Ejemplos con sanas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Estos sensores sólo trabajan con pieles sanas normales, ya que no son operativos cuando se utilizan sobre pieles con zonas duras, callos o cicatrices.
Con mano segura escogía a sus víctimas, no sólo de entre las sanas, sino de entre las enfermas, débiles e incapacitadas.
Esto pasa gracias a que los receptores de membrana de la célula asesina detectan la ausencia de las MHC o moléculas de histocompatibilidad en este tipo de células dañadas y receptores inhibidores en células sanas.
Este sistema sencillo de reconocimiento de las células sanas y de las células dañadas es muy eficaz.
Ella tiene un novio en el hospital llamado Wade y ella y Susana son consideradas las pacientes más sanas en la sala.
La colonia comienza a tomar un rumbo positivo, disminuyendo en forma considerable los males que la aquejaban en sus inicios debido a los valores cristianos, los sacramentos, las sanas convivencias que la floreciente Iglesia local hacia vida es sus familias.
Nadie que esté en su juicio puede declararse idealista, si el idealismo consiste en sustituir las quimeras y alucinaciones a las sanas y robustas realidades de la vida.
¿Le parece a usted que con este descuido que hay en los enlaces, con los sacrílegos consorcios que solemos presenciar entre naturalezas pobres, viciadas, enfermas, y naturalezas sanas, es posible que muy pronto, a la vuelta de tres o cuatro generaciones, sobrevenga la decadencia fatal de estos pueblos de Europa? O qué, ¿se puede impunemente transmitir a nuestros tataranietos veneno y pus, en vez de sangre?.
Aquella gente vivía feliz en su estado, sin soñar en ni en revoluciones, antes bien, dispuesta a dar su sangre por Dios y las sanas costumbres.
O nosotros impondremos a España las sanas costumbres y creencias de los antepasados, o nos aislaremos como ciertos pueblos de América, que viven felices, gobernados por el Sagrado Corazón de Jesús.
La juventud de Bilbao, que se llamaba a sí misma distinguida, admirábale por su fuerza muscular y el entusiasmo con que sustentaba las sanas ideas de los buenos padres.
Los padres de la Compañía, para asegurar su influencia, predicaban contra los bailes, como invenciones del demonio, propias de otras tierras que no habían gozado la gran dicha de heredar las sanas y virtuosas costumbres de Vizcaya.
Arriba, en el claustro, velaba por el buen orden y las sanas costumbres de las familias, siendo, por la gracia del cardenal-arzobispo, una especie de alcalde de aquel pequeño pueblo.
Tendió la vista por la sala y pudo contemplar, desde luego, el Madrid heterogéneo de siempre, en que la virtud y el vicio se mezclan en amigable consorcio, representando la historia eterna de la manzana podrida que comunica a las sanas su podredumbre y sus gusanos, sin tomar de ellas ni el sabor exquisito, ni la fragancia saludable, la indecorosa y dañina mescolanza de grandes nombres y grandes vergüenzas, honras sin tacha y reputaciones escandalosas, revestidas todas con el mismo brillante barniz de formas elegantísimas, barajadas y confundidas por el mismo apetito ciego de placeres, por los mismos impulsos necios de vanidad, por el mismo afán irresistible de sacudir el ocio, de distraer el tedio, espantosa y continua tentación de los grandes y de los ricos, que les arrastra a todas sus extravagancias y les lleva a todos sus extravíos.
Ligeritas de ropa a pesar de la estación, revoloteaban alegremente por su cuarto, que ofrecía el desorden del despertar, en torno de las dos camitas de inmaculada blancura, que en sus arrugadas sábanas guardaban el calor de los cuerpos jóvenes y ese perfume de salud y de vida que exhalan las carnes sanas y virginales.
Había de conocerse hasta en los menores detalles, que la visitada era una moza de cáscara amarga, con recomendables pretensiones de decencia, y la visitante una señora, y no una señora cualquiera, sino la señora de Jáuregui, el hombre más honrado y de más sanas costumbres que había existido en todo tiempo en Madrid o por lo menos en Puerta Cerrada.
Quedó don Quijote acribado el rostro y no muy sanas las narices, aunque muy despechado porque no le habían dejado fenecer la batalla que tan trabada tenía con aquel malandrín encantador.
Cuatro respondió don Quijote, fuera de la cordal, todas enteras y muy sanas.

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