Ejemplos con sillería

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Va desde el comulgatorio central hasta la sillería de los Canónigos.
La sillería es una obra de talla de gran precisión, cuenta con sartas de perlas, hojas retorcidas, palmetas, entrelazados, espirales, volutas, capullos, entre otros.
Sillería del coro de los Canónigos.
En el presbiterio se encuentra el altar mayor cubierto por un baldaquino, la sillería de los Canónigos y el solio episcopal.
Tiene un pequeño pórtico sobre cuatro sobrias columnas y un templete de buena sillería con dos campanas.
En planta superior alineados en los ejes descritos se abren tres huecos de desván cuadrangulares y cercados en sillería.
La fábrica de la edificación es de mampostería con sillería en cercos de vanos y esquinales.
Debajo de todos estos ventanales el aparejo es de sillería, como es habitual en las construcciones del siglo XVI.
Sobre él un bloque de sillería luce un escudete de los Sasiola.
El enlucido y encalado proporcionado al alzado lateral al sur, oculta la fábrica pero que sin duda es de mampostería para el fondo y de sillería en esquinales y recercados de vanos originales.
Los alzados lateral al norte y posterior utilizan para el fondo de los muros la mampostería, reservando la sillería para la cadena de ángulos y recercados de vanos originales.
La otra mitad, más culta, se fabrica con bloques de piedra de sillería.
De tres naves, separadas por pilastras octogonales, de sillería, con bases y capiteles de traza gótica.
La sillería estaba en un desorden permanente que parecía denunciar la tertulia reunida allí todas las tardes.
Unos naranjos agrios destacaban su verde ramazón sobre los muros de la iglesia, ennegrecida sillería perforada por largos ventanales cegados con tapia.
La iglesia vibraba con los golpes de algunos monaguillos que sacudían el polvo a la famosa sillería del coro.
La sillería alta y la baja estaban ocupadas.
Entra en el coro y verás en la sillería baja todas las batallas que los religiosos monarcas ganaron a los moros con el apoyo de Dios.
Somos clérigos como los canónigos, llegamos a beneficiados por oposición, hemos estudiado como ellos las ciencias religiosas, y además somos músicos, pues a pesar de esto, cobramos casi la mitad del sueldo de un canónigo, y para recordarnos a todas horas nuestra ínfima condición, nos hacen sentar en la sillería baja.
Le interesaban más los brazos de las sillas, los pasamanos de las escaleras que conducen a la sillería alta, los salientes que separan los asientos y sirven para reclinar la cabeza, cubiertos de animales y seres grotescos: perros, monos, aves, frailes y pajecillos, todos en posturas difíciles, rarísimas y obscenas.
Esta primera sillería a ras de tierra, donde se sentaban los clérigos de categoría más ínfima, era anterior en medio siglo a la sillería alta, pero en estos cincuenta años dio el arte el gran salto desde el gótico rígido y duro a las suavidades y el buen gusto del Renacimiento.
El perrero examinaba la sillería baja, huroneando en los relieves góticos los descubrimientos realizados por su malsana curiosidad.
Aquella sillería alta, obra en un lado de Felipe de Borgoña y en otro de Berruguete, le embriagaba con su profusión de mármoles, jaspes y dorados, estatuas y medallones.
Gabriel echaba una mirada al coro, admirando su sillería portentosa ocupada por los canónigos, y pensaba con entusiasmo que tal vez lograse algún día sentarse en ella, con gran orgullo de su familia.
La sillería de caoba, brillante por el continuo frote, ofrecía cierto aspecto de juventud, que contrastaba con sus curvas de principios de siglo y sus asientos próximos a desfondarse.
El sofá y sillería tenían forro de a estilo de casa de huéspedes, todo hecho por la señora de la casa.
El comedor era interior, con tres ventanas al patio, su gran mesa y aparadores de nogal llenos de finísima loza de China, la consabida sillería de cuero claveteado, y en las paredes papel imitando roble, listones claveteados también, y los bodegones al óleo, no malos, con la invariable raja de sandía, el conejo muerto y unas ruedas de merluza que de tan bien pintadas parecía que olían mal.
Mudaron de rumbo, dirigiéndose al enorme caserón, donde penetraron por la puerta que daba al huerto, y habiendo recorrido el claustro formado por arcadas de sillería, cruzaron varios salones con destartalado mueblaje, sin vidrios en las vidrieras, cuyas descoloridas pinturas maltrataba la humedad, no siendo más clemente la polilla con el maderamen del piso.

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