Ejemplos con satisfechos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Conque hemos quedado muy animados a poner otro amigud al primer baile que tengamos, que será luego, según de satisfechos que quedamos.
Veía la muchedumbre indefensa y pacífica amontonándose en los botes, que zozobraban, las mujeres arrojándose al mar con un niño en brazos, toda la confusión mortal de la catástrofe Luego, el submarino que emergía para contemplar su obra, los alemanes agrupados en la cubierta de acero húmedo, riendo y bromeando, satisfechos de la rapidez de su labor, y en una extensión de varias millas, el mar poblado de bultos negros arrastrados lentamente por las olas: hombres que flotaban de espaldas, inmóviles, con los ojos vidriosos fijos en el cielo, niños con la rubia cabellera tendida como una máscara sobre su rostro lívido, cadáveres de madres oprimiendo sobre su seno, con fría rigidez, el pequeño cadáver de una criatura asesinada antes de que pudiera darse cuenta de la vida.
Ya he rezado por ti el itinerario, para que volvamos tan sanos y satisfechos.
Se casaba con Pepita y todos parecían satisfechos de tal matrimonio: la niña, la madre y el Padre Paulí.
¿Y esto, que respetan y acatan muchachos con más barbas que un granadero, que poseen toda la ciencia de nuestra Universidad, lo atropellas tú, muñeca ignorante? ¿Te atreves a buscar marido por tu propia cuenta y a tener amoríos, cuando hombres que ostentan títulos académicos no osan poner los ojos en una mujer sin venir aquí antes a decirme: Padre Paulí, he pensado en Fulana o en Zutana: ¿me conviene? y se van tan satisfechos de los consejos del Padre, siguiéndolos fielmente? ¡Ay, Pepita Pepita! Bien se conoce que en tu casa falta una buena dirección a pesar de que mamá es casi una santa.
El caballo prestaba sus lomos al hombre para que le defendiese y vengase de sus enemigos, pero una vez satisfechos sus deseos, el jinete se negaba a descender, condenándolo a eterna servidumbre.
Algunos aún se mostraban satisfechos y agradecidos a los sacerdotes, porque proporcionaban dulce entretenimiento a sus esposas, dejándolos en mayor libertad para sus negocios y placeres.
Y el gabarrero temblaba de emoción, saltándole las lágrimas, cuando le hablaban en la villa de su sobrino y de lo satisfechos que tenía a los señores del Instituto.
Y enfurecido contra los clérigos de la catedral, que parecían acoger con buen gusto el Concordato y sus sueldos, satisfechos de salir bien librados de la tormenta revolucionaria, se aislaba en el jardín, cerrando la puerta de la verja y rehuyendo las tertulias de otros tiempos.
Gabriel compadecíase de la miseria tranquila de aquella gente, admiraba su mansedumbre de servidores del templo, satisfechos de vegetar y morir en el mismo sitio, sin curiosidad alguna por lo que ocurría más allá de los muros.
Los servidores de la catedral sentábanse en torno de la máquina de coser, esperando en vano que bajase el maestro, satisfechos, ya que no le veían, de estar cerca de él, mirando su asiento abandonado y conversando con la muchacha, que se expresaba con ingenua admiración al hablar de su tío.
Los dos pequeños, satisfechos en el fondo de una desgracia que atraía sobre la barraca la atención de toda la vega, guardaban la puerta, cerrando el paso a los chicos que, como bandadas de gorriones, llegaban por caminos y sendas con la malsana y excitada curiosidad de ver al muertecito.
¡Cosa singular! Los que con más ahínco clavaban el diente y más satisfechos corrían de un lado a otro comentando la noticia, eran los ellos y las ellas que la tarde antes honraban a Currita en la Castellana como a una reina y se aprestaban a honrarla del mismo modo aquella noche en el baile del marqués de Butrón, que no parece sino que en ciertas sociedades quita la envidia con una mano lo que la adulación da con la otra, sin comprender que mientras más al desnudo deja la deformidad del ídolo que adora, más indecoroso y repugnante aparece el culto que le tributa.
Llenaban el resto del inmenso salón los padres y madres de los niños, alternando la gran señora con la modesta comercianta, el grande de España con el industrial acomodado, alegres todos, satisfechos, mirándose entre sí y sonriendo amigos y desconocidos, como si el sentimiento de la paternidad, igualmente herido, acortase las distancias y estrechase las relaciones, despertando en todas las almas idéntica felicidad, la misma dicha, igual deseo de considerarse y abrazarse como hermanos.
Hacía muchos años, muchosen los tiempos que el tío , un anciano casi ciego que guardaba el pobre rebaño de un carnicero de Alboraya, iba por el mundo, en la partida del , disparando trabucazos contra los franceses, estas tierras fueron de los religiosos de San Miguel de los Reyes, unos buenos señores, gordos, lustrosos, dicharacheros, que no mostraban gran prisa en el cobro de los arrendamientos, dándose por satisfechos con que por la tarde, al pasar por la barraca, les recibiera la abuela, que era entonces una real moza, obsequiándolos con hondas jícaras de chocolate y las primicias de los frutales.
