Ejemplos con témpano

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Si esa noche hubiese habido viento, o simplemente si los vigías hubiesen tenido prismáticos , es posible que el témpano hubiese sido avistado antes evitando la catástrofe.
Si el primer oficial Murdoch no hubiese dado la orden de marcha atrás, en conjunto con la de viramiento, el Titanic habría evitado el témpano por escaso margen, pues quitó presión de viraje al timón.
Si el Titanic hubiese chocado de proa contra el témpano, se habría podido mantener a flote, con tan sólo dos compartimentos inundados, lo que le habría permitido, incluso, seguir navegando.
Se ha aceptado que el témpano desprendió y soltó los remaches de las planchas del casco combándolas y permitiendo que el agua penetrara.
Al investigar la sección de proa, algunos exploradores creen haber encontrado la fisura provocada por el témpano de hielo y han lanzado algunas teorías que han refutado la idea de que el témpano rajó la obra viva.
Smith, quien estaba en su camarote salió cuando ya el témpano estaba alejado y se informó de lo ocurrido.
Sus composiciones, entre las cuales se destacan El témpano, Mirta, de regreso, Dios y el Diablo en el taller se hicieron muy conocidas de la mano de Juan Carlos Baglietto.
Un témpano es un gran pedazo de hielo a la deriva que puede tener desde decenas de metros a varios kilómetros de diámetro.
Un mes entero en un témpano no les llevó a ninguna parte.
La severidad de se descuajaba y desleía como un témpano de hielo rodeado de llamas.
Al decirlo tocó mi mano, y el frío intensísimo de la suya, que más que mano de hombre era un témpano de hielo, me comunicó un temblor convulsivo, agónico.
Desde aquel momento sintió que en su espíritu entraban de rondón ideas nuevas, y que su conciencia empezaba a sacudirse y a resquebrajarse como un gran témpano que se deshiela.
El témpano colosal y endurecido de su entereza se desleía poco a poco.
:::y el caso, hiriendo el témpano de gualda y de jacinto,.
Su pobre espalda encorvada, y la claridad azul en la lisura de los cabellos dejaba cierta claridad de témpano.
Hacía a la sazón un calor de infierno, que diz que es tierra caliente y de achicharrar un témpano, y San Pedro, que caminaba siempre tras el maestro, iba echando los bofes, y habría dado el oro y el moro por una poca de agua.
Parecíale que su alma se había liquidado, convirtiéndose después en un témpano de nieve.
Las órdenes de éste llevan la sanción del ejemplo: hele allí al anciano jívaro que, semejante al témpano desprendido de la cresta del monte, abate y aniquila cuanto halla al paso.
Pero cuando vi que aquellos ojos correspondían a una cara, y que aquella cara no era la mía, y que a la cara seguía un cuerpo vestido de blanco, tendido a lo largo del témpano, y que aquel cuerpo era el de un hombre engastado en cristal, el de un hielo convertido en hombre, el de un cadáver helado.
¡Aquellos ojos estaban dentro de un témpano!.
¿Qué importa que se apaguen los astros, si se encienden otros en nuestros cerebros? Y todavía mañana, cuando el mar haya cuajado en un témpano único sus sueños estériles, volarán nuestras máquinas sobre él, dejando en las tinieblas un rastro de chispas.
Contemplé aquellas manos bien dibujadas, en que sonreía aún el reflejo de la juventud y de la inteligencia, contemplé aquellos párpados de bordes sanguinolentos, entre los cuales vacilaba el pálido azul de las pupilas, un azul de témpano, un azul enfermo, extrahumano, fatídico.
Todo en ella era glacial: su piel marmórea, lisa, semejante a un témpano, su rostro impasible de sibila, su habla solemne, el mirar de sus ojos de ágata, transparentes como un vino puro.
En medio de aquel témpano, especie de muro de cristal clavado en una nieve tan antigua como el mundo, había cierta prolongada grieta que apenas permitía pasar a un hombre.
Un colosal témpano de hielo se elevaba ante sus ojos.
Decidiéndose, cogidas de la mano -que la de la vida tenía ardorosa y la otra como un témpano-, penetraron en el molino.
El cadáver, que aún permanecía en el cuarto en que se halló, no se veía, pero se sentía! Enfriaba aquella atmósfera: ¡la casa olía a sangre! El agua que llenaba la mar de la fuente permanecía roja, como si el líquido y corriente hilo que constantemente la renueva pasase por en medio como yerto témpano, sin querer mezclarse con ella, o como si una gota de inocente sangre vertida bastase a enturbiar para siempre una fuente, así como basta a manchar para siempre una conciencia.

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