada a derecha e izquierda por los altos tapiales, se extendía adelante y atrás de la corta comitiva, solitaria, monótona e interminable.
El aire está inmóvil y un hálito abrasador parece desprenderse de aquellas tierras chatas y áridas, cortadas en todas direcciones por los tapiales, los setos vivos y los alambrados de los potreros.
Las mujeres trajinaban, disputaban, se agarraban, daban de mamar a sus críos en plena calle, detrás de los tapiales, por los mezquinos huertos de coles y habas, a la sombra de un retuerto manzano, los enamorados se pasaban la tarde mano a mano y juntos.
De tal manera, que sería ya un desencanto para mí si Carmela se asomase, si su voz o su andar resonasen detrás de los tapiales que la frondosidad de los manzanos abruma.
El callejón habíase hecho calle, las quintas manzanas, y los cercos de paraísos, como los tapiales, no tenían para mí secretos.

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