Ejemplos con socarrón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Además, siempre flotaban hasta sus alturas algunos despojos de las presas que hacía por abajo el cangrejo socarrón en su errabunda impunidad.
Cervantes reía de él y de su fingida muerte en el límite de los dos hemisferios al relatar la aventura del barco encantado , cuando Don Quijote y su escudero flotaban sobre el Ebro en un bote sin remos El iluso paladín creía estar a los pocos minutos de navegación cerca de la línea equinoccial, y para convencerse, recomendaba a Sancho que buscase en sus ropas para ver si encontraba algo Algo y aun algos , contestaba el escudero socarrón hurgándose el pecho.
Y como era hombre a quien se le suponían malas pulgas, y gastaba unos bigotes desmesurados, el socarrón tembló por su pellejo y no volvió a chistar.
Venía a pagar, ¿eh? Y el socarrón, al oir la pregunta de la señora de Pajares, siempre contestaba lo mismo: No, señora, no podía pagar porque estaba sin un cuarto.
Fue la última criatura que apadrinó Fernando en este valle de lágrimas, quince meses después bajó al sepulcro en el Real Palacio de Madrid, cumpliéndose a la letra el símil de la botella de cerveza con que el socarrón monarca comparaba a su pueblo.
La vista de la navaja daba escalofríos a la señora, la ponía nerviosa, y por eso mismo el socarrón cortaba el tabaco con lentitud y tardaba en guardársela, repitiendo siempre los mismos argumentos del abuelo para explicar su retraso en el pago.
¿Y qué caza venía usted siguiendo, señorito?preguntó el paisano con acento socarrón.
¡Voto a tal, don patán rústico y mal mirado, que si no os apartáis y ascondéis luego de mi presencia, que con esta silla os rompa y abra la cabeza! Hideputa bellaco, pintor del mesmo demonio, ¿y a estas horas te vienes a pedirme seiscientos ducados?, y ¿dónde los tengo yo, hediondo?, y ¿por qué te los había de dar, aunque los tuviera, socarrón y mentecato?, y ¿qué se me da a mí de Miguel Turra, ni de todo el linaje de los Perlerines? ¡Va de mí, digo, si no, por vida del duque mi señor, que haga lo que tengo dicho! Tú no debes de ser de Miguel Turra, sino algún socarrón que, para tentarme, te ha enviado aquí el infierno.
Notó en las dos historias que Elena no iba de muy mala gana, porque se reía a socapa y a lo socarrón, pero la hermosa Dido mostraba verter lágrimas del tamaño de nueces por los ojos.
Pero el socarrón dejó de dárselos en las espaldas, y daba en los árboles, con unos suspiros de cuando en cuando, que parecía que con cada uno dellos se le arrancaba el alma.
Yo vine despechado tras él, y con buenas y corteses palabras le he pedido que me diese siquiera ocho reales, pues sabe que yo soy hombre honrado y que no tengo oficio ni beneficio, porque mis padres no me le enseñaron ni me le dejaron, y el socarrón, que no es más ladrón que Caco, ni más fullero que Andradilla, no quería darme más de cuatro reales, ¡porque vea vuestra merced, señor gobernador, qué poca vergüenza y qué poca conciencia! Pero a fee que, si vuesa merced no llegara, que yo le hiciera vomitar la ganancia, y que había de saber con cuántas entraba la romana.
Harto tenía que hacer el socarrón de Sancho en disimular la risa, oyendo las sandeces de su amo, tan delicadamente engañado.
El ventero, que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oírle semejantes razones, y, por tener qué reír aquella noche, determinó de seguirle el humor, y así, le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía, y que tal prosupuesto era propio y natural de los caballeros tan principales como él parecía y como su gallarda presencia mostraba, y que él, ansimesmo, en los años de su mocedad, se había dado a aquel honroso ejercicio, andando por diversas partes del mundo buscando sus aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de Riarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, Rondilla de Granada, Playa de Sanlúcar, Potro de Córdoba y las Ventillas de Toledo y otras diversas partes, donde había ejercitado la ligereza de sus pies, sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas y engañando a algunos pupilos, y, finalmente, dándose a conocer por cuantas audiencias y tribunales hay casi en toda España, y que, a lo último, se había venido a recoger a aquel su castillo, donde vivía con su hacienda y con las ajenas, recogiendo en él a todos los caballeros andantes, de cualquiera calidad y condición que fuesen, sólo por la mucha afición que les tenía y porque partiesen con él de sus haberes, en pago de su buen deseo.
Los poetillas y gacetilleros de la localidad tenían en él un censor socarrón y malicioso, aunque siempre cortés y afable.
Añaden los maldicientes que el socarrón virrey cogió un carboncillo y escribió debajo:.
Su gran nariz corva, filuda, caída verticalmente sobre la boca desdentada, de labios delgados, da un aspecto socarrón y astuto al semblante marchito, sombreado por una escasa barba gris, enmarañada y sucia.
-objetó el socarrón de Mauro Pareja.

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