Ejemplos con solazándose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

—Súpelo, replicó Ricardo, y al mismo instante que lo supe me ocupó el alma una furia, una rabia y un infierno de celos con tanta vehemencia y rigor, que me sacó de mis sentidos, como lo verás por lo que luego hice, que fué irme al jardin donde me dijeron que estaban, y hallé a la mas de la gente solazándose, y debajo de un nogal sentados a Cornelio y a Leonisa, aunque desviados un poco: cuál ellos quedaron de mi vista no lo sé, de mí sé decir que quedé tal con la suya que perdí la de mis ojos, y me quedé como estatua sin voz ni movimiento alguno, pero no tardó mucho en despertar el enojo a la cólera, y la cólera a la sangre del corazon, y la sangre a la ira, y la ira a las manos y la lengua: puesto que las manos se ataron con el respeto a mi parecer debido al hermoso rostro que tenia delante, pero la lengua rompió el silencio con estas razones:.
-Súpelo -replicó Ricardo-, y, al mismo instante que lo supe, me ocupó el alma una furia, una rabia y un infierno de celos, con tanta vehemencia y rigor, que me sacó de mis sentidos, como lo verás por lo que luego hice, que fue irme al jardín donde me dijeron que estaban, y hallé a la más de la gente solazándose, y debajo de un nogal sentados a Cornelio y a Leonisa, aunque desviados un poco.
Debía de estar retirada, entonces respondió don Quijote, en algún pequeño apartamiento de su alcázar, solazándose a solas con sus doncellas, como es uso y costumbre de las altas señoras y princesas.
-Cavilando así, asáltante como tentaciones de volverte a casa, sabiendo, como sabes, que Celsa anda en la verbena solazándose un rato, por orden mía, y que tu pobre tío se halla en la iglesia pidiendo a Dios por los que le ofenden con sus liviandades y descomposturas.
Un día, estando la reina Serafina solazándose en sus jardines y echando pan a los pececillos colorados que nadaban en el tazón de mármol de una fuente, sintió mucho sueño y pesadez en los párpados, y sin poder resistir al deseo de descabezar la siesta, se reclinó en un banco de césped cubierto con un toldo de jazmines, y se quedó dormida en un abrir y cerrar de ojos.
Pocas mujeres vio en la calle misma, pero muchas a la reja, agitando con gracia el abanico y solazándose con el espectáculo del movimiento popular, pero unas y otras, eran en su mayoría, tan bellas en su género como las peruanas, de cutis moreno, cabello ondulado, negro como los ojos, pero de belleza menos provocativa y sensual que la limeña.
En el recinto del palacio se encerraban amenísimos jardines y bosquecillos frondosos, y Artasar, solazándose en ellos, fue olvidándose de estudiar la proyección de su sombra y de compararla a la de los demás mortales.

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