Yo contenta, pues todos satisfechos.
Pasaban los invitados a la procesión caminando apresuradamente, muy satisfechos de atraer la atención de la embobada muchedumbre: unos de frac, luciendo condecoraciones raras, otros con uniforme de Maestranzas y Órdenes de caballería, vestimentas extrañas, con el sombrero apuntado y la casaca de vistosos colorines, que daban a sus poseedores el aspecto de pájaros exóticos.
Sueño que mi casa, hoy tan triste, está de fiesta, que tu papá ha venido a pasar con nosotros algunos días, que celebramos su cumpleaños y que todos reímos venturosos y satisfechos.
De lo que sí no hacen misterio, de lo que se muestran francamente satisfechos, es de la ingénita lealtad que atribuye a los villaverdinos la leyenda de su viejo blasón.
Otros no se daban por satisfechos con lo que recibían.
Y el baile en el atrio lleno de luz, el templo sembrado de hojas de hinojos y espadaña que magullaron los pisotones, alumbrado, más que por los cirios, por el sol que puerta y ventanas dejaban entrar a torrentes, los curas jadeantes, pero satisfechos y habladores, el santo tan currutaco y lindo, muy risueño en sus andas, con una pierna casi en el aire para empezar un minueto y la cándida palomita pronta a abrir las alas, todo era alegre, terrenal, nada inspiraba la augusta melancolía que suele imperar en las ceremonias religiosas.
Todos en fin quedaron contentos, libres y satisfechos, y la fama de Ricardo, saliéndose de los términos de Sicilia, se estendió por todos los de Italia y de otras muchas partes, debajo del nombre del , y aun hasta hoy dura en los muchos hijos que tuvo en Leonisa, que fué ejemplo raro de discrecion, honestidad, recato y hermosura.
Los regalos que la señora Catalina dió a Isabela para el viaje fueron muchos, los abrazos infinitos, las lágrimas en abundancia, las encomiendas de que la escribiese sin número, y los agradecimientos de Isabela y de sus padres correspondieron a todo, de suerte que aunque llorando, los dejaron satisfechos.
Á todo lo cual respondió el padre de Isabela, diciendo que aquella historia pedia otro lugar y algun término para decirse, y así suplicaba a todos aquellos que quisiesen saberla, diesen la vuelta a su casa, pues estaba tan cerca, que allí se la contarian de modo que con la verdad quedasen satisfechos, y con la grandeza y estrañeza de aquel suceso admirados.
Desta manera quedaron todos contentos, alegres y satisfechos, y la nueva de los casamientos y de la ventura de la Fregona ilustre se estendió por la ciudad, y acudia infinita gente a ver a Costanza en el nuevo hábito, en el cual tan señora se mostraba como se ha dicho.
Ya os digo respondió el cura que yo lo trazaré de modo que todos quedemos satisfechos.
Y, satisfechos los duques de la caza y de haber conseguido su intención tan discreta y felicemente, se volvieron a su castillo, con prosupuesto de segundar en sus burlas, que para ellos no había veras que más gusto les diesen.
Hecho esto, con lo cual todos quedaron contentos, satisfechos y pagados, dijo Roque a don Quijote:.
Dime, Anselmo, si el cielo, o la suerte buena, te hubiera hecho señor y legítimo posesor de un finísimo diamante, de cuya bondad y quilates estuviesen satisfechos cuantos lapidarios le viesen, y que todos a una voz y de común parecer dijesen que llegaba en quilates, bondad y fineza a cuanto se podía estender la naturaleza de tal piedra, y tú mesmo lo creyeses así, sin saber otra cosa en contrario, ¿sería justo que te viniese en deseo de tomar aquel diamante, y ponerle entre un ayunque y un martillo, y allí, a pura fuerza de golpes y brazos, probar si es tan duro y tan fino como dicen? Y más, si lo pusieses por obra, que, puesto caso que la piedra hiciese resistencia a tan necia prueba, no por eso se le añadiría más valor ni más fama, y si se rompiese, cosa que podría ser, ¿no se perdería todo? Sí, por cierto, dejando a su dueño en estimación de que todos le tengan por simple.
Señor caballero replicó el mercader, suplico a vuestra merced, en nombre de todos estos príncipes que aquí estamos, que, porque no encarguemos nuestras conciencias confesando una cosa por nosotros jamás vista ni oída, y más siendo tan en perjuicio de las emperatrices y reinas del Alcarria y Estremadura, que vuestra merced sea servido de mostrarnos algún retrato de esa señora, aunque sea tamaño como un grano de trigo, que por el hilo se sacará el ovillo, y quedaremos con esto satisfechos y seguros, y vuestra merced quedará contento y pagado, y aun creo que estamos ya tan de su parte que, aunque su retrato nos muestre que es tuerta de un ojo y que del otro le mana bermellón y piedra azufre, con todo eso, por complacer a vuestra merced, diremos en su favor todo lo que quisiere.

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