Ejemplos con sombra

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entre tanta negrura, una niña, con voz débil, hilo de cristal acuoso en la sombra, canta entonadamente, cual una princesa:
Cada vida es, asimismo, una sombra inconstante y huidera.
Sólo que en aquellas partes la sombra y el drama pasan sordamente, aisladamente, disimuladamente, sin comunicarse, en tanto en la casa de huéspedes, la obligada familiaridad, que comienza en la mesa redonda, solidariza a esas sombras efímeras y quebranta los sigilos del drama individual.
Como Bruto a la silueta de César en la tragedia shakespeariana, digo a la sombra incorpórea del excelente don Amaranto:.
Y la sombra rompe a hablar, con la propia gracia y penetración que hace tantos años me deleitaban:.
Yo interrumpo a la sombra locuaz, de voz de eunuco:.
¡Recuerdo, recuerdo!exclamo, pero ya la sombra del excelente don Amaranto se ha desvanecido, al hombro el tenedor de peltre, emblema del ascetismo de las casas de huéspedes.
Todas las casucas se apretujan y amontonan por ponerse en contacto con el torso de la catedral, o, cuando menos, por situarse a la sombra de su torre.
Mi familia paterna, de padres a hijos, desde hace ya dos o tres siglos, vivía a la sombra de la casa de Valdedulla, cumpliendo más que en menesteres de servidumbre en empleos de confianza.
Medita, hijo, medita, en quietud y a la sombra, la burrada que ibas a cometer, dejando el servicio de Dios y su pingüe soldada, por el servicio de una criatura mortal, hija de un zapatero remendón, que ni tú ni ella tenéis para llevaros un mendrugo a la boca.
Angustias era algo de la casa, vivía a la sombra de la robusta Orden dominicana, como las rosas a la sombra de los cipreses, en los claustros conventuales.
Y para mí, al nombre de Pereda van unidos inseparablemente, no , en las barricadas ni en la oficina de un gobierno político, sino , en su perpetua lucha con los curiales, heredada de tres generaciones, , trincando la estopa y sosteniendo batalla campal con y los de su cuadrilla, a la sombra veneranda del castillo de San Felipe, , examinando gravemente la estampa de y de , tejiendo su red o consolando a las mujeres en la grande del Muelle, , marcados pecho y espalda por la garra de los osos inmolados en sus cacerías.
¡Y los que quieran engordar a la sombra de ella!.
Dirigía la cabalgata uno de los seis caciques, hombre enjuto, moreno, largo de nariz y penetrante de mirada, casi imberbe, aunque ya picaba en viejo, poco hablador, pero al caso, y desconfiado hasta de su sombra.
Mientras tales cosas pasaban en las Casas Consistoriales, ocurrían otras de bien distinta naturaleza junto al mismo regato de que se ha tratado, a la escasa sombra que proyectaba el aún no bien formado follaje de dos cortas hileras de chopos, a las cuales se llamaba en la villa la.
El alguacil del tribunal, que llevaba más de cincuenta años de lucha con esta tropa insolente y agresiva, colocaba a la sombra de la portada ojival las piezas de un sofá de viejo damasco, y tendía después una verja baja, cerrando el espacio de acera que había de servir de sala de audiencia.
Marcharon todos hacia la acequia, que murmuraba en la sombra.
Era una exhalación, una sombra blanca que no llegaba a fijarse por su rapidez en los turbios ojos de los parroquianos de.
A la sombra de los altos plátanos funcionaban las peluquerías de la gente huertana, los barberos de.
Eran unos ojos que ya no miraban, y su morena carita parecía ennegrecida por misteriosa lobreguez, como si sobre ella proyectasen su sombra las alas de la muerte.
Y empezó una carrera loca en el profundo cauce, andando a tientas en la sombra, dejando perdidas las alpargatas en el légamo del lecho, con los pantalones pegados a la carne, tirantes, pesados, dificultando los movimientos, recibiendo en el rostro el bofetón de las cañas tronchadas, los arañazos de las hojas rígidas y cortantes.
Le arrastraba con sobrehumana ligereza, lo llevaba volando o nadandono lo sabía él con certeza, a través de un elemento ligero y resbaladizo, y así iban los dos vertiginosamente, deslizándose en la sombra, hacia una mancha roja que se marcaba lejos, muy lejos.

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